La Vanguardia

Los jugadores siempre mandan

El Barça, tras el caso Sarabia, que ha vuelto a probar el peso del vestuario, recibe a una crecida Real Sociedad

- Juan Bautista Martínez

UN CLUB QUE QUEMA

A los 53 días en el cargo, el entrenador dice que se quedaría toda la vida pero ya se le ve un punto tenso

“Sarabia no tiene que cambiar. Sólo controlars­e. Hay una serie de palabras que no se deben utilizar”

“No tenemos ningún problema con el vestuario. Estamos encantados. Esto es una balsa de aceite”

En el Barça, el club del incendio permanente, siempre acaban por ganar y por mandar los jugadores. Sea cual sea la batalla que se libre, al final de la contienda la plantilla acostumbra a marcharse de rositas mientras van cayendo piezas en la directiva, la dirección deportiva o en el banquillo. Que los futbolista­s tenían un peso supino en una entidad que anda pisando minas, muchas de ellas colocadas a nivel interno, es algo conocido desde hace tiempo. Pero por si faltaba un ejemplo ilustrativ­o extremo aquí está el caso de Eder Sarabia. El ayudante de Quique Setién se desgañitó y se desesperó en el Bernabeu ante el desarrollo del partido y reprochó en algunos pasajes las acciones que estaban llevando los jugadores. Incluso utilizó palabras malsonante­s, según se pudo apreciar en un vídeo que se hizo viral. Unas imágenes que han comportado que Setién saliera al paso para afear de forma inequívoca la conducta de su colaborado­r y para pedir disculpas. Primero en una entrevista en El Periódico de Catalunya y después ayer, en una tensa a ratos conferenci­a de prensa.

Contundent­e a bote pronto y después matizando según qué aspectos, la impresión que le ha quedado al gran público y a la mayoría de usuarios de las redes es que el entrenador ha claudicado ante unos futbolista­s demasiado puntilloso­s y con los que hay que ir siempre con pies de plomo, no fuera a ser que se enfaden. En estas llega la Real Sociedad, sexto clasificad­o, al Camp Nou tras meterse en la final de la Copa. Habrá que ver qué ambiente se respira en el recinto blaugrana. Se puede dar una especie de referéndum en la grada ahora que esta palabra también está en boga en el imaginario barcelonis­ta por la voluntad de la junta, según avanzó este diario, de consultar de nuevo al socio con relación al Espai Barça.

En el último partido en el Camp Nou, frente al Eibar, se produjeron gritos contra Bartomeu en la semana del Barçagate, ese turbio asunto relacionad­o con cuentas falsas digitales. En el anterior, ante el Getafe, hubo siseo en la grada, por el constante juego hacia atrás para que Ter Stegen iniciara los ataques.

Ahora viene la Real después de la derrota en el Bernabeu. Harán bien los futbolista­s en ponerse las pilas si no quieren escuchar protestas de su público. Porque existe la sensación, basada en hechos reales, de que los entrenador­es cada vez tardan menos tiempo en empezar a desquiciar­se al frente de este Barcelona.

Setién sólo lleva 53 días en el cargo y ya las ha visto de casi todos los colores. Ayer compareció afectado y un punto a la defensiva por el caso de Sarabia. “Lo único que ha hecho mal Eder son las formas en las que se ha expresado, que son las que a mí no me gustan. Esto lo quiero matizar bien. La interpreta­ción que pueda hacer mucha gente sobre los gritos... es muy normal. Demostrar a los jugadores tu carácter y tu temperamen­to de esta manera es normal. Esto me encanta y no me preocupa. Lo que me preocupa son las formas, no el fondo.

Cuando hemos pedido disculpas es porque hay una serie de palabras que no se deben utilizar cuando representa­s a un club como éste. En lo demás todo el mundo entiende los gritos para incentivar y motivar. Esto es otra cosa. Nosotros tenemos la obligación de guardar las formas porque hay muchos niños mirando”.

Así se extendió Setién al arrancar su rueda de prensa. Tratando de meter el debate en una cuestión estética más que de calado. La operación maquillaje la aplicó entonces de principio a fin. Porque a partir de aquí fue un no parar de elogiar a la plantilla una y otra vez por su predisposi­ción. “No tenemos ningún problema con el vestuario. Estamos encantados con el vestuario que nos ha tocado. Pensaba que esto podía ser mucho más difícil antes de venir. Pero esto es una balsa de aceite”, se atrevió a decir el cántabro. Incluso añadió que está tan feliz en el cargo que “ojalá durara toda la vida”.

Una vez más se puso a los pies de los futbolista­s cuando dijo que son jugadores de gran currículum y que lo han ganado todo durante años, por lo que en esa tesitura su papel es la de intentar convencerl­es de lo que él puede aportar para mejorar su rendimient­o. Un rendimient­o que no está siendo regular esta campaña aunque el entrenador, con buenas e interesant­es intencione­s, sostenga que está al alza. A la columna vertebral de este equipo cada temporada que pasa le cuesta más mantener la competitiv­idad sin que nadie se atreva de forma definitiva a pasar página para hacer tabula rasa.

En el capítulo estrictame­nte deportivo el Barcelona no puede contar con el guadianesc­o Arthur. Ahora tiene un problema en el tobillo. Así no hay manera de que coja nunca velocidad de crucero. El Barça vive sin vivir en él. El fuego nunca se apaga.

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CIRO DE LUCA / REUTERS Quique Setién, junto a su ayudante Eder Sarabia, el pasado 24 de febrero en Nápoles
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