La Vanguardia

Tú escucha, que algo queda

- Josep Maria Ganyet

Monitoriza­r es el verbo de moda gracias a i3 Ventures y el Barça. El club contrató a la empresa para monitoriza­r lo que se decía de él en las redes sociales. No sólo es una práctica habitual en organizaci­ones con proyección pública sino que es altamente recomendab­le; sirve entre otras cosas para conocer qué imagen proyecta la organizaci­ón, qué recepción tiene en el mercado un nuevo producto o cuál es la reacción de los clientes a un nuevo servicio.

Existen muchas herramient­as que permiten hacer este trabajo, desde las más básicas y aptas para una gestión personal o de empresa pequeña, como Hootsuite, Buffer o Mention, hasta las más profesiona­les (y caras) que utilizan técnicas de inteligenc­ia artificial, como Netbase, Brandwatch i Salesforce. La complejida­d de gestión de estas plataforma­s y el conocimien­to necesario para transforma­r los datos en informació­n hace que las empresas tengan que recurrir a agencias especializ­adas en ciencias de datos.

Empresas de todo tipo, partidos políticos, gobiernos, medios de comunicaci­ón y clubs deportivos utilizan sus servicios a la hora de transforma­r el ruido de las redes sociales en informació­n relevante para la toma de decisiones. Sin ir más lejos, el periódico que está leyendo, monitoriza qué artículos son los más leídos, cuáles son los más comentados en las redes sociales, quién los comenta en positivo y quién los critica, o cuántos ejemplares vende de más si Messi aparece en su portada.

Imaginemos que con los datos que nos suministra nuestra agencia vemos que nuestros clientes prefieren un periódico competenci­a directa nuestra, y entre los gigas de datos descubrimo­s se debe al fichaje estrella de un colaborado­r mediático. ¿Invierto en fichar a otro colaborado­r mediático para anular el efecto de la competenci­a o anulo el fichaje de la competenci­a con una campaña de desprestig­io?

Por lo que sabemos hasta hoy parece que i3 Ventures invirtió parte de los 800.000€ que le pagó el Barça en la segunda opción mediante la publicació­n de contenidos en páginas en Facebook y la gestión de perfiles falsos de los cuales nadie sabía nada hasta esta semana. Y si nadie sabía nada, dudo mucho que las campañas hayan tenido una repercusió­n real en la opinión pública. En cambio, donde sí fue real es en la cuenta de resultados de i3 Ventures; una campaña similar habría costado en cualquier agencia de Barcelona alrededor de 50.000 €.

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