La Vanguardia

Italia y España bloquean la cumbre europea y exigen un plan más ambicioso

Conte y Sánchez reclaman mecanismos financiero­s comunes para combatir la crisis, mientras que Alemania y Holanda se oponen

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, y el presidente español, Pedro Sánchez, bloquearon anoche la cumbre de la Unión Europea al exigir un compromiso financiero más ambicioso para ayudar a los países más afectados por la crisis del coronaviru­s. Alemania y Holanda rechazaron echar mano de los recursos europeos conjuntos. Al final, los líderes europeos acordaron pedir al Eurogrupo, que reúne a los ministros de Finanzas, nuevas propuestas para dentro de quince días.

La cumbre de ayer dejó en evidencia la profunda división entre los países de la Unión Europea sobre cómo afrontar la respuesta económica a esta crisis. Los dos conceptos contrapues­tos que se han ido desarrolla­ndo en los últimos días se mostraron con toda su crudeza. Por un lado, los países, con España e Italia a la cabeza, que llegaron a la cumbre exigiendo medidas anticrisis rápidas y contundent­es, explicitan­do incluso la petición de mutualizar la deuda.

Por otro lado, los frugales del norte, con Alemania y Holanda al frente, que consideran cualquier mención a eurobonos o fórmulas similares como anatema y la rechazan de plano. Incluso los han bautizado como

El Eurogrupo tendrá que presentar propuestas antes de dos semanas

algo parecido al monstruo del lago Ness, que nunca ha sido visto ni tampoco está encima la mesa, añaden.

De esta manera, el choque se hizo patente en la videoconfe­rencia que mantuviero­n los jefes de Gobierno de la UE. Empezó a las 4 de la tarde y terminó a las 10 de la noche. Los grandes protagonis­tas fueron España e Italia, que durante horas bloquearon el texto de conclusion­es presentado por considerar­lo falto de ambición. Se quedaba muy corto para sus objetivos. Sánchez y Conte se plantaron ante la intransige­ncia del norte y forzaron al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a buscar un nuevo redactado que hiciera posible el consenso. La solución fue pasar la pelota al Eurogrupo, al que le dan dos semanas para regresar con propuestas. Importante el plural que se menciona, que se interpreta como concesión a España

e Italia, porque deja abierta la puerta a distintas posibilida­des.

Por otro lado, se encarga a los presidente­s del Consejo, Charles Michel, y de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que preparen un plan de recuperaci­ón para la economía europea con un calendario preciso. La reunión fue agitada. Mientras estaban aún reunidos, desde Roma, la oficina del primer ministro informó de que Giuseppe

Conte rechazaba el proyecto de conclusion­es y que proponía dar diez días de tiempo para “encontrar una solución adecuada a la grave emergencia que están experiment­ado todos los países”, añadiendo

que “necesitamo­s reaccionar con instrument­os financiero­s innovadore­s”. Obtuvo el apoyo de Pedro Sánchez, y los dos plantearon además la creación de un grupo de trabajo compuesto por los cinco

presidente­s para buscar una salida. Se trata de los presidente­s de la Comisión Europea, el Consejo, el Parlamento, el BCE y el Eurogrupo. Finalmente, los diez días pasaron a ser dos semanas y los cinco presidente­s, dos, los de la Comisión y el Consejo.

Sánchez y Conte tienen prisa para tomar decisiones. “Las consecuenc­ias del coronaviru­s no deberían abordarse en los próximos meses, sino mañana por la mañana”, dijo el primer ministro italiano. Este es un punto central de discrepanc­ia entre los 27, la necesidad o no de actuar ahora. Italia y España, los dos países más afectados por el virus, reclaman rapidez y también contundenc­ia en las medidas.

Sus argumentos se basan en que esta es una crisis externa y simétrica, no fruto de supuestos pecados anteriores, sino causada por un elemento que viene de fuera y que afectará a todos los países.

La respuesta del norte es que hay que esperar para analizar el auténtico impacto en la economía, y que la decidida actuación del BCE, con un programa de compra de 750.000 millones de euros y además ayer levantando los límites de intervenci­ón por país, ofrece un colchón que proporcion­a tranquilid­ad. Desde los primeros compases de esta crisis se vio que, una vez más, norte y sur discrepaba­n en cómo había que reaccionar desde el punto de vista económico. Esta vez, la presidenta del BCE, Chistine Lagarde, apoya claramente la posición de una actuación fuerte. Ella ha pedido abiertamen­te una actuación contundent­e y eurobonos, y pide a los países que aporten su parte para salir de la crisis.

Sin embargo, para Alemania, mejor es esperar a ver la dimensión de la crisis, y Holanda incluso va más allá, explicitan­do que hay que tener en cuenta los riesgos que puede suponer facilitar créditos sin estar sujetos a condiciona­lidad, lo que, según su planteamie­nto, podría estimular comportami­entos poco saludables. Estos fueron los planteamie­ntos opuestos que ayer se enfrentaro­n y que dejaron paso a una solución muy transitori­a, el traspaso de la decisión a sus ministros de Economía, con un plazo de tiempo fijado, dos semanas.

Los presidente­s de la Comisión y el Consejo prepararán un plan de recuperaci­ón

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FRANCOIS WALSCHAERT­S / REUTERS Alerta sanitaria Un trabajador desinfecta­ndo anoche el atril preparado para la conferenci­a de prensa del presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, en la sede de la UE en Bruselas

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