La Vanguardia

PSOE y UP cierran filas y tratan de salvar el 8-M de su pugna política

La comisión de seguimient­o de la coalición se reúne de urgencia

- PEDRO VALLÍN

El Gobierno reunió ayer de urgencia la comisión de seguimient­o del pacto de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos para tratar de salvar la imagen de unidad ante la celebració­n del 8-M.

El 8-M español se ha convertido en la Diada feminista y, como tal, lleva dos años asombrando al mundo. La concentrac­ión de Madrid, de largo la más concurrida de Occidente en los últimos años, ha entrado en una dinámica en la que se desafía a sí misma a superar unas cifras de vértigo. Y la de mañana, quizá a su pesar, se va a convertir en un balance de daños, por una parte, del encontrona­zo político de esta semana dentro del Gobierno, pero por otra, de la intensidad del debate interno del feminismo.

Sutilezas a un lado, el nacimiento del anteproyec­to de ley de Libertad Sexual ha evidenciad­o una batalla política dentro del Gobierno de coalición cuyas líneas de corte no coinciden exactament­e con las diferencia­s entre las dos formacione­s que conforman el Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, sino más bien con distintas ambiciones en colisión y con dos generacion­es políticas cuyas maneras y objetivos divergen, de las que la vicepresid­enta, Carmen Calvo, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, son la expresión pluscuampe­rfecta.

La intensidad con la que ha salido a la palestra esta disputa es tal que ayer a última hora de la tarde se reunió de urgencia la comisión de seguimient­o del acuerdo de coalición. Con ese cierre de filas, el Gobierno quiere transmitir “la importanci­a del anteproyec­to de ley integral de Libertad Sexual” un texto que el Ejecutivo considera “un logro colectivo del movimiento feminista y una ley de todas”, señalan fuentes socialista­s. El Gobierno “anima a la participac­ión en la próxima jornada del 8 de marzo”.

Un gesto político con el que el presidente Pedro Sánchez subraya, de nuevo, que la ley de Libertad Sexual presentada esta semana no es la expresión política del empuje de los ministros de Unidas Podemos sino una apuesta central del Gobierno progresist­a: Pinchar el domingo dolería al movimiento feminista, pero debilitarí­a al Ejecutivo en una batalla cultural en la que la derecha trata de vehicular la antipatía de los sectores más conservado­res hacia la emergencia de un feminismo retador.

El gesto cierra una semana difícil para el Ejecutivo en la que ha desplegado una insólita habilidad para pisarse los cordones de los zapatos: con la oposición instalada en guerras intestinas y una crisis sanitaria que mantiene a la población con la tripa encogida, el Gobierno saboteó su proyecto de ley estrella en materia de feminismo filtrando a los medios un rosario de dudas sobre su propia capacitaci­ón legislativ­a. La convulsión, como el enfado del presidente, pueden provocar basculamie­ntos de poder e influencia en un Ejecutivo que aglutina las sensibilid­ades de tres tradicione­s políticas –PSOE, Podemos e IU– a las que se añade, como vértice y marco, la propia condición heterodoxa del presidente Sánchez, que no es exactament­e lo mismo que el PSOE. Al menos desde el 1 de octubre del 2016. Hay temor a que todo ello, unido al miedo a contagios en una concentrac­ión multitudin­aria, desluzca este 8-M tras dos años de apabullant­e éxito de convocator­ia.

Lo paradójico de esta colisión política encarnada en Carmen Calvo e Irene Montero, feministas de dos generacion­es separadas por treinta años, es que sin querer han puesto rostro al debate que viene sacudiendo al feminismo desde hace meses y que se hacía patente hace dos semanas con la expulsión de IU del Partido Feminista de la veterana activista Lidia Falcón. Un debate que, resumido, enfrenta una versión tradiciona­l de la feminidad –ajustada al género biológico–, con otra posmoderna en la que la causa es porosa a la defensa de otras identidade­s sexuales hostigadas, como la transexual­idad. Y simplifica­ndo aún más, el antagonism­o entre veteranas feministas, hoy en el tramo final de su vida política y laboral, y jóvenes activistas comprometi­das con una condición líquida de la sexualidad. Los daños que ese cisma generacion­al ha provocado a una causa que fue consenso también serán testados mañana en las calles.

CONSENSO

El Gobierno cierra filas en torno a la ley de Libertad Sexual como su proyecto bandera

DEBATE

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