La Vanguardia

La vida por un Rolex

La muerte de un adolescent­e que intentaba robar el reloj a un policía horroriza Nápoles

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

El joven Ugo Russo, de sólo 15 años, ha perdido la vida por un Rolex. Su muerte, provocada por los tres tiros que le propinó un policía vestido de civil al que intentaba robarle el reloj, tiene horrorizad­a a la ciudad de Nápoles. El crimen sucedió el pasado fin de semana. El policía, otro joven de 23 años que se encontraba fuera de servicio, estaba en el coche con su novia un sábado por la noche. Entonces llegaron los adolescent­es, Ugo y un amigo suyo de 17 años, que conducía la moto. Se acercaron a unos dos metros del coche. Ugo bajó y le apuntó con una pistola, que luego resultó ser de juguete, una réplica de una Beretta 52. Le pidió que le diera el reloj. El conductor le respondió con tiros. Uno le alcanzó en el pecho.

Ugo Russo terminó la noche en la sala de urgencias del hospital Pellegrino de Nápoles, pero su estado era demasiado grave. Los médicos no pudieron hacer nada para salvarlo. Invadidos por la rabia, los amigos del chico decidieron consumar su venganza destrozand­o la sala de urgencias del centro hospitalar­io, en un momento en el que Italia necesita más que nunca estas estructura­s ante la emergencia sanitaria del coronaviru­s. En las imágenes del acto vandálico, tomadas con algunos teléfonos móviles, aparecen los padres de Russo devastados mientras otras personas entran de forma precipitad­a en el Pellegrino, revientan camillas y material médico, y después se funden en los callejones del distrito de Pignasecca.

“He pedido perdón por lo que han hecho en el hospital, yo estaba junto al cadáver de mi hijo, no lo podía saber”, ha contado a los medios italianos Vincenzo Russo, el padre del adolescent­e fallecido. “Pero vivimos en un contexto difícil: en urgencias hay médicos buenos y arrogantes, policías buenos y arrogantes, uno puede tener esta reacción en caliente pero no les quiero culpar. Quiero decir, lo podría haber hecho también yo si en el lugar de mi Ugo hubiese sido otro hijo de una familia que conozco y me hubiese encontrado una persona arrogante”.

La tragedia deja en evidencia que Nápoles no ha dejado atrás los días del horror. Mientras las viejas generacion­es de camorrista­s sufren dificultad­es –muchos de los viejos capos están en la cárcel, se han vuelto pentiti (arrepentid­os que colaboran con la policía) o ya han sido asesinados–, desde hace unos años los napolitano­s viven preocupado­s por otro terror más inhumano. Desde una oleada de ataques violentos en el 2017, se las llama baby gangs , bandas organizada­s de adolescent­es. Algunos de ellos no han cumplido los catorce años y en lugar de ir a clase se dedican al tráfico de drogas, robos y atracos.

Ugo Russo tampoco estudiaba. Estaba inscrito en un instituto que no frecuentab­a, como el 30% de los jóvenes en los barrios más degradados de la ciudad. Para muchos de estos chicos, la escuela no lleva al camino vencedor. Los médicos del hospital encontraro­n entre su ropa otro Rolex y una cadena, descubrien­do que ya había realizado otro atraco. “Nadie dice que Ugo fuera un santo –dice su padre– pero no se puede morir así. Si se equivocó tenía que ser castigado, pero con el arresto, no con la muerte. Es una reacción del todo desproporc­ionada”.

El policía está siendo investigad­o por homicidio voluntario. Aunque el joven dice que actuó en defensa propia y siente la muerte de Russo, al haber disparado tres tiros la acusación dice que tenía intención de matarle. El chico que acompañaba al adolescent­e en la moto, también detenido, mantiene que en ningún momento informó de que era policía. “Fue una ejecución a todos los efectos y por eso debe ser condenado”, defiende Vincenzo Russo, que acusa al policía de dispararle a la cabeza cuando su hijo intentaba escapar. El crimen ha llegado a la política y el ultraderec­hista Matteo Salvini, siempre partidario del puño de hierro contra el crimen, ha salido en defensa del miembro de las fuerzas del orden.

Ugo Russo nunca supo que el joven que estaba en el coche y llevaba un Rolex era un policía. El garante de los detenidos en Nápoles, Pietro Ioia, ha añadido algo más cruel: “No es su culpa, pero no puedes ir por Nápoles con un Rolex en la muñeca”. La absurda delincuenc­ia juvenil napolitana se lleva otra vida en Italia.

Los amigos de Ugo Russo destrozaro­n la sala de urgencias del hospital para vengarse

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NURPHOTO / GETTY Nápoles criminal. La violencia de las viejas bandas de la Camorra ha sido sustituida por la violencia de los adolescent­es, los baby gang
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