M. Rasoulof: “Aún no vienen a detenerme”
Mohammad Rasoulof, director de cine, ganador del Oso de Oro del festival de Berlín por ‘There is no evil’
Los últimos diez años de Mohammad Rasoulof (Shiraz, 1972) han estado marcados por el reconocimiento internacional que ha recibido su trabajo cinematográfico y los problemas con la justicia iraní. El pasado sábado, ganó el premio a mejor película en la Berlinale con There is no evil. No pudo estar presente en la gala debido a que su pasaporte está confiscado desde el 2017, justo cuando llegaba de otro festival de presentar su producción Un hombre íntegro. Dos años más tarde, en julio del 2019, cuando rodaba la película recientemente premiada, un tribunal revolucionario lo sentenció a un año de prisión y le prohibió abandonar el país por dos. Desde entonces estaba esperando la citación para presentarse en la cárcel. Y llegó, pocas horas después de anunciarse su premio.
“He apelado, pero ellos están esperando a que me presente. Si no lo hago en los próximos días, posiblemente vendrán por mí”, dice a través de Skype. El brote del coronavirus, que ya se ha cobrado 124 vidas en Irán, hace que los encuentros personales estos días sean difíciles. Pero el virus que tiene a medio país encerrado también puede ser su carta de salvación, al menos por el momento.
La justicia iraní ha dejado en libertad temporal a 54.000 presos y ha anunciado que evitará encarcelar a la gente. “Esto del virus le puede pasar a cualquier país, pero el mal manejo y la desconfianza de la gente en el Gobierno pueden causar un desastre”, afirma el director.
Hablemos de There is no evil.
Usted ha dicho que es sobre la muerte, que recoge experiencias suyas que reconstruye a través de cuatro episodios.
La película es acerca de la responsabilidad que tienen los ciudadanos cuando viven en una sociedad dictatorial. ¿Cómo reacciona cada individuo que vive la presión de una dictadura cuando sabe que lo que va a hacer no es lo correcto? Y la razón por la que empecé a escribir estos episodios es para confrontar situaciones, experiencias personales, que hacen que me haga muchas preguntas.
Por ejemplo…
El primer episodio de la película. Un día estaba conduciendo por Teherán y me di cuenta de que uno de mis interrogadores del 2009 (se refiere a la captura que llegó después de su activismo en el movimiento verde) salía de un banco. Por un momento me llené de rabia y excitación. Paré el coche, vi que él iba hacia el suyo. Lo seguí, quería tomar una foto suya, de las placas de su coche… Quería preguntarle por qué hace eso, y muchas cosas más. Pero, cuando llevaba tiempo siguiéndolo, y lo vi detenerse a hacer la compra, pensé que era un hombre normal. No era un monstruo. Y entonces empecé a pensar que posiblemente hacía eso por dinero, o para satisfacer su propia conciencia, o por creencias. O tal vez porque tiene una manera de pensar que nunca se planteó lo que el poder le pide que haga… Y así pasa más o menos con el resto de los episodios.
Se ha hablado de las dificultades que tuvo para la grabación. De que los permisos para grabar no tenían su nombre.
No puedo contar todos los detalles… pero se hizo en condiciones especiales. Para empezar, tengo que aclarar que hay momentos del rodaje donde yo no estuve presente, como el aeropuerto o el supermercado, porque era imposible. Pero todos los planos estaban decididos y
FUTURO “Hay cineastas que buscan su camino y crearán su universo, lejos del régimen”
gracias a la tecnología, lo logramos. Todo lo que quería, sucedió. Y para eso el equipo fue extremadamente importante, ellos se sacrificaron y aceptaron el riesgo de trabajar conmigo. De hecho, ellos fueron quienes le dijeron no a la censura.
Usted ha decidido hablar sin tapujos sobre la situación en Irán y sus gobernantes. Y lo hace desde dentro del país. No ha pensado en salir, como lo han hecho otros directores.
Yo crecí en esta geografía. Me gusta el país y su gente, muchísimo. Tengo que expresar los problemas humanos desde la ventana de la cultura en que crecí. Es normal quedarme aquí, incluso si es difícil y vivo bajo mucha presión. Cuando uno escoge no ser parte de una dictadura y decir ‘no’ al poder, también hay algo hermoso en ello. Probablemente no se puede ser feliz totalmente, pero sí se experimenta una paz interior.
Los directores independientes han sido perseguidos. Muchos se tuvieron que ir. Cada vez se ven más producciones pagadas por la República Islámica. ¿Cómo ve el cine iraní?
A pesar de ese escenario, hay gente joven que tiene grandes ideas y que no quiere comprometerse con nadie. Están buscando su camino y no se dejan atraer por el dinero que ese mundo les puede ofrecer. Van a crear su propio universo y su propia audiencia, pero no debemos esperar que suceda rápidamente porque la República Islámica usa todos sus medios contra la gente que piensa diferente. Pero no hay dictadura en el mundo que dure siempre.
Usted viene de una escuela de cine donde la poética y las metáforas son muy importantes. ¿Una manera de sobrevivir?
Al principio buscaba criticar al poder usando metáforas, pero después de mucho tiempo y como consecuencia de mi experiencia literaria y conocimiento de la lengua, me di cuenta de que las metáforas y las
CAMBIO ESTILÍSTICO “Las metáforas no hablan directamente, esconden; ya no las uso, aceptan la dictadura”
condiciones dictatoriales no concuerdan. Las metáforas no hablan directamente, sino que esconden. Y pensé que usarlas, aunque sean hermosas, era aceptar el poder de la dictadura. Así que he decido no usarlas tanto como antes.
En sus circunstancias actuales, ¿qué significa este premio?
Mi situación hace que esté satisfecho con pequeñas cosas. El premio mayor fue enviar las imágenes de la película fuera de Irán. Cuando supe que estaban a salvo, fui muy feliz. Incluso más feliz que con el premio. La presencia de mi equipo en Berlín, de la película, significaba que yo también estaba allí.