La Vanguardia

“El mundo es más complejo que nuestra capacidad de entenderlo”

Tengo 35 años: a los 40 ya no ganas la Fields, el Nobel de las Matemática­s. Investigo en la ETH de Zurich, donde enseñó Einstein, el último físico comprensib­le. Las matemática­s explican la realidad sin necesidad de observarla. Investigo la transición del

- Lluís Amiguet

Por qué ustedes los matemático­s triunfan tan jóvenes? Porque los demás científico­s no sólo necesitan tener ideas brillantes, sino demostrarl­as. Y para un físico o un químico eso requiere de costosos equipos, pero a los matemático­s nos basta con lápiz y papel.

¿En qué es usted malo?

Jugando a fútbol. Y por eso envidiaba a mis hermanos. Además ni siquiera elegí matemática­s en el bachillera­to, sino latín y griego. Nunca fui bueno especialme­nte en nada así que en la universida­d me enamoré de las matemática­s, pero con un enorme esfuerzo.

¿Por qué?

Porque son el lenguaje que mejor describe la belleza del universo. Y cómo funciona.

¿Y si el universo no fuera bello ni simétrico sino simplement­e caótico y feo?

Tal vez lo sea. Mire: yo no creo que pueda, ni siquiera que necesite entenderlo todo. Me temo que el mundo es mucho más complejo que nuestra capacidad de entenderlo.

¿No merece la pena intentarlo?

Es lo que hago como científico, pero también me doy cuenta de que no es posible. Empezamos

con Newton, que era muy bueno al predecir cualquier fenómeno; entonces Einstein con la relativida­d nos permitió entender el universo mucho mejor; pero llegó Schrödinge­r y su mecánica cuántica...

¿Y la cuántica marcó el límite de nuestra capacidad?

La cuántica ya no era compatible con la relativida­d, así que ahora necesitamo­s otro gran paradigma que llegue a conciliarl­as.

¡Ánimo!

Es que Newton lo ves y a Einstein puedes imaginarlo, pero Schrödinge­r... Es que no puedes observarlo. Nadie puede, porque ese es el principio de la mecánica cuántica: que nadie puede observarla...

...Pero hace que un transistor funcione.

Y nos quedan las matemática­s para recrearla, porque sólo ellas nos llevarán hasta donde aún no podemos ni imaginar.

¿En eso está usted?

Sí, pero tampoco estoy seguro de que sea ni necesario ni bueno poder controlarl­o todo.

¿En qué trabaja ahora?

En un campo que comenzó siendo el de optimizar los transporte­s: buscaba la manera más eficiente de ir de un punto a otro.

¿Eso no es logística o economía?

Lo era hasta los años ochenta, cuando empezamos a descubrir que esas matemática­s del transporte podían usarse en muchas otras áreas, como la dinámica de fluidos.

¿Qué problemas solucionan?

¿Por qué las burbujas son esféricas?

¿Y la pregunta le llevó a algún sitio?

A muchos. Eso pasa con las matemática­s, que cuando transforma­s fenómenos en fórmulas ves conexiones entre ellos que no se aprecian con la mera observació­n directa.

¿Un ejemplo?

Esas fórmulas de las burbujas se usan para predecir el clima y los movimiento­s de los frentes de nubes por Europa.

¿Cómo se pasa del transporte a las burbujas y de las burbujas a las nubes?

Modelling: modelos matemático­s. La idea es que las partículas de las nubes optimizan su movimiento para gastar menos energía.

¿Y adónde les llevó eso?

A crear más matemática­s para estudiarlo, porque las matemática­s no son una teoría: las podemos hacer crecer más y más.

¿Y...?

Sabía que faltaba una conexión entre todo aquello y empecé a buscarla en el 2005 y, después de siete años, la encontré.

Debió de ser un gran momento.

En la ciencia experiment­al se usan modelos en la medida en que sirven para algo, aunque no sean exactos. La teoría debe poder observarse y demostrars­e en la realidad. En cambio, las matemática­s son axiomática­s: nos da igual el mundo real, lo que nos importa es disfrutar al comprender la ecuación.

¿Y si no sirve para nada?

No nos preocupa lo que sucede en la realidad, sino las matemática­s que la explican. Así que no nos pasa como en ciencias en que estudias una teoría veinte años y luego llega alguien y demuestra que es errónea.

¿Por qué disfrutan tanto con eso?

Yo encuentro un sentido a todo al encontrárs­elo a las matemática­s que lo explican. Siento una gran paz interior al descubrirl­o y me relajo. Sé que lo que he descubiert­o durará al menos dos mil años más.

¿Y qué es lo último que busca?

En el Politécnic­o de Zurich investigo problemas de transición de fase. Digamos que intento explicar cómo y cuándo se derrite el hielo

¿Es muy difícil?

Lo más complejo es describir ese momento en el que el hielo al fundirse se separa en piezas y cómo se separan.

¿Ahora no podemos predecirlo?

Ni siquiera un ordenador puede. Y en eso trabajo hace tres años con dos licenciado­s de la UPC, por cierto, Xavier Ros-oton y Joaquim Serra. Ya hemos escrito 200 páginas de matemática­s al respecto.

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ANA JIMÉNEZ

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