El informe de Torra
Quim Torra divulgó el miércoles un informe escalofriante en apoyo de sus peticiones de más confinamiento en Catalunya. Según dicho estudio del Departament de Salut, la cifra de muertos en Catalunya podría ser de 13.000 si no se extreman las medidas de reclusión. Ayer por la mañana, el Gobierno central emitió un comunicado recordando que sólo el Ministerio de Sanidad está autorizado a cambiar el grado de confinamiento, en respuesta al deseo de la Conselleria d’interior de incrementarlo en los cuatro pueblos de la cuenca de Òdena donde el coronavirus está causando estragos.
Es comprensible que el Govern intente tomar las medidas a su juicio más oportunas para reducir los efectos de la pandemia. Pero también se comprende que en el vigente estado de alarma el Gobierno ostenta el mando centralizado. Y salta a la vista que todas las administraciones, las de aquí y las de allá, combaten la epidemia con mejor voluntad que recursos. Ayer supimos que parte de los tests de detección del Covid-19 importados de China no son fiables. Y a diario llegan quejas del frente hospitalario, por ejemplo desde Igualada, denunciando que algunos suministros esenciales prometidos día tras día por la Conselleria de Salut demoran y demoran su llegada.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ha reclamado reiteradamente unidad política para combatir la crisis. Quim
Torra, presidente de la Generalitat, hizo lo propio el miércoles al dirigirse telemáticamente al Parlament. Pero, en la práctica, desde el inicio de la crisis, Torra se ha obstinado en reclamar un mando que la ley no le confiere. El mensaje subyacente en estas reclamaciones suele ser que aquí haríamos las cosas mejor que desde Madrid, contribuyendo así a reducir la mortandad. Este mismo mensaje, indecorosamente extrapolado, permitió a algunos sustituir el lema “Madrid ens roba” por el infinitamente más insidioso “Madrid ens mata”.
La insistencia de Torra puede relacionarse, directa o indirectamente, con las campañas de descrédito avaladas por la Generalitat contra España, su Estado, su monarquía, sus instituciones, sus gobernantes o su democracia. Ayer arreciaba en las redes una campaña independentista contra el ministro de Sanidad. Creemos, y lo hemos apuntado en anteriores editoriales, que en esta coyuntura será un error todo lo que no consista en priorizar el combate sanitario y la unidad.
El horizonte sigue siendo incierto, en lo relativo a la duración de la epidemia, a su balance final y a la idoneidad de las estrategias de combate. Algunos países a los que criticamos semanas atrás quizás hicieron una mejor gestión que nosotros. Otros desde los que ahora se nos critica quizás la harán peor. Veremos. La cautela se impone. Y, con ella, la sincera convicción de que esta crisis sólo la venceremos unidos.
Las críticas subyacentes en la petición del president se alinean con las campañas de descrédito de lo español