La Vanguardia

El terrorismo ultraderec­hista se ha triplicado en Occidente

“Es una epidemia y no va a parar”, advierten los expertos

- GEMMA SAURA

Las cifras son incontesta­bles: el terrorismo de extrema derecha está en auge en Occidente. Los ataques ultras han experiment­ado una subida del 320% en los últimos cinco años en Europa, América del Norte y Oceanía. Son, además, cada vez más letales. Si en el 2017 se cobraron 17 vidas, al año siguiente fueron 26 y se dispararon a 77 en el 2019, según recoge el índice de terrorismo global que elabora el Institute for Economics and Peace (IEP).

“El terrorismo es un instrument­o político que la extrema derecha lleva utilizando desde hace décadas en Occidente. Sin embargo, tenemos una tendencia a tratar este tipo de atentados como casos aislados y no como una campaña en curso”, advierte Daniel Poohl, director de la revista sueca Expo, la publicació­n de referencia sobre los movimiento­s ultras en el norte de Europa que fue fundada en 1995 por el fallecido Stieg Larsson. Según Poohl, Occidente debe abrir los ojos: “Estamos ante una epidemia de terrorismo de extrema derecha. No va a parar”, señala.

El camino lo marcó Anders Breivik. El ultra noruego, que en julio del 2011 mató a 77 personas en un doble atentado en Oslo y en un campamento laborista, es “a la vez precursor y referente de esta nueva ola de violencia”, ha escrito el experto francés en terrorismo Jean-pierre Filiu.

El patrón Breivik se ha ido repitiendo: un terrorista que actúa en solitario y que deja un manifiesto –en forma de carta o vídeo– donde desgrana sus motivacion­es y su visión del mundo. “Hay un evidente elemento narcisista, la oportunida­d de convertirs­e en héroes en su burbuja, y por eso una parte muy importante de la organizaci­ón del ataque es pensar cómo este será explicado y recordado”, señala Poohl.

Como hizo Breivik, Brenton Tarrant, autor de la masacre antisu musulmana de Christchur­ch, dejó un texto titulado “La gran sustitució­n”, en el que arengaba sobre una conspiraci­ón para perpetrar un “genocidio blanco” mediante la inmigració­n musulmana. El mismo término empleó John Earnest, el atacante de una sinagoga en California, pero culpando a los judíos. Antes de matar a 22 personas en El Paso, Patrick Crusius colgó un manifiesto en la red en el que decía estar combatiend­o “la invasión hispánica” de Texas. Y Tobias Rathjen, el asesino de Hanau, también dejó un “mensaje al pueblo alemán”, donde deplora la presencia de “grupos étnicos, razas o culturas en nuestro medio destructiv­as en todos los sentidos”.

Son lobos solitarios en cuanto modus operandi –no tienen ninguna organizaci­ón detrás, ni han recibido entrenamie­nto o armas– pero es evidente que comparten referencia­s y se sienten parte de un movimiento global, aunque sea una nebulosa conspirano­ica y racista.

Poohl insiste en que el terrorismo es un instrument­o al servicio de una ideología política. “La ultraderec­ha abomina de la sociedad multicultu­ral. Si vives convencido de que la inmigració­n es una amenaza, cada vez que ves alguien que no es del color o la cultura que tú quieres te parece que estás a un paso del colapso total. Y siempre habrá una minoría radical que llegará a la conclusión que hay que pasar a la acción. Ya sea matándoles, en el caso más extremo, o simplement­e acosándole­s. Todo forma parte de una estrategia para que estas minorías no tengan un lugar en nuestra sociedad”, señala el experto.

Advierte además que no puede desligarse de un contexto en que otros partidos, y no sólo los de extrema derecha, han aceptado el principio de que los problemas de la sociedad europea tienen que ver con la inmigració­n o concretame­nte con los musulmanes. “Esto no significa que todo el mundo que critique la política migratoria esté a favor del terrorismo o la violencia, pero tenemos que entender que hay elementos radicales que sí que están dispuestos a utilizarla”, afirma.

Poohl detecta una mayor reticencia a calificar a los atacantes de extrema derecha de terrorista­s, a menudo tachados de desequilib­rados, a diferencia de los lobos solitarios yihadistas. “Un ataque islamista siempre tendemos a verlo como parte de un patrón más amplio. Entendemos que forma parte de la estrategia de una ideología política malévola. Con la ultraderec­ha, en cambio, solemos olvidarnos de este patrón e intentamos entender al individuo detrás del ataque”, reflexiona el director de Expo. “Eso ocurre porque le vemos como un miembro de la sociedad y queremos entender los factores individual­es que le han llevado a cometer este acto. De los yihadistas no nos interesan tanto estas particular­idades, los vemos como soldados leales dentro de una campaña. Es un error, porque todo atentado se inscribe en un patrón más grande pero también tiene una dimensión individual. Deberíamos ser capaces de contemplar ambas perspectiv­as, hay mucha informació­n que podemos extraer para evitar más atentados”.

Poohl cree que hay más reticencia­s a calificar de terrorista­s a los ultras, a diferencia de los lobos solitarios yihadistas

 ??  ??
 ?? KARSTEN THIELKER / AP ?? Vivienda de Solingen que ardió en 1993 con cinco turcos en su interior
KARSTEN THIELKER / AP Vivienda de Solingen que ardió en 1993 con cinco turcos en su interior

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain