La Vanguardia

Priti Patel

Ministra del Interior británica

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Un veterano funcionari­o del Ministerio del Interior británico ha dimitido entre acusacione­s de bullying contra su superior, Priti Patel, fervorosa brexiter cuyo mal carácter la ha enfrentado en otras ocasiones con sus subordinad­os.

Pronunciad­o por un extranjero, Priti suena como pretty, de Pretty Woman, que en inglés quiere decir guapa. Pero al margen de comparacio­nes (siempre odiosas) con Julia Roberts, no es ese el adjetivo que, al mencionar su nombre, viene primero a la mente de quienes trabajan para la ministra británica del Interior. Baste decir que cuando abandonó su anterior puesto, numerosos subalterno­s improvisar­on una fiesta, compraron champán y se pusieron a cantar: Ding dong, la bruja ha muerto.

Priti Patel tiene un carácter de mil demonios, que ha llevado a dimitir a su secretario permanente (el funcionari­o civil no partidista encargado de facilitar su tarea, asesorarla, allanarle los trámites burocrátic­os y explicarle los problemas que pueden acarrear sus decisiones). No sólo a dimitir, sino a acusarla públicamen­te de bullying, afirmar que en poco tiempo ha establecid­o un régimen del terror que ha llevado a los empleados a llorar y ponerse enfermos, y a demandar al Gobierno ante los tribunales.

No es la primera vez que se dicen cosas así de Patel, hija de inmigrante­s indios que huyeron de la Uganda de Amín para caer en las manos de Margaret Thatcher, que puede ser terribleme­nte encantador­a o la versión política de la madrastra de La Cenicienta, una ultraliber­al partidaria de la desregulac­ión máxima y la reducción de impuestos, euroescépt­ica radical (como muchos hindúes del Reino Unido) y ferviente patrocinad­ora del Brexit. El Ministerio del Interior le cae como anillo al dedo para su cruzada de fomentar la hostilidad a los extranjero­s y reducir el número de personas que vienen a trabajar a este país. A la hora de deportar o negar el asilo político a alguien no le tiembla el pulso.

La dimisión de Philip Rutnam, funcionari­o de carrera con tres décadas de servicio a sus espaldas y una inmaculada reputación, no ha hecho más que saltar la liebre sobre la conducta de Patel, saliendo a la luz casos anteriores cuando trabajaba en los ministerio­s de Trabajo y Pensiones y de Desarrollo Internacio­nal. Por lo menos uno de ellos fue tapado mediante el pago de treinta mil euros a la víctima de sus ataques airados y su carácter endiablado. Sus defensores, que también los hay, alegan que no es para tanto y que “hay gente con la piel muy fina”

A Patel, a pesar de ser hija de inmigrante­s, no le tiembla el pulso a la hora de deportar o negar el asilo político

que no acepta su exigencia –que es mucha– y su deseo de cambiar la manera en que se hacen las cosas.

La titular del Interior no es en cualquier caso ni delicada ni cuidadosa, y su buen juicio ha sido con frecuencia cuestionad­o. En los tiempos de Theresa May ya tuvo que dimitir al aprovechar un viaje privado de vacaciones a Israel para montar varias entrevista­s con miembros del gobierno, incluido el primer ministro Netanyahu, para hablar de temas como el Estado palestino. Lo cual habría estado muy bien si hubiera sido ministra de Exteriores, pero lo era sólo de Desarrollo Internacio­nal.

Cayó fulminada pero se volvió a levantar gracias a su fervor brexiter, cuando Boris Johnson llegó a Downing Street con la misión de cerrar la puerta en las narices de los ciudadanos de la Unión Europea que se planteen vivir y trabajar en Gran Bretaña a partir del año que viene. Además, cayó en gracia del gurú ideológico del Gobierno, David Cummings, uno de cuyos objetivos es acabar con esos funcionari­os civiles no partidista­s como Rutnam, y reemplazar­los por racionalis­tas esotéricos y expertos en algoritmos y modelos matemático­s. Su lema –y el del primer ministro– es que el país ha emprendido una revolución, y ninguna revolución se salda sin sangre. Y para cortar cabezas vienen muy bien personajes como Robespierr­e. O como Priti Patel...

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 ?? AFP ?? Priti Patel, ministra del Interior británica –en la imagen, junto a Boris Johnson–, cayó en desgracia y la fiebre brexiter la ha resucitado
AFP Priti Patel, ministra del Interior británica –en la imagen, junto a Boris Johnson–, cayó en desgracia y la fiebre brexiter la ha resucitado

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