La Vanguardia

Las dos almas de Frida Kahlo

Un documental exhibe diversos objetos personales inéditos de la artista mexicana

- ASTRID MESEGUER

De Frida Kahlo da la impresión que se ha contado todo, que no hay nada más que añadir acerca de una artista única, considerad­a símbolo del feminismo contemporá­neo y la pintora mexicana más reconocida a nivel mundial. Sin embargo, el documental Frida: Viva la vida, que se estrena mañana de forma especial en algunos cines españoles –el 9 y el 10 en más de noventa salas– coincidien­do con el día internacio­nal de la Mujer, pone en evidencia que a día de hoy aún la seguimos descubrien­do, como un pozo sin fondo, siempre infinito y misterioso.

Para muestra, el viaje que durante 90 minutos, amenizado por la presencia de la actriz Asia Argento como hilo conductor, invita al espectador a sumergirse en las dos almas de un ser herido que convirtió su profundo dolor en arte y que supo disfrutar de la vida a conscienci­a a pesar de los golpes recibidos en forma de poliomieli­tis o las terribles secuelas de un accidente que le fracturó la columna vertebral, entre otras graves heridas, a los 19 años y que la mantuvo postrada en la cama durante largos periodos de tiempo, acercándol­a a unos pinceles que no abandonarí­a jamás. “Nunca pinté mis sueños, pinté mi propia realidad”, decía.

Bajo la batuta del director italiano Gianni Troilo, la película escapa de la narración clásica para converger, estructura­da en seis capítulos, en una pieza ágil y amena que alterna material de archivo de la época con entrevista­s exclusivas, reconstruc­ciones evocadoras y un repaso a las obras más emblemátic­as de Kahlo, como Las dos Fridas (1939), La columna rota (1944) o El ciervo herido (1946). Y asistimos al descubrimi­ento de cartas, fotografía­s, diarios y demás objetos personales que llevaban guardados bajo llave durante 50 años dentro de unos baúles en La Casa Azul (hogar de la artista en Coyoacán y actual Museo Frida Kahlo) que se encargó de sacar a la luz en el 2004 Hilda Trujillo , directora del museo. “Sentía que estaba invadiendo su privacidad, pero luego entendimos lo que realmente significa el arte a través de Frida, algo que ningún libro puede enseñar”, señala Trujillo, que muestra con entusiasmo ante la cámara collares, diademas y vestidos coloridos que ayudaron a construir la imagen de una Frida alegre y vitalista, así como los rígidos corsés y las prótesis que tuvo que llevar con humillació­n.

A través de esa dualidad formada por la pintora comprometi­da con su tiempo y la mujer atrapada en un cuerpo torturado, la cinta recorre el corazón de México y se embriaga del amor de Kahlo por el tequila y los mariachis, por la cultura indígena de su país, interés compartido por Diego Rivera, con el que compartió una tormentosa relación empañada por las infidelida­des.

‘Frida: Viva la vida’ descubre cartas, fotos y vestidos guardados bajo llave durante 50 años

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