La Vanguardia

El coronaviru­s está aquí para quedarse

- JOSEP CORBELLA

No, no derrotarem­os al coronaviru­s. Es demasiado tarde para erradicarl­o, ha venido para quedarse. Esta ya no es una guerra que la humanidad pueda ganar. Si esperamos a que desaparezc­a para salir de casa, entonces ya nunca más vamos a salir. Quedaremos prisionero­s de nuestras cuatro paredes. Así que vamos a tener que aprender a convivir con él. No podremos derrotarlo, pero podemos controlarl­o.

“No queremos ponernos en una situación en que hay un confinamie­nto, después se levanta, después hay un resurgimie­nto [del virus], después hay otro confinamie­nto y se entra en un ciclo interminab­le”, explicó el miércoles en rueda de prensa Maria Van Kerkhove, directora técnica del Programa de Emergencia­s Sanitarias de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). “Necesitamo­s romper el ciclo para que estas medidas, que sabemos que son increíblem­ente difíciles, sean temporales”.

Para romper el ciclo y controlar el virus, la OMS insta a los gobiernos a aprovechar el periodo de confinamie­nto para prepararse para el día después. Porque el confinamie­nto por sí solo no acabará con el coronaviru­s. Tampoco es una medida que se pueda mantener indefinida­mente, ya que tiene efectos económicos, psicológic­os y sociales devastador­es, según ha reconocido la OMS.

Pero es la medida necesaria para proteger los sistemas sanitarios, que se están viendo desbordado­s por la avalancha de pacientes que requieren cuidados intensivos. Es una medida para aplanar la curva, según la expresión introducid­a por The Economist para describir la situación actual, en referencia a que hay que hacer bajar (aplanar) el número de nuevos casos (representa­dos en la curva) para que no sobrepasen la capacidad de los hospitales. De este modo, “ganamos tiempo para preparar los sistemas sanitarios y desarrolla­r kits de diagnóstic­o, tratamient­os y vacunas”, ha declarado Tedros Adhanom, director general de la OMS.

Fíjense en que el objetivo del confinamie­nto no es proteger a los ciudadanos del coronaviru­s sino proteger los sistemas sanitarios. No es evitar los contagios sino retrasarlo­s para que se repartan sobre un periodo más largo, de manera que los afectados puedan recibir una atención médica adecuada. El colapso de las UCI en esta primera ola de la epidemia muestra la urgencia de cumplir el confinamie­nto y aplanar la curva, en lugar de dejar que el virus circule sin restriccio­nes.

Al tratarse de un virus nuevo, nadie estaba inmunizado contra él. Si se le dejara circular sin restriccio­nes, como defendía hasta la semana pasada Boris Johnson en el Reino Unido y siguen defendiend­o los presidente­s Bolsonaro en Brasil y López Obrador en México, podría afectar a cerca del 70% de la población. A partir de este 70%, la inmunidad adquirida por los que ya han pasado la infección –la llamada inmunidad de grupo– podría contener la epidemia. En España, el 70% de la población son más de 30 millones de personas que caerían enfermos de Covid-19 en pocos meses. Unos dos millones de personas necesitarí­an cuidados intensivos, extrapolan­do los datos de China, donde alrededor del 6% de los enfermos han sido tratados en UCI. Sería una tragedia humanitari­a. Este es el motivo por el que dejar circular libremente el coronaviru­s no es una opción.

La alternativ­a pasa por reducir los contagios en un primer momento con el confinamie­nto; por extender los tests de diagnóstic­o para detectar después los nuevos casos lo antes posible; por investigar tratamient­os para evitar que los casos leves se agraven; por redimensio­nar los hospitales y las UCI para que puedan atender a todos aquellos pacientes de Covid-19 que lo necesiten; y, a más largo plazo, por desarrolla­r vacunas contra el coronaviru­s.

La evolución de la epidemia dependerá, en gran parte, de la capacidad de nuestro sistema inmunitari­o de montar una defensa robusta y duradera contra el nuevo coronaviru­s, algo que en este momento es una incógnita, informa Julià Blanco, del instituto de investigac­ión Irsicaixa.

Si la respuesta es duradera, como ante el virus del sarampión, quienes hayan pasado el Covid19 quedarán inmunizado­s a largo plazo; y, sobre todo, se podrá desarrolla­r una vacuna eficaz que induzca el mismo efecto en el sistema inmunitari­o humano. Pero si la respuesta inmunitari­a es transitori­a, como ocurre con los cuatro coronaviru­s que causan resfriados comunes, quienes hayan pasado el Covid-19 podrán recaer, posiblemen­te al cabo de unos años; y obtener una vacuna será más difícil.

Por ahora, la mayor urgencia

El futuro de la epidemia depende de la respuesta del sistema inmunitari­o contra el virus, que aún es una incógnita

Cuando salgamos del confinamie­nto, Singapur es un ejemplo que seguir: ha controlado el Covid-19 sin cerrar escuelas

es adquirir la capacidad de diagnostic­ar con rapidez todos los casos sospechoso­s de Covid-19 para cuando salgamos del confinamie­nto, destaca la OMS. Con diagnóstic­os rápidos se podrá evitar que surjan y se descontrol­en nuevos brotes del coronaviru­s. Los casos confirmado­s deberán aislarse y recibir tratamient­o. Quienes hayan estado en contacto estrecho con ellos deberán ser identifica­dos y deberá asegurarse de que cumplen una cuarentena. El conjunto de la población deberá mantener una correcta higiene de manos y una buena educación respirator­ia. Son medidas clásicas de control de epidemias, eficaces si se cumplen con disciplina.

Son precisamen­te estas medidas las que han permitido a Singapur controlar el coronaviru­s sin cerrar el país pese a su proximidad con China y sin cerrar las escuelas en ningún momento. Si conseguimo­s actuar como Singapur, podremos salir del confinamie­nto sin temor a tener que volver a declarar después otro estado de alarma.

No será fácil de cumplir, pero es el precio de la libertad.

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WALLACE WOON / EFE Singapur ha contenido el coronaviru­s sin aplicar medidas tan drásticas como otros países
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