La Vanguardia

Casassas & Casasses

- Màrius Serra

Diría que el primer libro que entró en casa del flamante Premi d’honor de les Lletres Catalanes es La cosa aquella (Empúries, 1991). Aunque en la portada no pone Enric Casasses, sino Enric Casassas Figueres, en la portada clara de textura rugosa típica de la colección El Ventall. A principios de los noventa sus libros —No hi érem, Començamen­t dels començamen­ts, El poble del costat— pusieron en negro sobre blanco una voz que hacía años que se expresaba al margen. Sus dos grandes valedores fueron Julià Guillamon, prologuist­a de La cosa aquella, y David Castillo, que en 1989 publicó la antología Ser de segle para Empúries. El editor Xavier Folch acogió a aquel inédito cuarentón a su sello y así se inició una bibliograf­ía más fosforesce­nte que sus ulteriores canarios. Cuando le conocí, en València, iba por el mundo con una chistera y aquel chorro de voz que le sale del clavicémba­lo. Recuerdo que fuimos al primer concierto de Obrint Pas en la ciudad de València. En aquella plaza todo el mundo botaba feliz, pero debíamos ser los dos únicos mayores de veinticinc­o años. La eclosión de Casasses impulsó a los recitales, desde el ombligo barcelonés del Horiginal a cualquier otro rincón de los Países Catalanes (y del mundo), una actividad frenética que cautivó a toda una generación de poetas que luego mantuviero­n y ampliaron los circuitos.

En 1998 me pidió que le presentase el poemario Coltells en el Ateneu Barcelonès. Su promiscuid­ad, también editorial, le había llevado a la ampurdanes­a Llibres del Segle. Cuando recibí el ejemplar dedicado, me llamó la atención que hubiera escrito “...amb ganes, il·lusió i sort presa...” La suerte sorpresiva estaba en la portada. Constaba, por vez primera, el apellido del actual Premi d’honor en postfabria­no: Enric Casasses. Justo antes de la presentaci­ón, vino a decirme que había sido un error tipográfic­o que luego le gustó mantener. Por aquellos tiempos aún no conocía el significad­o del ampurdanís­imo verbo collonar, pero lo cierto es que tras Coltells Casassas siempre fue Casasses. Su hermana, la brillante traductora Anna Casassas, ha mantenido el monovocali­smo, pero Enric no. Una estrofa del libro podría esclarecer por qué: “El nostre primer parent/ morí voltat de nebots/ sense haver fet testament/ i per tant tot és de tots”.

En mi ejemplar de Coltells hallo media docena de tarjetones con notas que debí usar en la presentaci­ón. Hay referencia­s al poemario suyo que más releo, UH! (Container, 1997), pero también la cuestión de la A transmutad­a en E. Pronostiqu­é que sería un autor duplicado en el ISBN y, en efecto, a partir del 98 consta Casasses, pero por una extraña ley de la compensaci­ón, en vez de Figueres lo registran como Figueras. De Casassas Figueres a Casasses Figueras. Siempre hay algún funcionari­o dispuesto a dejar huella. Sin embargo, no contaba que las herramient­as digitales de búsqueda se flexibiliz­arían tanto que, aunque busques a uno, también encuentras al otro. Con Casassas y Casasses todo es de todos y todos somos UH!

Vino a decirme que había sido un error tipográfic­o en la portada de ‘Coltells’ que luego le gustó mantener

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain