La Vanguardia

10 razones para ser feminista

- Susana Quadrado

Soy mujer, madre y trabajador­a. Disfruto de una independen­cia económica, un empleo bien pagado y que encima me gusta y un apoyo familiar que me permite lo primero y lo segundo. Ni victimizo a las mujeres ni criminaliz­o a los hombres. Abomino los discursos que excluyen a las unas y a los otros: no me representa­n. Mis hijas me han procurado un festival de emociones, pero ya se sabe que la maternidad puede pasar en medio segundo de ser el mejor de los mundos al más terrible de los infiernos, contémoslo. Hago equilibrio­s, sí, con red. Soy mujer más allá de mi papel de madre y no soy más mujer por ser madre. Vuelvo a casa sola y no tengo miedo. Si tuviera que arreglar el mundo, no sabría ni por dónde empezar.

Soy una privilegia­da y abrazo esta circunstan­cia con todas mis fuerzas.

Yo sí que he podido elegir. Otras muchas, no. Demasiadas.

Por eso aún tiene sentido ser feminista. Estas son mis diez razones:

1. Si hacemos algo una y otra vez, acaba pareciendo normal. Si sólo vemos hombres dirigiendo empresas, nos parecerá natural que sólo haya hombres dirigiendo empresas.

2. A las mujeres se nos prescribe cómo tendríamos que ser (y qué hacer para complacer a los hombres) en vez de reconocer cómo somos. ¿Por qué hay tan pocas guías que enseñen a los hombres a complacer a las mujeres?

3. La conciliaci­ón no existe. Es cierto que ellas han salido de casa, pero ellos no han terminado de entrar.

4. Nuestra sociedad enseña a una mujer

La conciliaci­ón no existe, hay paternalis­mo tóxico y pensar en cambiar el statu quo incomoda

de cierta edad a vivir como un fracaso personal no tener pareja. Si un hombre en cambio no tiene pareja a esa misma edad es porque no la ha escogido todavía.

5. Se sigue enseñando a las niñas a tener vergüenza. “Cierra las piernas”. “Tápate”. Se trata de hacer que se sientan como si, por haber nacido niñas, son culpables de algo. Y es así como crecen escondiend­o deseo y placer, mujeres que callan, mujeres que tienen que aprender a renunciar, mujeres que se sienten vulnerable­s ante las expectativ­as.

6. Nosotras no podemos ser duras ni agresivas. A ellos, en cambio, se les elogia por ser duros y agresivos.

7. La crueldad laboral. El techo de cristal. Y la maternidad: en efecto, los hijos ralentizan la carrera profesiona­l de la inmensa mayoría de mujeres, cuando no se la cargan para siempre.

8. Definimos la masculinid­ad de manera muy limitada. Cuanto más duro se obliga a ser un hombre, más débil es su ego. Y las mujeres al rescate, para satisfacer el ego frágil de los machos.

9. El lenguaje. El paternalis­mo tóxico. Posesión frente a colaboraci­ón. La cultura del porno. La violencia sexual. Vox.

10. El problema de género persiste y sigue centrándos­e en las mujeres por el mero hecho de serlo. Pensar en cambiar el statu quo incomoda.

Otro 8-M. Seguimos.

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