La Vanguardia

“Empecemos ya un Sant Jordi digital; y, otro día, el tradiciona­l”

Soy librera: tengo la curiosidad de un niño; la paciencia de un franciscan­o... Y, ay, su pobreza. Doy clases para mantener la librería. Tengo dos hijas, a las que hago leer mucho. Nací en Barcelona y soy pallaresa por vocación. ¿Mi religión? La lectura.

- Víctor-m. Amela – Ima Sanchís – Lluís Amiguet Lluís Amiguet

Qué pena da una librería cerrada! Y más si es la tuya. Pero estos días estamos vendiendo más libros. ¿Por qué? Supongo que el quedarse en casa abre el apetito lector. Y nos compran mucho libro infantil: los padres los necesitan.

¿Nos vamos a perder este Sant Jordi?

Nosotros ya estamos llevando muchos libros a domicilio: con guantes, mascarilla y todas las precaucion­es, sí; pero muchos.

¿Por qué no hacer el primer Sant Jordi digital y virtual de la historia?

En eso estamos: que las institucio­nes se pongan de acuerdo para crear la gran plataforma digital de Sant Jordi.

¿Sería una Catalunya digital con sus librerías y sus puestos de venta en la calle?

Y no se olvide de las comarcas. La gente navegaría en sus pantallas por esa Catalunya virtual y encontrarí­a sus librerías favoritas. Clicarían para entrar y allí estarían los libros y los autores: como cada Sant Jordi.

Si ahora ya pueden comprar por internet.

Hablamos de un Sant Jordi virtual en el que los autores pudieran encontrars­e con sus lectores a una hora determinad­a y firmar libros, por supuesto, y dedicarlos. Luego se pueden enviar a casa ya firmados, como nosotros ahora.

¿Querrán hacer todo eso en digital?

Tenemos lectores que conducen 70 km de ida y otros tantos de vuelta para hablar con uno de sus autores favoritos cuando viene a firmar. Aprovechar­ían la oportunida­d en virtual.

¿Cómo se imagina el Sant Jordi virtual?

Entras en el ordenador, ves el mapa de Catalunya, clicas sobre Barcelona y allí están todos los puestos de cada año; pero virtuales: como un Second life ; o el Streetview, que sería otro modelo. Hay muchos videojuego­s así.

¿Y clicas en el puesto de libros que más te gusta y qué pasaría?

Allí estarían todos los libros en venta y las horas y el día en que firmarían los autores, y tendrían chats digitales a esas horas. Por cierto, usted sigue estando invitado a presentar aquí en Tremp su libro Homo rebellis: yo ya me lo estoy leyendo. Venga a firmar.

Gracias: le prometo que iré como dije.

La verdad es que nos cuesta mucho que vengan hasta aquí los autores de Barcelona; pero cuando se deciden y vienen, están encantados. Y ahora vamos a reprograma­r todas las presentaci­ones que teníamos. Se lo prometo.

Ese es el espíritu: no nos rendimos.

Nos rebelaremo­s contra el virus: nuestros lectores podrían clicarnos y allí estaremos con nuestro puesto de cada año y nuestros libros; y los horarios de firma virtual y las charlas con los autores, de momento, virtuales. Se paga con tarjeta y punto. Se hinchará de firmar. Ya verá.

¿Qué ventaja tendrá sobre el presencial?

De momento, sería un Sant Jordi que podríamos empezar ya y no nos lo dejaríamos arrebatar por ninguna cuarentena.

¿Y qué pasará con el tradiciona­l?

También lo tendremos, por supuesto. Más adelante. He leído en La Vanguardia a Miquel Molina que propone posponer el Sant Jordi hasta Sant Joan. Es una opción: lo importante no es tanto la fecha como la voluntad de todos de que nadie nos arrebate nuestro día.

Yo voy a colgar la propuesta en el chat de periodista­s europeos: ahora mismo.

Tal vez un día también la Feria de Frankfurt empiece siendo virtual como el Sant Jordi este año. Y todos tengamos avatares como autores, lectores, editores, libreros...

No van a sustituirn­os; pero sí nos complement­arán.

Y la Feria del Libro de Madrid tal vez tenga que copiarnos. Buena gente: les ayudaremos.

¿Quién pondrá el esfuerzo, inversión y coordinaci­ón para el Sant Jordi digital?

La inversión en esa plataforma de Sant Jordi quedaría rentabiliz­ada, porque serviría para las ediciones posteriore­s. Sería estupendo prolongar así nuestra fiesta del libro más allá de un solo día. Así que todos deberíamos cooperar.

¿Quiénes?

Pues las institucio­nes, los gremios de editores, de libreros, la Cambra del Llibre en pleno, claro, y también sería una plataforma muy útil para las publicacio­nes en catalán.

Debe ser creativa, amena y productiva: un juego muy divertido que ayude a leer.

Hay auténticos genios en el diseño de ese tipo de realidades virtuales y están aquí.

Los pioneros del teletrabaj­o, el teleconsum­o y los videojuego­s están convocados.

Deben diseñar una plataforma tan emocionant­e como un Sant Jordi en la calle. Las rosas podrían ser donativos a causas que lo merezcan. ¡Ahora mismo a mí me apetece mucho telecharla­r con tanta gente!

Mi librería es de pueblo, y lo digo con orgullo. Cada vez que hago un pedido ya pienso en quién querrá leerlo. Y no suelo equivocarm­e; pero es mejor vivir el libro en modo digital que quedarnos sin Sant Jordi.

¿Cuál iba a ser su facturació­n ese día?

Si no se celebra el Sant Jordi, perderé el 20% de mi facturació­n anual en la librería.

¿Y eso le cambia la vida?

Ya tengo que dar clases de inglés para mantenerla abierta. Sin este Sant Jordi, tendré que dar muchas más. O cerrar.

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SARA TUGUES
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