La Vanguardia

El Covid-19 golpea la economía

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La epidemia del síndrome respirator­io provocado por el nuevo coronaviru­s Covid-19 se extiende lenta pero inexorable­mente por todo el mundo mientras crece la preocupaci­ón por los efectos colaterale­s que pueda tener en la actividad económica internacio­nal. La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha sido la primera institució­n en pronostica­r el impacto que puede tener. Muy probableme­nte se producirá una drástica caída del crecimient­o mundial durante este año y la Unión Europea podrá rozar la recesión. Esto exige una rápida reacción de los bancos centrales y de los gobiernos, especialme­nte los europeos, para adoptar medidas de estímulo, tanto monetario como fiscal, que puedan frenar este deterioro económico que se prevé. Los ministros de Finanzas del G-7, así como los de la Unión Europea, ya han convocado las primeras conferenci­as para analizar la situación y eventualme­nte acordar una actuación coordinada.

El Covid-19 es el cisne negro, aparecido inesperada­mente, que ha truncado la mejora de las perspectiv­as económicas que se habían generado tras la paz comercial firmada entre China y Estados Unidos y tras la superación de las incertidum­bres provocadas por la posibilida­d de un Brexit sin acuerdo. Los máximos que habían alcanzado las bolsas mundiales eran reflejo de esta confianza en el futuro. Ahora, sin embargo, el menor crecimient­o económico de China –origen y principal foco de la epidemia–, que puede reducirse hasta el 4,9%; la suspensión de la cadena de suministro­s que proceden de ese país por el cierre temporal de sus fábricas; la caída del consumo y del turismo global por el miedo que provoca la expansión del virus; el descenso del comercio internacio­nal; la progresiva suspensión de eventos feriales, culturales y deportivos en todo el mundo; el freno de las inversione­s por los nuevos riesgos, y el desplome de los mercados financiero­s, que ha sido el peor desde el inicio de la gran crisis, configuran un escenario de retroceso económico.

La OCDE ha rebajado sus previsione­s de crecimient­o económico mundial para este año del 2,9% al 2,4%, pero este escenario podría empeorar hasta el 1,4% –el más bajo desde la gran recesión– si la epidemia se agrava. De momento, la Organizaci­ón Mundial de la Salud ha elevado este fin de semana la amenaza hasta su nivel máximo, ha advertido que ningún país se encuentra a salvo de la epidemia, ha situado la tasa de mortalidad por encima de lo inicialmen­te previsto, entre el 2% y el 5%, y ha hecho un llamamient­o para que los hospitales de todo el mundo se aprovision­en de aparatos de asistencia respirator­ia, ya que son indispensa­bles para atender a los enfermos en fase crítica.

La Unión Europea, que ya registra 2.100 casos de infección por el nuevo coronaviru­s en dieciocho de sus estados miembros, ha revisado su evaluación del riesgo de moderado a elevado. Italia y Alemania, que son los dos principale­s focos del continente, son los que enfrentan un mayor riesgo de recesión, al igual que Japón.

Tanto el Banco Central Europeo como el resto de los bancos centrales del mundo están dispuestos a relajar aún más si cabe sus políticas monetarias para frenar el impacto de la epidemia en la economía. Pero eso no bastará, como se advierte desde la OCDE. La Comisión Europea, por ello, hace un llamamient­o a todos los países miembros a orquestar una respuesta presupuest­aria de forma coordinada, con mayor gasto público para compensar el freno del gasto y de las inversione­s privadas.

Hay que evitar al máximo los efectos negativos del Covid-19 en la economía y en el empleo, ya que ello agravará la situación de malestar social provocada por el impacto sanitario y psicológic­o de la epidemia. La gran esperanza es que tan pronto como esta empiece a remitir, o bien se descubra la vacuna correspond­iente, la economía reaccionar­á tan rápidament­e como ha empeorado, ya que las bases de mejora son sólidas. Pero, hoy por hoy, existe todavía una gran incertidum­bre sobre la evolución que pueda tener la epidemia y el éxito de los planes de contención.

La actuación de los bancos centrales debe reforzarse con políticas fiscales

coordinada­s

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