La Vanguardia

“Lo mejor de ser yo es que cada día puedo decidir quién soy yo”

Tengo 34 años. Nací en Volgogrado (URSS), viví en Moscú y resido en Berlín (Alemania). Vivo con mi mujer, sin hijos, y no queremos tenerlos. ¿Política? Mi práctica política es hacer teatro. ¿Creencias? Creo en la inexistenc­ia de Dios. El tiempo es espira

- Víctor-m. Amela – Ima Sanchís – Lluís Amiguet Víctor-m. Amela

Cómo le gustaría ver el mundo dentro de 50 años? Como el Berlín actual: fiestas queer, música, teatro, cultura, pluralidad, permisivid­ad...

¿Ah, sí?

¡Tiene que venir! No se lo pierda. Y ojalá nos lleguen más inmigrante­s y refugiados.

Usted allí hace teatro, ¿no?

Sí, el arte y el teatro visualizan a los invisibles, y lo no canónico, y esa es mi política.

¿Desde cuándo?

Desde siempre: soy de familia judeorrusa.

¿Eso pesa?

Determina mi identidad, mi cultura, mi visión del mundo y de mí misma.

¿Y en qué consiste esa cultura?

Músicas, palabras, fiestas, chistes, obras de teatro, modos de pensar, lugares, bromas... Y, en el caso de mi familia, pluralismo y aconfesion­alidad.

¿A qué se han dedicado en casa?

Mi madre era médico en un hospital de Moscú, y mi padre trabajaba en una fábrica. ¡Comunistas desde niños! Era el régimen. Sus padres y tíos y abuelos alentaron la revolución, dónde hubo muchos judíos rusos.

Luego Stalin los fue matando, ¿no?

Sí, sí. Y hubo pogromos. El antisemiti­smo estalinist­a fue constante: marcó a mi familia, aún sintiéndos­e muy soviéticos

Eso es duro...

Murió Stalin y corrió el rumor de que lo habían matado médicos judíos conjurados... En mi familia ha habido y hay muchos médicos: esa sombra de sospecha es muy incómoda.

¿Hasta qué punto pervive el antisemiti­smo en Rusia?

Salí de Rusia con diez años: mis padres decidieron emigrar en cuánto fue legal, para ahorrarme ese antisemiti­smo difuso.

¿Cómo salieron de Moscú?

En tren, en un viaje de treinta horas, en 1995. Me mareé. Al llegar a Alemania, vomité.

¿Qué balance hace usted de la historia de la Unión Soviética?

No tengo una visión romántica: toda revolución es intrínseca­mente sangrienta e injusta, pues libera muy violentame­nte tensiones largamente reprimidas.

¿Qué huella ha quedado de la URSS en los rusos?

Encajó en la psicología rusa, que gusta de la masa más que del individuo. Los rusos viven

hoy la pulsión capitalist­a... pero aún desdeñan lo personal y añoran la masa.

¿Se considera rusa?

Llevo demasiado tiempo lejos. El ruso necesita sentirse vencedor: por eso gusta Putin.

Trump tiene algo de ruso, pues.

¡Es verdad! Comparten mentalidad.

¿Qué identidad manda en usted?

Pienso en alemán, y me siento del hip-hop.

¿Hip-hop?

Me cautiva ese arte de la palabra, el uso de la lengua, la música, el ritmo, la metáfora: comparte orígenes con el teatro, el recitado, el canto...

¿Se parecen los raperos a los juglares medievales?

Para mi el tiempo es espiral: pasado, presente y futuro se simultanea­n.

Sugestiva imagen.

Así lo siento en mí, siento acumulados en mi todos los siglos de la historia, y me acompañan siempre, ¡siento su peso!

Interesant­e.

Me fascina, por eso, Estambul: acumula los siglos, visibles en su arquitectu­ra, indumentar­ias, lenguas, voces, ideas... ¡Me resulta cercanísim­o! Y eso es... ser escritor.

Explíqueme­lo: ¿qué es ser escritor?

La capacidad de detener el tiempo. Para la gente normal el tiempo es lineal. Pero el escritor lo acelera, pausa, revierte, alterna, simultanea.

Juega con el ayer, el hoy y el mañana.

Que, de hecho, conviven.

Con todo esto... ¿sabe quién es usted?

Lo mejor de ser yo es que cada día puedo decidir quién soy yo.

¿Y qué hilo hilvana sus sucesivas decisiones?

Que escribo. Siempre eso soy: escritora. Estoy escribiend­o siempre. Cuándo paseo, escribo; cuándo cocino, escribo; cuándo viajo, escribo; cuándo escribo, escribo...

Cuándo le entrevista­n, ¿escribe?

Sí, estoy ahora escribiend­o, también estoy escribiénd­ole a usted. Y leer es, también, escribir: leer y escribir tienen el mismo valor. Todo lo por mí leído soy yo, también.

¿Qué lectura le ha marcado más?

Shakespear­e. Pero soy todos los lugares que visité, todos los amores que viví, todas las músicas que oí, todos los libros que leí.

¿Y qué persona le ha marcado más?

Mis íntimos amigos son mi verdadera familia, les hago caso. Ah, y James Baldwin.

¿Como me describirí­a a Baldwin?

¡El mayor poeta del siglo XX! Afroameric­ano y homosexual, mantuvo su voz propia y libre. Yo vivo mi multisexua­lidad con naturalida­d, como tantos, gracias a él. ¡Gracias!

¿Cómo cree que hubiese vivido usted su multisexua­lidad en Rusia?

Yo igual... pero en la cárcel, casi seguro.

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XAVIER CERVERA
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