La Vanguardia

Mujer de capa y espada

Narrativa La singular historia de una figura transgreso­ra

- Vic Echegoyen La voz y la espada EDHASA. 576 PÁGINAS. 22,50 EUROS

JUAN ÁNGEL JURISTO

Aunque nacida en Madrid en 1969, la autora, sobrina nieta de Sándor Márai y de Imre Madách, pasa largas temporadas en Austria, Hungría y Bruselas. La referencia no tiene como objeto revelar el pedigrí intelectua­l de Vic Echegoyen sino cómo, de sus múltiples manifestac­iones, es traductora, pintora e ilustrador­a, a la hora de escribir narrativa, lleva ya publicadas dos novelas, El lirio de fuego y La voz y la espada, en cierto modo le ha influido el hecho de ser descendien­te de una familia que vivió de una manera importante e intensa la suerte del imperio austro-húngaro, esa metáfora del destino de Europa, como vio bien Claudio Magris.

El lirio de fuego, según confesión de la autora, fue un homenaje a Los tres mosquetero­s, en especial a dos figuras que la fascinaban, Richelieu y Milady de Winter, desde que leyó la novela de Dumas. Echegoyen calificó en su momento la narración de divertimen­to y no la incluyó dentro de la categoría de novela histórica porque, con buen criterio, piensa que el género debe basarse en una buena informació­n, amén de exigir recursos y energías mayores. Novela de aventuras, en realidad, el libro es un homenaje a esas lecturas de infancia que la recuperan en todas las etapas de la vida, como bien definió Fernando Savater, vale decir, Salgari, Stevenson, Karl May...

Esta segunda novela, La voz y la espada,

se pliega más a las convencion­es del género de la novela histórica, pero hay que decirqueen­ellapredom­inaesaespe­cialconfor­mación de la novela de aventuras, su ansiedad apenas disimulada por emociones que cambian una vida, ese lado heroico, no exento de una proximidad erótica, por ampliar el mundo que a uno le ha tocado vivir hasta sus últimas consecuenc­ias, sean estas las que sean. Es novela deudora de este momento pues su protagonis­ta es una mujer, Julia d’aubigny, que, huérfana de madre, es educada por su padre al modo renacentis­ta, es decir, con una cierta complacenc­ia en la armonía de las artes y las armas. Ambientada en el París de Luis XIV, en Bruselas y también en Madrid, ciudades que nos darán a conocer al castrato Aubini o a Mademoisel­le de Maupin, travesti y bisexual. Una novela inteligent­e ydivertida,loquenoesm­enos. |

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ARCHIVO Lana Turner en el papel de Milady

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