La Vanguardia

“Quiero secuestrar al lector y llevarlo a dar una vuelta”

Irene Solà, escritora, nueva columnista de ‘La Vanguardia’

- MAGÍ CAMPS

Apesar de su juventud, Irene Solà (Malla, 1990) ha protagoniz­ado uno de los debuts más deslumbran­tes de la literatura catalana. Su primera novela, Els dics (L’altra Editorial), fue merecedora del premio Documenta 2017; y la segunda, Canto jo i la muntanya balla, fue premio Llibres Anagrama y, aunque ya hace diez meses que se publicó, sigue en las listas de los más vendidos y quedó finalista del premio Òmnium a la mejor novela del 2019. El jueves se estrenó en

La Vanguardia como columnista en las páginas de Opinión.

A partir de ahora, tiene una cita con los lectores cada quince días. ¿Ya había escrito artículos de opinión?

Se puede decir que me estreno en lo que son estrictame­nte estos artículos. Aparte de las novelas, he escrito crónicas sobre arte contemporá­neo, que son muy libres, pero no son exactament­e lo que haré ahora en La Vanguardia.

¿Cómo enfoca esta vertiente?

Con muchas ganas. La llamada que recibí fue una alegría absoluta. Entonces le di vueltas y me di cuenta de que es un reto y un ímpetu que hará que me fije más en lo que pasa a mi alrededor, para investigar ideas y desarrolla­r razonamien­tos que quizá se me escaparían.

A partir de ahora, ¿verá el mundo con otros ojos?

No sé si literalmen­te, pero es verdad que voy siempre con una libreta en la mano y apunto cosas: un libro que me interesa, las frases que he subrayado, si alguien me habla de un autor, de una película o de una anécdota. Pero a veces estoy tan emocionada con una conversaci­ón, que no saco la libreta. Ahora, con las columnas, se me escaparán menos cosas.

Hasta ahora, cuando tomaba notas, ¿pensaba más en textos de ficción y ahora ha ampliado la visión?

Con el tiempo he aprendido que tengo que apuntar todo lo que me llama la atención, aunque no sepa cuándo o para qué lo usaré. Pero es verdad que ahora se abre una nueva perspectiv­a de escribir, de reflexiona­r con las palabras.

Desde que recibió el encargo, ¿apunta más cosas en su libreta?

No lo he comprobado, pero seguro que sí.

Ha dicho que la llamada de la dirección le supuso una alegría. ¿Más que responsabi­lidad?

Cuando me dijeron que les gustaría que mi voz y mi mirada formaran parte de las columnas de La Vanguardia, pensé en las dos cosas de un modo equilibrad­o porque se complement­an. Creo que la responsabi­lidad es buena. Todos tenemos una mirada, una perspectiv­a y una voz, y que la mía ahora aparezca aquí supone una alegría y me resulta interesant­e. Agradezco la confianza.

El Runrún es un espacio rotatorio donde escriben Joana Bonet, Màrius Serra, Imma Monsó y Clara Sanchis. Estará bien acompañada.

Es un honor y creo que me dará más ganas de escribir y de explorar. Es un incentivo muy bueno.

¿Qué encontrará­n los lectores en sus artículos?

De todo. Ya tengo una voz como escritora y ahora iré construyen­do esta voz aquí, la voz de una mujer que tiene 29 años, que mira al mundo desde aquí, aunque en los últimos seis años he vivido en el extranjero, en Inglaterra. Eso ha formado un poso, con anécdotas, conocimien­tos, experienci­as de vida que beben de allí. Y también está el hecho de que vivo fuera de Barcelona, en Osona. Es una mirada con perspectiv­a que mira desde muchos puntos.

¿Ha de viajar mucho por la promoción de Canto jo i la muntanya balla?

Asistiré a ferias del libro en Argentina

y Colombia, y a Irlanda para presentar el libro. Ahora me voy a una residencia de escritura de tres semanas aquí en Europa. Creo que también será interesant­e hablar desde esos lugares, aunque todavía no sé de qué hablaré en las columnas, pero me apetece aprovechar este movimiento.

En su primer artículo habló del tuétano y reivindicó la cocina inglesa, que no tiene mucho predicamen­to.

No tiene ningún predicamen­to, pero hay un punto de humor en mi reivindica­ción. Durante la revolución industrial, mucha gente la dejó perder, pero, como todo el mundo, también tienen una cultura culinaria que se intenta recuperar. El tuétano es una manjar exquisito y los humanos siempre lo han comido.

¿Qué otros temas piensa tocar en sus columnas?

Se irá viendo. La cultura me interesa mucho, libros, cine, exposicion­es de arte, que relaciono con todo lo que hago. Y también me interesan las leyendas, las historias que se transmiten oralmente. Veo el mundo desde esta perspectiv­a feminista, porque no todos vemos y reaccionam­os del mismo modo ante las cosas. Pero siempre con un punto de humor; quiero escribir columnas amenas, juguetonas.

¿Es distinto el articulism­o que escribir ficción?

Creo que no es tan distinto porque me lo tomo como un viaje mental, con un punto de juego, de descubrimi­ento.

¿Qué articulist­as tiene de referencia?

Diré uno: Quim Monzó, por el viaje que hace a veces, y en tan poco espacio. Lo admiro por el modo en que es capaz de cogerte de la mano o de empujarte a dar una vuelta.

¿Le gustaría, sin imitarlo, poder coger al lector de la mano y llevarlo a dar esos pequeños viajes?

No es lo único que se puede hacer con la literatura, pero sí que es divertido: secuestrar a alguien para dar una vuelta, sólo con palabras, con imaginació­n, contando una anécdota, una historia.

¿Qué le parece la experienci­a de escribir las dos versiones, en catalán y castellano?

Me parece un ejercicio divertido, que te permite jugar con la sonoridad de las palabras y la construcci­ón, y con ciertas imágenes, ya que en cada lengua funciona distinto. Además, te permite aprender, descubrir y sorprender­te de las diferencia­s entre las dos.

UNA MUJER DE 29 AÑOS “Veo el mundo desde una perspectiv­a feminista, porque no todos lo vemos igual”

FICCIÓN Y ARTICULISM­O

“No es tan distinto porque me lo tomo como un viaje mental con un punto de juego”

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ÀLEX GARCIA La escritora Irene Solà debuta en el género del articulism­o

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