La Vanguardia

Plan de choque inmediato y suficiente

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Es mejor pasarse que quedarse corto en las medidas de apoyo a la economía que tiene previsto aprobar el Gobierno. El estado de alarma por la crisis sanitaria debe ir en paralelo al estado de emergencia económica, con un plan de choque urgente y suficiente, que evite un doble sufrimient­o a la población. El FMI ha dicho que no hay que reparar en medios para combatir la crisis.

Frenar el aumento de enfermos y muertos por el Covid-19 es la prioridad. Pero, asimismo, hay que adoptar medidas urgentes –y ya llevamos demasiado retraso– para paliar el profundo impacto que la epidemia tiene en las empresas y el empleo. El cierre de comercios, bares, restaurant­es y espectácul­os, entre otras actividade­s, ha provocado que de la noche a la mañana sean muchas las personas que se han quedado ya sin ingresos. Los expediente­s de regulación temporal de empleo que algunas grandes empresas han empezado a aplicar, junto con la paralizaci­ón de la producción, colocará en una situación también muy difícil al conjunto de pequeñas y medianas empresas que conforman el tejido productivo del país. Salvo los sectores relacionad­os con la sanidad, la farmacia y la alimentaci­ón, todos los demás se ven abocados al colapso por el parón y la inquietud derivada del Covid-19. El impacto se trasladará también a ese 20% de la actividad y del empleo que se mueve en la economía sumergida, con el agravante de que en ese caso los perjudicad­os no tienen a quien reclamar. El drástico descenso de los ingresos de la población, unido a la incertidum­bre existente, provocará asimismo una brutal caída del consumo y del gasto que realimenta­rá la gravedad de la crisis. Por primera vez coinciden una crisis de oferta con otra de demanda.

Las institucio­nes supranacio­nales deben hacer su parte. La Comisión Europea, con la flexibiliz­ación de los objetivos de déficit y con la ampliación de sus programas de ayuda, y el BCE, con inyeccione­s masivas de liquidez. Es clave garantizar la superviven­cia de las empresas –grandes y pequeñas– con financiaci­ón y avales de emergencia. Hay que asegurar, asimismo, el mantenimie­nto del máximo empleo y de los ingresos de las familias. No sólo se necesitan grandes medidas de estímulo fiscal sino también acciones puntuales y eficaces que lleguen a todos. El propio FMI, en este sentido, propone ayudas a los salarios y transferen­cias directas de dinero a los hogares con ingresos más bajos. Habría que contemplar, también, la posibilida­d de aplazar temporalme­nte impuestos, alquileres, cuotas hipotecari­as o pagos de suministro­s. El abrupto parón de la economía coloca contra las cuerdas a muchas empresas y familias. De todo ello debe ser muy consciente el Gobierno y atender, en consecuenc­ia, las demandas y las sugerencia­s de patronales, sindicatos y entidades sociales. Ya habrá tiempo de recuperar el enorme gasto público que todo ello comporta. Lo que hay que hacer ahora es parar un golpe que, según como evolucione la pandemia, puede ser peor que el de la anterior crisis.

El Gobierno debe hacer el máximo esfuerzo contra el impacto económico

y social del Covid-19

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