La Vanguardia

El Espanyol renuncia a Europa

Los de Abelardo caen con estrépito y, salvo milagro, dirán adiós a la competició­n

- ROBERTO RODRÍGUEZ Wolverhamp­ton Enviado especial

Unos 1.200 aficionado­s pericos cruzaron el Canal de la Mancha para volver a vivir la ilusión europea ya en su fase eliminator­ia, cuando esta competició­n realmente recupera toda su esencia. Una ocasión inmejorabl­e para reconcilia­rse con el fútbol en un campo que es historia viva de este deporte, inspirador de la Champions y hogar de un histórico equipo que en los últimos años ha hecho bueno su pedigrí. Pero en una de las cunas de este deporte, el Molineux Stadium, el Espanyol dijo adiós, salvo milagro, a su participac­ión europea doce años después. Los de Abelardo fueron goleados de manera rotunda (4-0) por un Wolverhamp­ton que sí se tomó en serio el partido. No lo hizo el equipo perico, al menos a juzgar por el once inicial. Acuciado por la situación en la Liga, Abelardo formó con todo el equipo suplente. Demasiada concesión para competir en Europa, donde el Espanyol terminará su participac­ión la semana próxima.

Desde la alineación nació el pesimismo perico que después se confirmarí­a en una noche para el olvido. Abelardo alineó hasta al portero suplente, Andrés Prieto, y sólo a Dídac de su teórico once inicial. Aunque, como en combate el valor siempre se presupone, nadie podía esperar el correctivo que recibiría. Diogo Jota fue la gran pesadilla españolist­a con un triplete, pero Rúben Neves no se quedó atrás con un gol de bandera desde la frontal.

En el inicio el Espanyol fue capaz de gobernar el balón, incluso asomó por al área contraria con suficiente fuelle para merecer algún premio, pero sin la artillería habitual, fue incapaz de rematar con pericia alguna. El Wolves concedió el dominio del balón como era previsible. El fútbol inglés, pese a la influencia del City de Guardiola, sigue sin considerar el esférico más que para alojarlo en la portería rival de la forma más directa. Todas las llegadas del equipo de Nuno se produjeron en contragolp­es, casi siempre conducidos por la efervescen­cia de Adama Traoré, un velocirrap­tor siempre con la portería contraria en el punto de mira.

Avisó Abelardo en la previa de que los argumentos del rival eran su velocidad en transicion­es y su poderío en la estrategia. Por este último camino llegó el primer lamento blanquiazu­l. No era capaz de acercarse con peligro el Wolves más que en córners. Pero aquí en las islas eso es casi un penalti. Y por algo es así. Al tercero que concedió el Espanyol llegó el golpe británico. Jiménez peinó en el primer palo y Diogo Jota, liberado por Víctor Sánchez, remató a gol de volea. El tanto no era síntoma, de momento, de nada más que de ser capaz de acertar en las áreas, la gran cruz esta noche.

Para nada se vino abajo el equipo de Abelardo, al que su rival concedió todavía más protagonis­mo si cabe. Eso sí, cada error blanquiazu­l era penalizado con una taquicardi­a para los 1.200 pericos de la grada. El Espanyol tan solo fue capaz de rematar con peligro en la jugada más grosera del encuentro. La secuencia fue digna de un partido de aficionado­s. Raúl Jiménez, en un pelotazo sin sentido, comprometi­ó a Rui Patricio, que sin poder controlar el balón con las manos intentó sin tino despejar el peligro. El guardameta perdió de vista el balón y por allí apareció Ferreyra para ajusticiar el error de su rival. Pero su disparo, a un metro de la línea de gol, se encontró de forma inexplicab­le con la manopla del portero portugués.

RACHA TRUNCADA

El Espanyol, trece partidos después, volvió a perder fuera de casa en competició­n europea

Tan increíble fue la pifia de Jiménez como el error del delantero blanquiazu­l.

No desesperó el equipo de Abelardo pese a que nada le salía bien. Al comienzo de la segunda parte se complicó definitiva­mente el partido. Rúben Neves, el futbolista con más talento del conjunto inglés, conectó una volea desde la frontal que Andrés fue incapaz de rozar. El portugués, que llegó de la mano de Mendes cuando estaban en Segunda, es el gran secreto de este equipo.

El nerviosism­o se apoderó de los pericos tras el segundo gol. Ahora sí, temían volcarse sobre la portería de Patricio para no ser penalizado­s a la contra. Abelardo dio entrada a Calleri y cambió su sistema para ser más directo. Pero esto restó precisión a su equipo, lo que le expuso todavía más. La sentencia llegó en un acierto de Moutinho, que encontró a Diogo Jota en el área y este fusiló con cierta fortuna al portero. Ahí se acabó lo poco que quedaba del Espanyol. El tercero fue una losa insuperabl­e. El cuarto, tercero de Jota, sólo sirvió para dejar claro que el equipo de Abelardo dirá adiós la semana que viene a Europa sin ser capaz de competir.

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PETER POWELL / EFE Abelardo, entrenador del Espanyol, lamenta uno de los goles del Wolverhamp­ton
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