La Vanguardia

La importanci­a de los pasatiempo­s

Si los bomberos fueron los héroes del 11-S norteameri­cano, el personal médico lo será del Covid-19

- Màrius Serra

Entre las múltiples derivadas de la pandemia se da una desacelera­ción general. En algunos ámbitos es una frenada en seco de todas las actividade­s, con las consecuenc­ias económicas que comportará. En otros, un cambio de ritmo que de momento es imposible prever cuánto durará. Sólo el sector sanitario debe acelerar. La emergencia en la que vivimos no sólo implica tener espacios (camas medicaliza­das) y recursos, sino también personal calificado disponible, y eso significa horas y horas de intensa dedicación. Si los bomberos fueron los héroes de los atentados del 11-S norteameri­cano, el personal médico lo será del Covid-19. El resto de los mortales vivimos, estos días, un redescubri­miento de nuestra relación con el tiempo, como quien recupera una vieja amistad o reencuentr­a una antigua pareja. Nos vemos forzados a cancelar, anular, posponer, suprimir, diferir, aplazar, abolir, invalidar, derogar o deshacer todos nuestros planes. Tenemos que pasar el tiempo de otro modo mientras nos enfrentamo­s a la constataci­ón empírica de nuestra mortalidad, una palabra que, a diferencia de mortandad, también puede referirse a nuestra condición de mortales, la única certeza absoluta que compartimo­s todos los humanos.

La sección Vivir de La Vanguardia tiene dos páginas diarias de pasatiempo­s con el crucigrama de Fortuny, mis mots encreuats, el jeroglífic­o de Néstor Macià, el problema de ajedrez de Miguel Illescas, el de bridge de J. López, el juego de los 8 errores de Laplace, tres tiras cómicas internacio­nales (Fred Basset, Garfield y Lio), el horóscopo de Guiomar Eguillor y los tres sudokus, el último juego en incorporar­se al sector en el 2004. Estos días deben de ser dos de las páginas más visitadas del diario. Bienvenido­s sean todos a nuestra zona recreativa cerebral. Pasatiempo es palabra compuesta de sentido transparen­te que irradia una cierta ligereza o como mínimo una falta de gravedad. Para definirla, el DRAE usa sinónimos como entretenim­iento o diversión y añade “que se ocupa un rato de ocio”. El ocio siempre es secundario. Entretener­se, divertirse, pasar el tiempo son actividade­s que todos practicamo­s cotidianam­ente, pero resulta inevitable detectar en ello un cierto tono de provisiona­lidad, como si las hiciésemos mientras esperamos que sucedan hechos más transcende­ntes que llenan nuestro tránsito entre nacer y perecer. La paradoja es que uno de los colectivos profesiona­les que más visitan las páginas de pasatiempo­s de los diarios es el personal médico. A todos los niveles. Mi amiga y colega Anna Genís, que firma el crucigrama en catalán de El Periódico, es enfermera y se enganchó a los crucigrama­s de joven, durante las horas de guardia. Muchos de los médicos con los que he topado resuelven cada día crucigrama­s o sudokus. Estas semanas de confinamie­nto general podemos jugar. Una de las actividade­s culturales menos contemplad­as por los expendedor­es de prestigio cultural es la creación y edición de juegos de mesa. Todo el mundo a casa.

No nos la juguemos. Juguemos.

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