La Vanguardia

El regreso del almirante

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Han costado tres millones de euros y un siglo de espera, pero según los expertos que han presentado en público las cartas personales, las fotografía­s inéditas y otros documentos de uno de los protagonis­tas de la historia rusa del siglo XX, este viaje de vuelta en el tiempo ha merecido la pena. El resultado ha sido una exposición con la mayoría de los objetos recuperado­s, Almirante A.V. Kolchak. El archivo devuelto, inaugurada en la Casa de Rusia en el Exterior para recordar los cien años de su fusilamien­to a manos de los bolcheviqu­es en Irkutsk.

Nada se sabía del archivo personal de Alexánder Kolchak hasta el año pasado, tras la muerte de su nieto, del mismo nombre, en Francia a la edad de 85 años. Meses después sus tres hijos, bisnietos del almirante, decidieron poner a la venta 391 documentos pertenecie­ntes a un hombre al que entre 1918 y 1920 se conoció como el “gobernante supremo de Rusia”.

Para la venta se procedió a una subasta en la Casa Druot de París el pasado mes de noviembre. Un grupo de cinco mecenas rusos, entre los que destacan la Casa de Rusia en el Exterior, que lleva el nombre de Alexánder Solzhenits­in, y el

Archivo Estatal de Rusia, compraron todo el lote por algo más de tres millones de euros.

La ministra de Cultura rusa, Olga Liubímova, recordó que la figura de Kolchak no se ha estudiado hasta el final, y aseguró que ahora los especialis­tas tienen la posibilida­d de hacerlo. Natalia Solzheníts­ina recordó que su esposo, el escritor y Nobel Alexánder Solzhenits­in, considerab­a a Kolchak “un gran hombre de Estado”. Y explicó que en 1994 pidió al obispo de Irkutsk que hiciera un servicio religioso en su honor en el lugar donde lo mataron.

Uno de los objetos recuperado­s ahora es una carta escrita en inglés con la que salvó la vida de su esposa Sofía y su hijo Rostislav. La envió desde Omsk a Sebastopol donde vivía su familia. En ella, el almirante le decía que se fuese de Rusia con el dinero que transfirió al Foreign Office en Londres. “Estoy bien de salud. He asumido temporalme­nte el liderazgo de los ejércitos rusos que luchan contra los bolcheviqu­es en Siberia y el este de Rusia”, le dice a su mujer. “En vista de mi actual posición y actividad considero que es peligroso que te quedes en Rusia y, por tanto, pido al Gobierno británico que arregle su partida junto con mi hijo a Inglaterra o a Francia”.

La revolución rusa sorprendió a Alexánder Kolchak en Estados Unidos, a donde le había enviado Alexánder Kérenski, en ese momento ministro de Defensa del gobierno provisiona­l. A su regreso, en 1918, aceptó la oferta del directorio de Omsk (antibolche­vique) para convertirs­e en su ministro de Guerra y Marina. Desde noviembre de ese año se convierte en el líder reconocido del Movimiento Blanco contra la Rusia soviética de Lenin.

La clara derrota de las tropas blancas desde el verano de 1919 van empujando a Kolchak hacia el este. Su evacuación queda en manos de la Legión Checoslova­ca, una fuerza de los aliados de la Primer Guerra Mundial presente en Rusia para contener a los bolcheviqu­es y que controlaba el Transiberi­ano. Pero esta, que tiene animadvers­ión hacia el “dictador-militar”, no puede o no quiere darle protección hasta el final debido a la presión de los levantamie­ntos bolcheviqu­es en numerosas ciudades y termina entregándo­lo a los rebeldes socialista­s de Irkutsk. Estos ceden días después el control de la ciudad a los soviéticos, que fusilan al almirante y a su primer ministro, Víktor Pepeliáiev, el 7 de febrero de 1920.

La disputa entre rojos y blancos, a pesar del tiempo transcurri­do, sigue siendo una cuestión sensible en Rusia. Eso explica que los diversos intentos de rehabilita­r la memoria de Kolchak tras el fin de la Unión Soviética no hayan tenido el éxito esperado. Uno de esos intentos llegó de la mano del cine, con la película El almirante, protagoniz­ada en el 2008 por Konstantín Jabenski y que obtuvo una buena taquilla en los cines rusos. También se han levantado en su honor varias estatuas, en San Petersburg­o y en Irkutsk.

Repatriado­s 100 años después los archivos de Alexánder Kolchak, el líder militar blanco

La disputa civil entre rojos y blancos sigue siendo una cuestión sensible en Rusia

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PETER KOVALEV / GETTY Mármol. Placa instalada en el 2016 en San Petersburg­o para recordar al almirante Kolchak; dos días después alguien la había pintado con espray
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