Lo impensable
Lo impensable siempre nos alcanza. El término impensable siempre me ha sugerido la imagen de un arco bien tensado que, por un error humano o por los caprichos de la naturaleza, se ha disparado lanzando una afilada flecha que nos acaba alcanzando, por mucho que nos movamos. Las sociedades modernas, los estados, están preparados para abordar los retos del pasado, no para abordar los del presente. Están preparados para la guerra, el terrorismo, las crisis económicas o las tensiones sociales, pero están desconcertados, como cuando alguien se pierde en el bosque, para responder a un virus.
Hasta ahora respondíamos a nuestros problemas porque ya los habíamos vivido o los reconocíamos en los problemas que habían tenido otros; tenían escala humana, local. Ahora nos toca prepararnos para pensar lo impensable. La capacidad del coronavirus de organizar el mundo en modo streaming, con confinamientos, aislamiento, control y miedo, da la medida del reto al que nos enfrentamos.
La paradoja es que el que ha tensado el arco somos nosotros mismos, sin que nos hayamos dado cuenta, al conducirnos cada vez más por las primeras impresiones, las emociones, nuestra servidumbre a los prejuicios y el culto a las verdades absolutas. Hasta que nos alcanza la flecha y nos hiere, nadie advierte de su vuelo. Lo que hace posible lo impensable es en gran medida producto de la inteligencia humana y su capacidad de relajarse, pensando que la alarma social no va con ella. Somos como esos jardineros que, mientras cuidan las flores, no advierten que pisan los rosales. Por estas razones nos escondemos bajo la excusa de que “lo ocurrido era impensable hace unos años” y así desviamos la atención del verdadero origen de los males de nuestro tiempo. La única forma para poder combatir hasta cierto punto lo impensable, para destensar el arco, es volver a considerar valores como la prudencia, la moderación, la templanza, la generosidad, la hospitalidad, la responsabilidad y la honestidad. Se trata de empezar a asumir que hay que pensar en lo impensable e intentar evitar seguir dejándonos gobernar por nuestra inconsciencia.
Conseguiremos salir airosos de la crisis del coronavirus, una vez más, gracias a nuestra capacidad de superación y organización aunque hoy nos pueda resultar, viendo los alarmantes datos, impensable.