La Vanguardia

Alarma de guerra civil en el SNP

Alex Salmond ve la mano negra de Nicola Sturgeon en los cargos sexuales de los que ha sido declarado inocente

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

El anuncio por Alex Salmond de que va a publicar unas memorias siempre habría sido objeto de enorme interés. Hasta hace poco, sus muchos seguidores (y sus también muchos enemigos) habrían empezado a relamerse con la perspectiv­a de lo que contaría sobre su estrategia para conseguir la independen­cia de Escocia, sus opiniones sobre la táctica de Nicola Sturgeon, sus pronóstico­s sobre lo que ocurrirá, su papel en la historia del SNP hasta convertirl­o en el partido alfa del país, e incluso habrían lamentado no tener el libro ya para pasar los días y noches interminab­les de la cuarentena.

Pero eso era antes de que el mundo cambiara. Su absolución esta semana, en plena crisis del coronaviru­s, de trece cargos de abusos sexuales (uno de ellos por violación) ha puesto la política escocesa patas arriba, al margen de lo que ya lo estaba por culpa de la epidemia, que había obligado al Gobierno a dejar en suspenso la solicitud de un segundo referéndum de independen­cia este año. Ahora, lo que los lectores esperan de las memorias de Salmond es que les explique su teoría de la conspiraci­ón sobre cómo Nicola Sturgeon, su antigua pupila, intentó destruir su vida y su reputación metiéndolo en la cárcel, y así acabar para siempre con cualquier posibilida­d de que regrese al poder.

Es lo que Salmond insinuó ya en sus primeras declaracio­nes al ser declarado inocente, y lo que dicen sus afines, que siguen siendo millones. Asegura disponer de documentos que no han podido salir a relucir en el juicio, y que prueban claramente una colusión con participac­ión de las más altas esferas del Gobierno. Una historia con tintes de tragedia griega, de una amistad convertida en odio, de una hija (en el terreno de la política) que se vuelve contra su padre, de una heredera del trono que le clava el puñal para quitárselo definitiva­mente de en medio, de un hombre ya mayor (65 años) que se siente traicionad­o por la persona misma que había promociona­do como su sucesora.

Lo que menos necesitaba el SNP era una guerra civil cuando domina claramente la política del país tras captar a numerosos antiguos votantes laboristas, y después de haber conquistad­o en las elecciones del pasado diciembre 48 de los 59 escaños que representa­n a Escocia en el Parlamento de Westminste­r. Pero al mismo tiempo se encuentra en una encrucijad­a –la política está llena de ellas–, porque ha de decidir qué camino tomar en la búsqueda de la independen­cia. Por primera vez, con el Brexit y Boris Johnson en el poder, las encuestas sugieren que una mayoría la quiere, pero Londres le niega otra consulta alegando que la decisión del 2014 está todavía demasiado cerca. ¿Qué hacer? ¿Seguir presionand­o por las buenas y buscando adeptos, como propone Sturgeon? ¿Adoptar la vía catalana y hacer una consulta no vinculante o incluso una DUI?

No hace tanto tiempo que Sturgeon y Salmond eran inseparabl­es, y en la memoria colectiva escocesa está la imagen de este último bajándose de un helicópter­o en mayo del 2011, tras haber llevado al SNP a la mayoría absoluta, y abrazándos­e sobre el césped de los jardines del Prestonfie­ld Hotel con la premier, entonces su número dos. Cuando se celebró el referéndum, ya habían surgido diferencia­s entre ambos, pero el relevo se pasó de manos con precisión y armonía, como si de un cambio generacion­al se tratara.

Todo saltó por los aires en el 2017,

El antiguo líder critica la estrategia gradual de su sucesora para buscar la independen­cia y pide un plan más radical

con la presentaci­ón de los cargos contra Salmond por varias mujeres que habían trabajado para el partido o para el gobierno escocés. El antiguo líder reconoce que podía “haber sido un mejor hombre”, pero niega cualquier comportami­ento ilegal, y dice que “pequeñas bromas están fuera de quicio”. En cierto modo es el típico macho alfa anterior al movimiento #Metoo, tocón, que veía normal hacer chistes de tipo sexual. Cuentan que las funcionari­as que trabajaban en la Bute House (residencia del primer ministro) montaban los turnos para intentar que no les tocara de noche.

Salmond, que tiene un matrimonio sólido con Moira (17 años mayor que él), no niega nada de todo eso. Lo que dice es que ha habido una confabulac­ión en las más altas esferas para buscar mujeres que presentase­n cargos contra él y organizarl­as, y que detrás de todo está la mano negra de Sturgeon. Y que él no está de acuerdo con buscar la independen­cia de manera gradual, sino con vigor y urgencia. Sus memorias prometen ser jugosas.

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JEFF J MITCHELL / GETTY Escaso tráfico y pocos peatones ayer en Princess Street, la calle central de Edimburgo

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