Menores empoderadas
Justícia abre un módulo pionero con visión feminista en el centro educativo para menores de Els Til·lers de Mollet
De camino a casa quiero ser libre, no valiente”. “Soy el amor de mi vida”. “Si el amor duele, deja que vuele”. “Quédate a quien haga crecer tu autoestima, no tus inseguridades ”… unos detrás de otro, colgados en delantales de papel, estos lemas feministas decoran los pasillos del centro educativo Els Til·lers de Mollet del Vallès, con una misión clara: empoderar a las menores reclusas como mujeres seguras y autosuficientes.
No es una acción al tuntún. Desde inicios de año, el Departament de Justícia de la Generalitat ha puesto en marcha un módulo para chicas menores de edad, privadas de libertad por haber cometido algún delito, en el que se reeduca con visión feminista. Se trata de una unidad pionera que, de forma transversal, incorpora el empoderamiento de la mujer en todos los talleres, actividades educativas y tutorías individualizadas.
Las han trasladado del centro de Can Llupià de Barcelona, donde coincidían con menores reclusos, a Mollet, donde ahora hay 16 chicas ingresadas, aunque cuentan con 25 plazas para toda Catalunya. “El objetivo es que las jóvenes eviten relaciones tóxicas, de dependencia o control”, explicaban ayer las educadoras en una visita a las instalaciones. El refuerzo de la autoestima y tener herramientas emocionales para identificar las relaciones abusivas son clave para no quedar atrapadas, de nuevo, en la telaraña machista. “Un 25% de las internas han cometido delitos empujadas por su pareja, fruto de una relación de dominio. Hay otras que han pasado por situaciones de violencia machista que no son capaces de identificar. Las internas acostumbran a ser vulnerables y desprotegidas, víctimas de maltratos o situaciones traumáticas”, alertó la consellera de Justícia, Ester
Capella. De esos delitos, el 32% son robos, un 25% lesiones en el ámbito familiar y un 19% otras tipologías de lesiones .
La mayoría son catalanas y con una familia detrás. Están privadas de libertad una media de 230 días y, a medida que mejoran en su comportamiento, van cambiando de régimen y pueden salir afuera a estudiar e, incluso, pernoctan en casa. Es el caso de Laila -nombre figurado, como el de otras compañeras-, de 18 años, que hace tres meses que tiene permisos. El próximo 13 de marzo abandonará el centro. “Espero que sea definitivamente”, dice, con esperanza, bajo la atenta mirada de Txell, su tutora, quien alerta que tuvo una recaída. “Aquí me han enseñado a creer en mí misma. Vengo de una relación tóxica, de maltrato, y estaba enganchada a las drogas”. ¿Cuál es tu sueño? “Dejar las drogas definitivamente y encontrar un trabajo de hostelería.
Quiero ser como mi madre, mi referente, una gran luchadora. Antes no la valoraba, pero ahora sé todo lo que ha hecho por mí”, reconoce.
La madre. Una figura fuerte y ejemplar que sale en todas las conversaciones con las internas. “Hacemos mucho trabajo con las familias porque son un puntal esencial para la reinserción en la sociedad de estas chicas”, apunta Gemma, trabajadora social. “Excepto si lo prohíbe el juez por una agresión paterno-filial, el contacto telefónico y las visitas de padres y hermanos es muy fluido y beneficioso”. Latoktok, una espigada chica de origen subsahariano con las ideas muy claras sobre las relaciones tóxicas, también cita a la madre. “No las he tenido porque no me dejo dominar por nadie. Cuando he detectado que un novio me empezaba a presionar diciéndome cómo me tenía que vestir o qué tenía que hacer, lo he cortado de golpe”, afirma. “Pero tampoco le hacía caso a mi madre cuando miraba de aconsejarme que dejase las malas compañías. Ahora sé que tenía razón, que todo lo que hacía era por amor y para llevarme por el buen camino”, reflexiona. Ahora quiere estudiar auxiliar de enfermería o un módulo de integración social. “Después de pasar aquí más de un año, me pienso las cosas más de dos veces, ya no me muevo por impulsos. Sé que he cambiado cuando salgo a la vida real y me encuentro con dificultades o tentaciones y sé cómo afrontarlas. Estoy preparada para una vida nueva y mejor”, anuncia, agitando sus trenzas de colores.
Las jóvenes aprenden a identificar relaciones abusivas para huir de conductas machistas
Un 25% de las internas han delinquido empujadas por su pareja, a causa de una relación de dominio
No vienen de una vida fácil, a pesar de su corta edad. Un 35% ha tenido intentos de suicidio, un 65% ha sufrido violencia doméstica y un 70% ha sido víctima de maltrato infantil, según los datos de Justícia.
Un 82% de las jóvenes son consumidoras habituales de tóxicos como marihuana, hachís, alcohol o pastillas y “todas tienen un rendimiento escolar bajo”. Las internas suponen un 5% de toda la población de los centros de justicia juvenil de Catalunya. El departamento ha formado a 500 empleados para que “incorporen la visión de género” en su trabajo diario.