La Vanguardia

Omella, principal candidato para dirigir la Conferenci­a Episcopal

Los obispos españoles eligen mañana nuevo presidente

- JOSEP PLAYÀ MASET

Los difíciles equilibrio­s de la política española han alcanzado también a la Conferenci­a Episcopal Española (CEE), que mañana martes deberá elegir a su nuevo presidente para sustituir a Ricardo Blázquez, obispo de Valladolid, que acaba mandato y no puede repetir. Y los obispos están en una encrucijad­a: un presidente que apueste por el diálogo y el consenso con el Gobierno o uno que esté dispuesto a levantar un muro contra las reformas de la izquierda; un presidente de transición, como lo fue en su día el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, en otro momento clave, o un candidato más joven con proyección de futuro; un pastor muy vinculado al papa Francisco o alguien que responda más a una Iglesia española durante años identifica­da mayoritari­amente con el perfil de su expresiden­te Antonio María Rouco Varela.

El nombre que está en todas las quinielas es el del cardenal arzobispo de Barcelona Juan José Omella, que el próximo 21 de abril cumplirá 74 años. Se le ha colgado, por parte de los sectores más reaccionar­ios, el sambenito de candidato del Gobierno, sin duda para perjudicar su candidatur­a. Es cierto que es bien visto en el Vaticano, dada su sintonía con el talante del actual papa Francisco, como lo demuestra que desde el 2014 es miembro de la Congregaci­ón para los Obispos, que interviene en la designació­n de nuevos prelados. Y podría contar también con el apoyo del nuncio, Bernardito Auza, aunque por su reciente nombramien­to no ha tenido tiempo de tejer ninguna estrategia.

Otro candidato de peso es el cardenal arzobispo de València Antonio Cañizares, actual vicepresid­ente de la CEE, que el próximo 15 de octubre cumplirá los 75 años, lo cual podría ser un obstáculo, pues a esa edad debe presentar formalment­e su renuncia a la Santa Sede. Tiene el apoyo de los sectores más conservado­res, y sus declaracio­nes de esta semana a Religióndi­gital son significat­ivas: “No me apetece para nada ser presidente, pero si los obispos me votan, aceptaré”.

Los obispos se reunirán a partir de hoy en sesión plenaria y realizarán una primera votación de sondeo, sin candidatur­as previas. Por la noche se irán a cenar y allí empezarán a intercambi­ar opiniones y a fraguar alianzas. Y mañana por la mañana votarán. Son 87 electores: cuatro cardenales, 12 arzobispos, 48 obispos, 18 auxiliares, cuatro administra­dores diocesanos (de Astorga, Coria-cáceres, Eivissa y Zamora) y un administra­dor apostólico de Ciudad Rodrigo.

La primera votación servirá para dictaminar si tienen apoyos algunos obispos más jóvenes que ahora aparecen en un segundo plano. Es el caso de Jesús Sanz, obispo de Oviedo, próximo al Opus Dei. En sus declaracio­nes ha mostrado su perfil más rouquista con afirmacion­es como la referida al actual presidente del Gobierno: “Estamos ante alguien que no tiene conciencia ni firmeza”. Otro prelado muy activo, y más cercano a la línea del papa Francisco, es Ginés García Beltrán, obispo de Getafe, de 58 años, que no ha tenido inconvenie­nte alguno en reconocer: “Vivimos en una sociedad plural y estoy en una diócesis donde sólo el 2% acude a la iglesia”. También podría suceder que si el voto de sondeo aparece muy fragmentad­o surgiese un tapado. Y algunos medios han apuntado ya hacia Mario Iceta, obispo de Bilbao, presidente de la subcomisió­n episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, que ha tenido un papel importante en el debate sobre la eutanasia.

Los obispos deben elegir, además del presidente, un vicepresid­ente, los miembros de la comisión ejecutiva, los presidente­s de las comisiones y subcomisio­nes, el presidente del Consejo Episcopal de Asuntos Jurídicos y tres miembros del Consejo de Economía. Y segurament­e estos cargos servirán para buscar equilibrio­s entre las distintas facciones y evitar que haya ganadores y perdedores claros. Pero aun así, pocas veces en los últimos años la elección de presidente se había considerad­o tan relevante. Son muchos los temas conflictiv­os que pueden surgir en los próximos meses: el pago del IBI, las inmatricul­aciones, los colegios concertado­s, la asignatura de religión, la eutanasia... Y sin olvidar la cuestión catalana.

La actitud dialogante de Omella en relación con el procés no sedujo al independen­tismo, aunque le permitió superar los recelos iniciales. Y tampoco gustaron sus iniciativa­s a los sectores más intransige­ntes del españolism­o, hasta el punto de que han difundido la idea de que recibió instruccio­nes del Vaticano para frenar sus contactos. Todo lo contrario, no sólo llegó a reunirse con Mariano Rajoy y Oriol con Junqueras, sino que hasta el mismo 27 de octubre del 2017, cuando el Parlament aprobó la propuesta de resolución que proclamaba la República Catalana, mantuvo contactos telefónico­s con ambas partes, aunque sin éxito. Esa mediación podría ser, paradójica­mente, el principal obstáculo para su elección.

Los 87 electores están ante una decisión que condiciona­rá la relación con el Gobierno

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XAVIER CERVERA / ARCHIVO El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y el de València, Antonio Cañizares
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