Alessandro Baricco
El italiano, autor de obras como Seda o The game, mantuvo ayer su charla prevista en el CCCB, pero la hizo desde su casa de Turín por streaming para un público virtual que lo podía seguir desde sus dispositivos digitales.
Cada uno en su casa, como esas parejas modernas. Alessandro Baricco en Turín, y Jorge Carrión en Barcelona. La pantalla, dividida a ratos en dos partes iguales, en otras solo para Baricco, el entrevistado. Así son las conversaciones literarias en tiempos del coronavirus. El CCCB no anuló el encuentro previsto en su ciclo de charlas relacionadas con la exposición de los videojuegos, y decidió emitirlo en streaming –un falso directo– en la tarde de ayer, y mantenerlo en su web de modo que pueda verse en cualquier momento.
“Cuando hay un accidente de coche, lo primero es salvar vidas. Pero lo segundo, ver por qué ha sucedido”, empezó el autor de Seda, para quien “nuestras democracias funcionan sobre todo en situaciones de emergencia, porque en su cotidianidad están en crisis, pero en estos casos se forma un nuevo contrato entre las élites y la gente”. Cree Baricco que “la emergencia es ya crónica: crisis económica, terrorismo... se hace difícil recordar un momento de normalidad del sistema”. El próximo golpe, vaticinó, “será cuando aceptemos que el planeta se está muriendo, eso sucederá en los próximos 50 años y apagará todas las otras emergencias”.
¿Qué consejos nos dan desde Italia?, preguntó Carrión. El escritor italiano destacó la necesidad de “ser muy disciplinados aunque no te guste el gobierno” y explicó que “la vida personal será cada día más cerrada, te acostumbras a estar separado de los otros, entras en las tiendas
“Nuestras democracias funcionan sólo en las emergencias, en su cotidianidad están en crisis”
de uno en uno, te limpias tú la casa... Cuando nuestros abuelos nos contaban la guerra, era mucho peor”.
Baricco destacó dos problemas. Por un lado, el material: “El virus nos condena a una crisis económica fortísima, la única posibilidad para salir de ella va a ser la redistribución de la riqueza, que los ricos pongan a circular su dinero, porque el estatal no es suficiente”. Segundo, una crisis psicológica, “una depresión pesada, por el estrés, incluso por cosas como que, aunque ames a una persona, vivir 24 horas encerrado en casa con ella no es fácil. Los músicos, escritores, actores... hemos de inventarnos cosas para distraer”.
No cree que, cuando todo haya pasado, se deje de viajar porque “nuestra civilización está basada en la importancia suprema del movimiento”. Eso es lo que hace, por ejemplo, que “ya no existan obras maestras, ya no hay valores eternos, fijos, completos. La última obra maestra que se escribió fue Pastoral americana de Philip Roth, en 1997. David Foster Wallace ya no hizo obras maestras, ese es un término para civilizaciones más rígidas que la nuestra”.
El entrevistador, autor del ensayo Librerías, le preguntó por la que Baricco abrió una vez en Turín, un establecimiento en que solamente se vendían 28 libros, recomendados por otros tantos lectores. “Fue un error muy poético que cometí, un gesto nostálgico de alguien que no comprendió cómo funciona el mundo hoy”.
Baricco se despidió tocando el piano. Ventajas de estar en casa.