La redención de un neonazi: acabar dando charlas sobre tolerancia
El israelí Guy Nattiv narra en ‘Skin’ la historia real de Bryon Widner
El director israelí Guy Nattiv buscaba material para su primer largometraje estadounidense cuando se topó con la increíble historia de Bryon Widner leyendo el diario Haaretz en un café de Tel Aviv.
Quedó totalmente impactado con las imágenes de la transformación radical de un hombre que a los 14 años, y tras ser criado prácticamente en la calle por unos padres alcohólicos, fue acogido en el seno de una familia de supremacistas blancos en Indiana (EE.UU.) que lideraban el violento grupo Vinlanders Social Club. Además de llenarle el corazón y la cabeza de odio, le empujaron a cubrir su cuerpo y rostro de tatuajes con mensajes racistas. Las páginas del diario mostraban el antes y el después de su aspecto tras pasar durante casi dos años por varias intervenciones dolorosas para eliminar todas aquellas huellas del pasado que habían quedado marcadas en su piel.
Dos relaciones cruciales le habían guiado hacia una nueva existencia pacífica en la que decidió reinventarse estudiando la carrera de psicología criminal y ofreciendo charlas por todo el mundo sobre tolerancia: la sentimental al lado de su novia Julie, una madre soltera de tres hijas, y la de Daryl Lamont Jenkins, fundador de la organización One People’s Project, que ayuda a reformar a los supremacistas blancos.
Nattiv tenía claro que ese era el material idóneo para su nueva película, que llevaría por título Skin (piel). Primero contactó con Widner por e-mail y le dijo que quería hablar de su historia.tardó dos meses en contestarle. Tras conversar por Skype, quedaron
para verse en persona en un bar de Alburquerque. “Tenía miedo de conocer a un exneonazi, pero lo que realmente me encontré fue a un tipo muy inteligente que se mostró muy sincero, abierto, cálido y confiado. Hubo una conexión humana muy rápida entre los dos”, asegura Nattiv en conversación telefónica con La Vanguardia.
Sacar adelante el proyecto fue una tarea ardua. Ningún productor quería apostar por él. “Me dijeron que los temas de neonazis no interesaban”. No fue hasta el éxito de su cortometraje también titulado Skin, con el tema en común del racismo y ganador del Oscar en el 2019 en la categoría de corto de ficción, que la película pudo ver la luz. La elección más complicada fue la de buscar al protagonista. El británico Jamie Bell (Billy Elliot) nunca estuvo en la mente del director, pero fue el único que se atrevió a asumir un papel complejo y arriesgado del que sale victorioso. Bell se empapó de la vida de Widner y trabajó codo con codo con él para crear “un monstruo que un día se despierta de un largo coma y se da cuenta que es humano” .
Skin, que llega hoy a las salas españolas, está dedicada a la memoria de Ruben Monowitz, abuelo del realizador y superviviente del Holocausto que falleció en el 2017 a los 96 años. “Cuando le hablé de Widner me dijo que era una historia que tenía que contar. Él siempre inculcó a sus nietos que no se puede vivir la vida con odio porque entonces seríamos hombres amargados. Nos decía que la gente puede cambiar. Necesitamos aceptar a esta gente si realmente quiere cambiar a mejor. La redención no solo se logra con amor, tenemos que ayudarles de verdad”.