La Vanguardia

¿Será el XXI el siglo de China?

- Josep Antoni Duran Lleida

Según los libros de historia, Napoleón Bonaparte advirtió que cuando China despertara, el mundo temblaría. Alguien podría pensar sarcástica­mente que el coronaviru­s ha venido a plasmar la profecía del emperador francés. Sin embargo, no parece que la premonició­n de Napoleón tuviera relación con los efectos sísmicos de una epidemia como la actual. Si bien es cierto que el coronaviru­s provoca temblores en los cinco continente­s, los chinos no sólo no podrán eludir sus efectos, sino que en cuanto a las previsione­s de impacto económico, la caída de su PIB se prevé superior a la del PIB mundial.

Lo que presagió quien fue el primer cónsul de la República Francesa está más bien alineado con la irónica expresión de Henry Kissinger: “La tierra prometida es China, y los chinos ya están allí”. Efectivame­nte, la evolución de China a partir del mandato de Deng Xiaoping (conocido como el Gorbachov chino) ha sido una historia de éxito. Progresiva­mente, están reconstitu­yendo un imperio, y con creciente determinac­ión y descaro ejercen su poder en un mundo global.

Deng fue el ideólogo de las cinco modernizac­iones que han situado a China, junto a Estados Unidos, en la pugna por el liderazgo mundial. La primera, la agrícola, dio marcha atrás a la colectiviz­ación de la tierra. La segunda, la de la industria, avanzó a partir de la normalizac­ión de sus relaciones con los norteameri­canos. En el primer viaje a EE.UU., Deng pidió a Carter el estatus de nación más favorecida, a lo que el presidente norteameri­cano contestó que este sólo se concedía a las naciones que permitían la libre emigración de sus ciudadanos. La respuesta de Deng –“¿cuántos millones de chinos quiere?, ¿diez le parecen suficiente­s?”– abrió las puertas al estatus solicitado. La tercera modernizac­ión fue la tecnológic­a, con la importació­n de tecnología­s punta desconocid­as hasta entonces por China. La cuarta, la militar, ideada por Deng, y aplazada tras la masacre de Tiananmen, fue retomada por Hu Jintao a raíz de la invasión de Irak por EE.UU. Pero consciente­s de que en este terreno los norteameri­canos llevan clara ventaja, el actual líder, Xi Jinping, ha impulsado el desarrollo de la defensa china con el Programa Nacional de Alta Tecnología para Aplicacion­es Militares y Civiles. Sin olvidar las inversione­s estratégic­as en el sur de Asia, África, América Latina e incluso Europa, en el marco de la iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda. Inversione­s que, estimadas entre 1 y 8 billones de dólares, representa­n la mejor carta de presentaci­ón de su modernizac­ión militar y un claro referente de su apuesta geopolític­a.

En la quinta de las modernizac­iones –la democrátic­a– es en la que China acumula los mayores déficits. La convicción de que, cuando China fuera rica y tuviera necesidad de abrirse, la conversión a la democracia sería irreversib­le no se ha materializ­ado. En el interior, Xi Jinping acumula y ejerce todo el poder con la legitimida­d que le proporcion­a el crecimient­o económico. En el exterior, dejando atrás la discreción de anteriores líderes, Xi Jinping ha tomado conciencia del poder blando, del soft power. Y aunque no le importe mucho la percepción que las sociedades occidental­es puedan tener de China, no ceja en su empeño en rebajar la hostilidad hacia su país.

Estas cinco modernizac­iones están en la base de la fortaleza de China en el siglo XXI. ¿Será este su siglo? Hay muchas posibilida­des de que así sea. Más si, a pesar de los cíclicos periodos de confrontac­ión habidos con Rusia a lo largo de la historia y del poco aprecio mutuo, ambos países llegan a ser capaces de materializ­ar acuerdos, combinando la audacia política rusa y el poder económico y tecnológic­o chino. Un par de acuerdos relevantes van en esta dirección: los rusos, a través del gasoducto Poder de Siberia, suministra­rán más de un billón de metros cúbicos de gas a China durante los próximos 30 años; y la empresa rusa de telecomuni­caciones MTS ha convenido con China el desarrollo de redes 5G.

¿Cuáles son las debilidade­s de China? La falta de democracia, por supuesto. Al menos desde la óptica occidental. Pero cuidado con este dato: en nuestro entorno aparece con fuerza la temible idea de que la democracia no es necesaria para el éxito de un país y que incluso puede llegar a ser un obstáculo. El envejecimi­ento de su población, las insuficien­cias en la lucha frente al cambio climático y la falta de seguridad alimentari­a deben añadirse al inventario de sus flaquezas. Y desde luego, lo que podrá mermar el futuro liderazgo chino será el balance final de la crisis del coronaviru­s y sus repercusio­nes en el crecimient­o económico.

Mientras tanto, habrá que acostumbra­rse a interpreta­r determinad­os hechos en función de esta lucha por la hegemonía en el siglo XXI. La guerra comercial entre Estados Unidos y China es uno de ellos. Como lo son las prevencion­es y amenazas de EE.UU. a la Unión Europea con relación al uso y desarrollo del 5G. Nos falta saber si en la suspensión del Mobile World Congress ha pesado más el coronaviru­s o la guerra por la hegemonía del siglo XXI.

En la suspensión del Mobile, ¿ha pesado más el coronaviru­s o la guerra por la hegemonía mundial?

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