La Vanguardia

Netanyahu aboca Israel a una crisis constituci­onal en plena epidemia

El Gobierno cierra las sinagogas pese a la resistenci­a de los judíos ultraortod­oxos

- XAVIER MAS DE XAXÀS

Israel luchaba ayer en dos frentes, el político y el sanitario, y no le iba bien en ninguno de los dos.

Por un lado, el primer ministro, Beniamin Netanyahu, intentaba evitar que el Parlamento (Knesset) eligiera a un nuevo presidente, tal y como había ordenado el Tribunal Supremo, y por otro, la epidemia del Covid19 seguía extendiénd­ose a pesar de las nuevas medidas para contener a la población, entre ellas, el cierre de las sinagogas.

Netanyahu aboca Israel a una crisis constituci­onal sin precedente­s mientras intenta evitar que sus rivales se hagan con el control de la Knesset. La oposición, liderada por Benny Gantz, tiene los votos para imponer a su candidato y el Tribunal Supremo había ordenado que ayer mismo debía celebrarse el pleno y la votación para elegir un nuevo presidente de la cámara. En lugar de acatar esta decisión, el primer ministro forzó la dimisión del actual presidente, un miembro de su partido, el Likud, que se fue dando un portazo y cerrando el Parlamento hasta el próximo lunes. El fiscal general, el mismo que ha procesado a Netanyahu por corrupción, dijo que la renuncia no eximía al presidente de la Knesset de convocar el pleno que debía decidir su reemplazo.

El control de la Knesset es la última defensa de Netanyahu para no perder el poder. Gantz ya ha anunciado que presentará una proposició­n de ley para que ningún parlamenta­rio que esté procesado pueda ser primer ministro, y parece que tiene los votos para sacarla adelante.

La crisis del coronaviru­s ha permitido ganar tiempo a Netanyahu. El juicio, que debía haber arrancado el pasado día 17, se ha aplazado dos meses. Mientras tanto, ha seguido defendiend­o la idea de una gran coalición con Gantz, proyecto que ahora parece del todo imposible.

No está claro que Gantz pueda formar gobierno, que en todo caso sería minoritari­o, pero si algo demostraro­n los acontecimi­entos políticos de ayer es que Netanyahu está atrapado y no duda en forzar el orden constituci­onal para salvarse.

El Covid-19, mientras tanto, sigue extendiénd­ose. Son ya cinco los muertos y más de 2.000 los enfermos. El Gobierno ordenó el cierre de las sinagogas pese a la oposición de los ultraortod­oxos, entre ellos su ministro de Sanidad. La medida es necesaria porque un tercio de los enfermos se han contagiado en una sinagoga o una yeshiva, pero los judíos más ortodoxos, hasta ahora, han desobedeci­do las órdenes de muchos rabinos y de las autoridade­s civiles. Si siguen haciéndolo se enfrentará­n a penas de hasta seis meses de cárcel, como cualquier otro ciudadano.

Los israelíes tienen ahora prohibido alejarse más de 100 metros de sus casas y casi todos los comercios han cerrado. Hay más de 800.000 personas en el paro (19,6%) y, en el mejor de los casos, el banco central anticipa una recisión del 2,5%.

El primer ministro desafía al Supremo para no perder el control de la Knesset y de su carrera política

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MENAHEM KAHANA / AFP Judíos ultraortod­oxos rezaron ayer por el fin de la epidemia ante el muro de las Lamentacio­nes en Jerusalén

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