William Klein revela toda la vida callejera en la Pedrera
La Pedrera dedica una amplia retrospectiva al seminal fotógrafo que rompió las distancias y se sumergió entre la masa
Un genio de la fotografía toma la Fundació Catalunya La Pedrera. Con una retrospectiva apabullante. Una explosión de vida callejera, ingenio, arte y compromiso titulada William Klein. Manifiesto. Doscientas obras que muestran la influencia decisiva de Klein (Nueva York, 1928) y la revolución que supuso para la fotografía. Instantáneas que captan el mundo real, las bulliciosas calles del Nueva York de los cincuenta, pero también las de Roma, Moscú, París o Tokio, lejos de los tópicos retratos oficiales. Fotos llenas de gente, de extraña e indiscutible verdad cotidiana en las que Klein –que ayer recorrió en silla de ruedas la muestra– está muy presente a través de las miradas a cámara de los retratados, con los que capta el alma de la sociedad.
Por ejemplo, en instantáneas icónicas como Cuatro cabezas, de 1954, que reúne en una poderosa imagen de calle los rostros de una judía, un afroamericano, un latino y un policía irlandés. Cuatro almas de la ciudad de los rascacielos tomadas de cerca –su distancia buena eran 50 centímetros–, la vida real como la contaban los diarios populares, estridente, sin limpieza aséptica, sin las distancias de la fotografía hasta entonces. Klein se sumergió en la masa y captó la humanidad en movimiento, como una película, logrando que sus disparos contaran largas historias con una toma.
Y abrió caminos que muchos siguieron. Fuera en la fotografía de calle, la experimental o la de moda, con la que acaba la muestra. Y es que su explosión está ligada a Vogue, que, por cierto, le censuró una fotografía que se puede ver en La Pedrera: su voluntad de mostrar la realidad le llevó a incluir en 1964, junto a dos modelos fotografiadas en una calle de Nueva York, a un empleado negro sentado en el escaparate de una barbería. Vogue cortó al trabajador. Para la comisaria de la muestra, Raphaëlle Stopin, si Richard Avedon sacó la fotografía de moda a la calle, Klein la sumergió en ella. Y no como un marco decorativo: la calle es suya. Modelos que salen de un taxi, que caminan por Park Avenue o por la plaza de España de Roma, con él en lo alto de las escaleras con un teleobjetivo pidiéndoles que atraviesen una y otra vez el paso de cebra junto a la gente, las motos, hasta alterar la circulación habitual, la vida. Y entonces, las inmortaliza.
Nacido en 1928 en Nueva York en una familia de judíos húngaros, en 1947 realizó el servicio militar en París y allí se instaló. Frecuentó a Fernand Léger, de quien aprendió a representar el mundo obrero, la ciudad moderna y la escala monumental.
Si Avedon sacó la fotografía de moda a la calle, señala la comisaria, Klein la sumergió en ella
En 1952, unas fotografías en blanco y negro de casas de campo que transformaba en cuadros de Mondrian le llevarían a Vogue al verlas Alexander Liberman. Sería el regreso de Nueva York a la vida de Klein, quien pudo seguir su carrera utilizando los medios de la revista y realizar las famosas series callejeras que cambiaron la historia de la fotografía. También la catalana: la última imagen de la muestra, siete modelos en un backstage retratadas en blanco y negro, traslada al espectador a las fotos de Leopoldo Pomés en la Barcelona de la gauche divine.