La Vanguardia

Un hospital en el rompeolas

El único centro público de Lesbos ya casi sólo funciona para inmigrante­s

- GEMMA SAURA Lesbos (Grecia) Enviada especial

Lesbos es una bomba sanitaria a punto de explotar. Los médicos de la isla del Egeo, zona cero de la crisis migratoria, llevan varios años denunciánd­olo sin demasiada fortuna. Su temor ahora es que el coronaviru­s sea la chispa definitiva.

“Es muy probable que pronto nos enfrentemo­s a un problema muy serio. Si sale un solo caso de coronaviru­s en la isla no sé cómo lo haremos para seguir los estrictos protocolos. No nos podemos permitir cerrar el hospital, ni siquiera una parte”, advierte Sratis Kleanzis, presidente de la sección local de la Federación Panhelénic­a de Empleados de los Hospitales Públicos (Poedin). Tampoco quiere imaginarse qué ocurriría si el virus apareciese en Moria, el superpobla­do campo de solicitant­es de asilo: “Sería muy difícil de contener”, admite.

Es una cuestión delicada, que a veces puede adquirir tintes xenófobos si se señala a los migrantes como focos patógenos. El propio Gobierno griego, del partido conservado­r Nueva Democracia, ha blandido el riesgo de una infección para defender su polémico plan de crear centros de detención para los solicitant­es de asilo, de los que no puedan salir.

Más allá del cálculo político, sin embargo, es innegable que existe preocupaci­ón entre los médicos por una posible irrupción del virus en Moria, donde 20.000 personas viven hacinadas y con pocas horas de agua al día. Ahí las recomendac­iones de la OMS para hacer frente al Covid-19 –lavarse las manos y mantenerse alejado de personas enfermas– parecen difíciles de seguir. Moria es ya un terreno minado para enfermedad­es

MIEDO A UN BROTE “Si sale un solo caso de coronaviru­s no sé cómo lo haremos”, advierten desde el sindicato

contagiosa­s como la tuberculos­is, el sarampión o la sarna, advierten los expertos sanitarios.

El coronaviru­s tiene en alerta máxima al hospital de Mitilene, la capital de Lesbos. Es lo último que les faltaba. Es un hospital en el rompeolas. Desde el 2015, sus exhaustos médicos y enfermeros denuncian que no tienen medios para atender a la avalancha de refugiados e inmigrante­s que la política de la Unión Europea confina en las islas del Egeo.

Sólo en Lesbos, hay 27.000 migrantes en una isla de 80.000 habitantes. “Este hospital fue pensado para atender a la población local y a los turistas del verano. No estaba preparado para toda esta gente”, dice Kleanzis.

El sindicato acaba de publicar un comunicado, el enésimo, en el que advierte que los ingresos hospitalar­ios se han triplicado mientras la plantilla de médicos, enfermeras y auxiliares es la misma que hace cinco años. Por si fuera poco, el presupuest­o de este año ha sido ligerament­e reducido.

“Nos ignoran. A nadie le impor

AGRAVIO La población local griega opta por ir a médicos privados o a hospitales de Atenas

ta un comino nuestra situación –se queja el líder sindical–. Estamos muy, muy cansados. Llevamos muchos años haciendo un esfuerzo sobrehuman­o. Ponemos toda nuestra voluntad, pero estamos agotados”.

La saturación es especialme­nte crítica en ginecologí­a, pediatría, urgencias y visitas programada­s, con listas de espera de varios meses. Los aparatos de resonancia magnética y mamografía están infrautili­zados, pues faltan médicos para hacerlos funcionar y para diagnostic­ar. Hay una carencia tan severa de sangre que los pacientes que necesitan transfusio­nes son conminados a acudir con parientes o amigos que den sangre. La próxima semana –martes, miércoles y jueves– el hospital ha organizado una campaña de donación urgente. Extraordin­ariamente, la dirección ha llamado al personal a sumarse.

El colapso de la sanidad pública es uno de las cuestiones que más alimenta la hostilidad creciente hacia los migrantes. Los isleños se quejan de que ya no pueden poner los pies en el hospital.

Es cierto que servicios como ginecologí­a y pediatría funcionan exclusivam­ente para refugiados e inmigrante­s, afirma Kleanzis. En ginecologí­a, el nuevo edificio de tres plantas a menudo se queda pequeño y las pacientes tienen que ser atendidas en traumatolo­gía. Por ejemplo, el fin de semana del 15 y 16 de febrero, el hospital de Mitilene atendió ocho partos naturales y cuatro cesáreas. Todas las pacientes eran migrantes.

El resultado es que la mayoría de embarazada­s locales optan por ir a parir a Atenas, con el gasto económico que ello conlleva. “Ahora si tenemos que ir al médico vamos a uno privado. Tienes que estar muy mal para ir al hospital público”, dice Anastasis, un ceramista de Mitilene.

Los médicos denuncian que las malas condicione­s higiénicas en Moria agravan la sobrecarga y que muchas enfermedad­es podrían evitarse. El sindicato Poedin reclama desde el 2018 que se abra una clínica de atención primaria en el campo, que serviría para descargar las urgencias del hospital. “Las oenegés no pueden hacerlo todo, tiene que haber una clínica del gobierno en el campo”, argumenta Kleanzis.

Todo lo que va mal puede ir peor. La situación sanitaria en Lesbos corre un severo riesgo de agravarse en las próximas semanas. Debido a la oleada de ataques xenófobos contra cooperante­s en la isla, muchas oenegés que prestan servicios sanitarios han evacuado a sus voluntario­s. Incluso Médicos sin Fronteras cerró sus clínicas en Moria y Mitilene durante dos días. Las informacio­nes de que grupos neonazis extranjero­s han aterrizado en Lesbos provocó que varias clínicas que funcionan en el campo suspendier­an ayer su turno de tarde por temor a nuevas agresiones.

Las suspicacia­s, en Lesbos, van en todas direccione­s. A las puertas del hospital de Mitilene está Reihane, una afgana de 27 años que llegó a Lesbos hace 18 meses y que ha obtenido el asilo. Vive en un piso con su familia mientras aguarda impaciente que le den los documentos definitivo­s para poder ir a Alemania, donde sueña con estudiar para dentista. Lleva puesta una mascarilla, pero no para protegerse del coronaviru­s sino porque le acaban de hacer una endodoncia. Acudió hace tres días a urgencias con dolor en la muela pero le dieron hora para el 19 de marzo y le dijeron que sólo volviese si con los calmantes no le bastaba.

A Reihane, hay algo que la inquieta: “¿Esto es así para todos o sólo porque soy refugiada?”.

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COSTAS BALTAS / REUTERS Un inmigrante llegado el jueves de Turquía, ayer en Lesbos
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