Netanyahu promete miles de viviendas en Jerusalén
Las nuevas colonias separarán Belén de la capital
Beniamin Netanyahu, en plena campaña, ha prometido más cemento sobre Palestina. Nada menos que 5.0000 nuevas viviendas para judíos, tanto en Jerusalén Este como en Cisjordania, en territorios ocupados militarmente por Israel desde 1967. La vuelta de tuerca, en este caso, es que la nueva oleada de colonos israelíes –con sus muros, alambradas, carreteras exclusivas y protección militar– cegará la última vía de comunicación directa entre Belén y Jerusalén. Algo que es visto como un sacrilegio por muchos cristianos, no sólo palestinos. “Estamos conectando Jerusalén”, dijo Netanyahu, sin sonrojarse.
La construcción de 2.610 viviendas en este sector palestino del sudeste de Jerusalén fue aprobada ya en el 2015 y luego guardada en un cajón, ante la presión de Europa y Estados Unidos. Tras la reciente presentación del autodenominado “plan de paz” de Trump vuelve a estar sobre la mesa. “He aprobado la construcción de 3.000 viviendas para judíos en Givat Hamatos”, declaró el primer ministro israelí en funciones, “mil de las cuales saldrán al mercado en breve”. “También 2.200 hogares más en Har Homa”, añadió, en referencia a una zona de la Cisjordania ocupada. El premio de consolación para los israelíes árabes –es decir, para los palestinos con pasaporte israelí- son mil viviendas en otra zona ocupada.
El caso es que Israel sufre un grave problema de vivienda. El precio de los alquileres está por las nubes –los precios de Tel-aviv o Jerusalén son más altos que los de Madrid o Barcelona– y la abrumadora mayoría de los colonos no lo son por celo religioso o nacionalista, sino porque no se pueden permitir otra cosa.
Netanyahu es un político asquenazí (de familia originaria de Europa Central que hablaba alemán) que vive en gran medida del voto de los mizrajíes (de familias originarias de Oriente Medio que hablaban árabe). La situación económica generalmente más precaria de estos últimos los hace más susceptibles a este tipo de señuelos económicos. Sobre todo cuando el nivel de endeudamiento en que han caído muchos de ellos podría llevarles a castigar a Netanyahu.
En todo caso, la factura, una vez más, la pagarían los palestinos. Un portavoz de la Autoridad Nacional Palestina ha advertido que de llevarse a cabo este señuelo “electoralista”, que viola flagrantemente la legalidad internacional, acarreará “violencia”.
Netanyahu no ha hecho más que llevar al extremo la política colonizadora de sus predecesores, hasta el punto de no retorno. Hasta dejar en manos del presidente palestino Mahmud Abbas “un queso suizo” –palabras propias-, un territorio ingobernable.