De carretera a vía cívica
La vieja aspiración de los municipios de la comarca del Maresme por los que pasa la N-II de ver la transformación de esta carretera en una vía cívica, con mucho menos tráfico y más integrada en el paisaje urbano, que deje de constituir una barrera entre estas poblaciones y la línea de costa, no acaba de materializarse. Van pasando los años y las promesas y todo sigue prácticamente igual. Y ello a pesar de que, hace ya una decena de años, el Ministerio de Fomento avanzó a la Generalitat la primera partida –cerca de 100 millones de euros sobre un presupuesto total de 400 millones– para iniciar los trabajos de pacificación de esta vía. La cuestión cobra de nuevo plena vigencia ahora que en el horizonte aparece ya –agosto del 2021– la liberalización de la C-32, la primera autopista de peaje en Catalunya, que este año cumple medio siglo de vida. Es el momento de abordar sin más dilaciones un proyecto que el Maresme reclama con toda razón, con unos recursos económicos que en su día fueron desviados para cubrir otras necesidades financieras de la Generalitat.