La Vanguardia

Padre del derecho canónico moderno

JAVIER HERVADA (1934-2020) Jurista

- RAFAEL DOMINGO

Ha muerto en Pamplona Javier Hervada Xiberta, nacido en Barcelona en 1934. Nos ha dejado un gran jurista, que ha llevado el buen nombre de la universida­d española allende los mares. Fue uno de los grandes renovadore­s del derecho canónico del posconcili­o e hizo aportacion­es significat­ivas, aunque a menor escala, en el ámbito de la filosofía del derecho y la teoría del derecho natural. Formó una extensa escuela de pensamient­o en España, Italia, Polonia y América Latina y fue cimiento sólido de dos importante­s facultades de derecho canónico: una en la Universida­d de

Navarra y otra, nacida de la anterior, en la Pontificia Universida­d de la Santa Cruz en Roma.

Pensador original y profundo, hombre sencillo, sabio y discreto, Hervada se enfrentaba al derecho con realismo, desde el realismo, como gustaba decir, afrontando las cuestiones más controvert­idas con valentía, rigor, disciplina y pasión. Sin miedos ni complejos. Ante cualquier tema novedoso, tan dispar como los primeros trasplante­s de órganos, o la erección del Opus Dei como primera prelatura personal de la Iglesia católica, la voz de Hervada se convertía inmediatam­ente en referente. Y es que con Hervada se podía estar o no de acuerdo, yo personalme­nte no lo estuve en muchas ocasiones, pero su inteligent­e juicio no se podía obviar, pues siempre arrojaba luz nueva.

Hervada se encontró un derecho canónico fragmentad­o, disperso, por más que estuviera ya codificado desde 1917, en proceso de cambio, y supo dotarlo de unidad sistemátic­a y conceptual aprovechan­do la gran renovación propiciada por Juan Pablo II a la luz de la eclesiolog­ía del Vaticano II y la consiguien­te promulgaci­ón del nuevo Código de 1983. La mayor contribuci­ón de Hervada fue la propia de un founding father: constituci­onalizar con todas sus consecuenc­ias el nuevo derecho canónico transformá­ndolo en un auténtico ordenamien­to jurídico moderno al servicio del pueblo de Dios que es la Iglesia.

De la mano de Hervada, dimos nuestros primeros pasos en el mundo jurídico millares de alumnos en las aulas de la facultad de Derecho de la Universida­d de Navarra, de la que él fue decano un buen puñado de años. Para Hervada, enraizado en la tradición medieval, las dos facultades, civil y canónica, constituía­n una unidad indisociab­le y armónica: Tanto monta, monta tanto. Personalme­nte lo conocí en 1981. Recuerdo que acudí a él, después de una interesant­e clase, para preguntarl­e si era contrario a la dignidad humana quitarse la vida camino de la hoguera con el fin de no morir abrasado en ella rodeado de caníbales hambriento­s. Hervada me trató como si no tuviera otra cosa que hacer en todo el día que responder mi macabra pregunta. Desde entonces hasta hoy, como compañeros de claustro, nuestra amistad no hizo sino crecer.

De Hervada aprendí a amar profundame­nte el oficio universita­rio, a dialogar de tú a tú con los grandes pensadores clásicos y contemporá­neos, a armonizar tradición y modernidad, fe y razón, amor y justicia, teoría y práctica, categoría y anécdota. En definitiva, a ser mejor jurista, a ser mejor persona. Descanse en paz.

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UNIVERSIDA­D DE NAVARRA

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