Habilidad y atrevimiento
Nos ha dejado José María Gil-vernet. Nos ha dejado la gran figura de la urología del siglo XX. A nivel profesional, su perfil más destacado era el de cirujano. Probablemente, el mejor cirujano que he conocido, que aunaba inteligencia y habilidad. Pero sobre todo destacar su atrevimiento, basado en un profundo conocimiento anatómico, que le llevó a ser, ante todo, un cirujano innovador. Muestra de ello fue realizar el primer trasplante de riñón en España en el año 1965. Son numerosos los hitos quirúrgicos que desarrolló en el último tercio del siglo XX. Resumiría en que desarrolló técnicas que en su momento se vivieron como revolucionarias y que, con el paso del tiempo, se han convertido en rutinarias.
Su fama traspasa fronteras de manera que atrae a numerosos urólogos de todo el mundo a visitarlo en el hospital Clínic de Barcelona. Desarrolló toda su vida profesional y académica ligada al hospital Clínic y a la Universitat de Barcelona.
Su ingenio le permite crear una forma de hacer, una concepción de la urología más moderna, que pone a Barcelona como gran referencia de la urología española e internacional. Crea escuela.
Era capaz de atraer a Barcelona, en los cursos que organizaba, y donde él y su cirugía eran los únicos protagonistas, hasta un millar de urólogos. Algo impensable en los setenta y ochenta. Su nombre abría puertas en cualquier universidad del mundo. Recuerdo que sólo mencionar que estaba formado bajo su dirección, me abrió inmediatamente las puertas de la clínica Mayo en Estados Unidos, para realizar mi ampliación de estudios al acabar mi especialidad.
A nivel personal, lo calificaría, ante todo, como inteligente con una gran agudeza. Una persona vital, que cuidaba también de su vida fuera del ámbito profesional. Divertido en los círculos pequeños, entre sus amigos y colaboradores. Siempre recordaré su fina ironía en quirófano. Respetado por todos, sabía aceptar la irreverencia de un joven urólogo quien al ser interpelado por aparecer un cabello en el campo quirúrgico, le contestó que él no tenía canas y ese cabello era blanco. El silencio se impuso en el quirófano y él, en vez de reprender mi atrevimiento, estalló en una carcajada. Genio y figura.
Don José María, te puedes ir tranquilo. Tú legado de cirujano, al igual que lo hizo tu padre don Salvador, con sus grandes avances en la anatomía, han dejado huella en nosotros. Nuestra Escuela en el hospital Clínic de Barcelona, que actualmente dirijo, guardarán para siempre esos principios de excelencia quirúrgica que nos inculcaste. Echaremos de menos al gran hombre.
Fue el responsable de la realización del primer trasplante de riñón en España en el año 1965