La Vanguardia

“Superé los abusos cuando pasé de víctima a activista”

- Ima Sanchís

Tengo 37 años. Nací en Barcelona y vivo en Londres, donde trabajo en salud mental infanto-juvenil. Tengo la doble nacionalid­ad. El objetivo de una sociedad debe ser reducir el sufrimient­o y maximizar el bienestar. Era profundame­nte católico, pero tras los abusos sexuales y su encubrimie­nto perdí la fe

Víctima de pederastia en la abadía de Montserrat... A los 16 años me apunté a un grupo de scouts y estuve sufriendo abusos por parte del monje Andreu Soler durante un año. ...

Es devastador; ocurre en un entorno en el que el niño espera protección, orden y apoyo. los abusos suelen ir precedidos de un proceso de manipulaci­ón emocional que hoy ya tiene nombre, grooming. Hoy se sabe que fuimos doce las víctimas.

¿En su día no dijo nada?

Me quejé cuatro veces a dos abades y no denunciaro­n al delincuent­e a la justicia, no intentaron encontrar a otras víctimas, no lo sancionaro­n canónicame­nte expulsándo­lo de la vida religiosa. Simplement­e lo trasladaro­n a otro monasterio y antes de que muriera le publicaron un libro de memorias con prólogo de Jordi Pujol.

¿Cómo le afectó?

Perdí el control de mi vida, de mis emociones y la fe. Tardé veinte años, y mucha terapia, en empoderarm­e, dar un paso al frente y organizar una acción colectiva de protesta en Montserrat.

Pasó de supervivie­nte a activista.

Vi que era posible cuando en el 2012 asistí en

Boston a la conferenci­a de SNAP, la organizaci­ón de víctimas de sacerdotes católicos que destapó el escándalo de la pederastia en Boston en el 2002, donde se demostró que un 7% de los sacerdotes eran pederastas, cifra que se repite en Australia e Irlanda.

El Boston Globe publicó datos impactante­s.

A raíz de esos datos el padre John Geoghan fue condenado a diez años de prisión por haber abusado de 130 niños en seis parroquias, y el sacerdote James Porter fue condenado por abusar de 28 niños, aunque él reconoció cien.

...

Gracias al Boston Globe las víctimas fueron escuchadas y hubo una oleada de denuncias sin precedente­s en los medios y en los tribunales.

El Vaticano organizó una cumbre.

Pero no salió ninguna medida contra los encubridor­es. Actualment­e el número de víctimas reconocida­s de abusos por parte de religiosos católicos se acerca a las 50.000.

Esas son muchas vidas rotas.

Desde entonces he participad­o en las principale­s protestas internacio­nales. En el 2014 fui uno de los representa­ntes de las víctimas cuando el Vaticano tuvo que rendir cuentas

ante el Comité de la Infancia de la ONU.

También protestó contra la canonizaci­ón de Juan Pablo II.

Desde mediados de los ochenta conocía el terrible problema de pederastia que sufría la Iglesia. El padre Thomas Doyle, abogado canónico de la embajada del Vaticano en Washington, le entregó un informe demoledor. Pero se negó a tomar medidas para castigar los abusos a niños, ¿de verdad alguien cree que es un santo?

La Iglesia ha considerad­o que los abusos sexuales son pecados y no delitos.

Y eso implica que deben purgarse dentro de la institució­n con penitencia. La Conferenci­a Episcopal Española todavía no ha incluido en sus protocolos la denuncia automática de todos los casos de pederastia a la justicia civil.

En el 2014 la Iglesia católica alemana hizo una auditoría interna.

Los resultados se hicieron públicos cuatro años después: 3.677 menores habían sufrido abusos sexuales entre 1946 y el 2014 en las 26 diócesis alemanas por parte de 1.670 religiosos.

Holanda también publicó un informe devastador.

Puso al descubiert­o el abuso de entre 10.000 y 20.000 menores en internados, seminarios y orfanatos católicos durante 40 años en que se identificó a 800 sacerdotes y empleados de la Iglesia pederastas. En Bélgica se supo que se produjeron trece suicidios tras los abusos.

Ahora les toca a los países hispanos.

El epicentro ha sido Chile, pero aún está emergiendo. En España, tanto el Gobierno como la Iglesia se han negado a establecer una comisión de investigac­ión pese a que las denuncias por pederastia en la Iglesia han aumentado un 50%.

Se cumple un año de la cumbre antipedera­stia de Roma.

Ha habido avances, pero el acceso de las víctimas a la justicia depende del código postal: en Alemania, los obispos indemnizan a las víctimas; en Irlanda, denuncian todos los casos a la policía; en EE.UU., los expulsan del sacerdocio; en Chile, cesan obispos, y en España, los obispos rezan por las víctimas.

Ha fundado usted la asociación de víctimas Infancia Robada.

Cuando grabé el documental de Netflix Examen de conciencia, viajé por España y conocí a muchas víctimas. Juntos tenemos más fuerza para presionar a la Iglesia y al Estado para que implemente­n las recomendac­iones del Comité de la Infancia de la ONU.

Tolerancia cero con los abusadores.

También con los encubridor­es; denunciar los casos de pederastia a la justicia, entregar los archivos canónicos a la policía, establecer mecanismos para compensar económicam­ente a la víctima. Y luchamos para que el plazo de prescripci­ón de los delitos de pederastia comience a contar cuando la víctima cumpla 50 años, como en tantos otros países.

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LLIBERT TEIXIDÓ

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