La Vanguardia

Féminas maquinista­s

Se trata de un trabajo que todavía se considera poco apto para las mujeres

- ELISABETH ESPORRÍN

El óptimo funcionami­ento de una estación de esquí no es fruto de la casualidad. Si importante es la nieve, no lo es menos el equipo humano que hay detrás. Cierto que el trabajo de temporada en la mayoría de los sectores de la nieve queda equilibrad­o entre hombres y mujeres. No obstante, la parcela de maquinista­s sigue siendo considerad­a todavía una responsabi­lidad poco apta para las féminas.

Trabajar en el pisado de la nieve no tiene más secreto que las horas de práctica con la máquina pisanieves o retrack. “Al igual que el manejo de cualquier otro artilugio de motor, conducir una retrack requiere haber hecho unas 800 horas de prácticas”, explica Cristina Galve, maquinista del área del Pas de la Casa-grau Roig (Grandvalir­a).

El trabajo del pisado de la nieve comienza cuando la estación cierra las pistas a las 17 horas. “No es fácil para una mujer ser maquinista, pero todo el mundo puede llevar una retrack, independie­ntemente del sexo”, explica Cristina, con anteriorid­ad conductora de camiones, además de cinco años en la empresa y dos años como maquinista. Un trabajo por el que se estipula el mismo sueldo para todos, además de la misma responsabi­lidad. Aunque en la estación andorrana sólo está ella y otra en el área de Soldeu. “El hecho de comenzar a trabajar con la puesta de sol es tan alucinante como fresar las pistas de gran pendiente con cabrestant­e para remontar la nieve que los esquiadore­s han bajado durante los descensos. Unas jornadas que requieren ser muy detallista y que sólo se complican las noches de niebla o de intensa nevada”, concluye Galve.

Tarea vocacional la que tiene también Patricia Tarrafeta de Cerler. Con una experienci­a de 15 años –gracias en parte a uno de los encargados, José Brunet–, reconoce que llevar la retrack es un trabajo muy seguro, aunque no se siente lo suficiente valorada por el hecho de ser mujer. “Este es el primer año que me dejan hacer el trabajo con el cabrestant­e gracias a Amancio Arcas, jefe de máquinas”, explica Tarrafeta. Al igual que Baqueira o Font Romeu, con una maquinista en cada una de ambas pistas, la estación nórdica de Guils Fontanera también cuenta con una fémina en la plantilla. Elena Iglesias enlaza la jornada como monitora y maquinista. “Llevo 8 años como titular de la máquina en la estación”, dice. Aunque sí reconoce que “pisar la nieve y hacer la traza para la jornada siguiente es normal siempre y cuando no tengas que conciliar con cargas familiares”.

EL ARTE DE LLEVAR LA ‘RETRACK’ “Después de 15 años, por fin me han dejado trabajar con el cabrestant­e”, dice Patricia Tarrafeta de Cerler

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JOSÉ OTERO Cristina Galve, en Grandvalir­a

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