Una mirada atrás
Hace un siglo, el mundo vivió un susto parecido al del coronavirus. Entre 1918 y 1920 murieron 17,4 millones de personas en todo el planeta a causa de la pandemia de la gripe, a la que se adjetivó injustamente de “española”, cuando en realidad era neoyorquina. El calificativo se debe a que el mundo estaba en guerra y España, país neutral, informó ampliamente y sin censuras de una enfermedad que acabó matando el 1% de la población mundial. El causante de tanto mal no fue solo la gripe, sino también las infecciones asociadas, en unos momentos en que no se habían descubierto los antibióticos y las condiciones higiénicas eran precarias. Contrariamente a los que ocurre con el Covid-19, la enfermedad se cebaba en los más jóvenes y su impacto era menor entre la gente mayor. Es curioso leer los discursos de la época, por ejemplo el del gobernador civil de Madrid, quien, para calmar a la población, dijo que la enfermedad se difundía rápidamente, pero tenía poca virulencia. Y que nadie debía alarmarse sino vigilar su higiene y su dieta. Y recomendaba no acudir a cafés, tabernas, teatros, casinos y locales donde se concentrara gente. Más o menos como se nos exige en nuestros días.
Una buena idea para estos momentos, cuando muchos ciudadanos van a tener más tiempo libre, es leer el Quadern gris de Josep Pla, iniciado cuando el autor tenía 21 años recién cumplidos. Es un dietario sobre la vida, pero está redactado a raíz de que la gripe hubiera provocado la clausura de la universidad. Nadie se va a angustiar, leyéndolo, al contrario, pero la epidemia aparece puntualmente en sus páginas. El libro empieza con la fecha del 8 de marzo y estas palabras: “Como hay tanta gripe, han tenido que clausurar la Universidad. Desde que se produjo este hecho, mi hermano y yo vivimos en casa, en Palafrugell, con la familia. Somos dos estudiantes ociosos”. Una semana después escribirá con ironía: “Ahora, finalmente, da gusto vivir en Catalunya. La unanimidad es completa. Todo el mundo está de acuerdo. Todos hemos tenido, tenemos o tendremos, indefectiblemente, la gripe”.
En octubre, reflexiona: “La gripe continúa matando, implacablemente, a la gente. Estos últimos días hemos tenido que asistir a diversos entierros. Eso sin duda hace que comience a sentir una reducción de emoción ante la muerte, hasta el punto que sentimientos reales y auténticos se transformen en una especie de rutina administrativa”. Y en febrero, ya de vuelta a Barcelona, llega a casa y encuentra el ambiente convulso: “Tengo miedo de que mi hermano tenga la gripe. Me sobrecoge un gran pánico”.
El libro termina al mismo tiempo que la epidemia, en 1920, cuando Romà Jori, director de La Publicitat, le ofrece a Pla hacerse cargo de la corresponsalía en París, que acepta complacido. El Quadern gris es una joya que tiene reflexiones de utilidad pública. Apunten esta: “La mediocridad tiene el mismo gusto y el mismo color del café con leche”.