La Vanguardia

El plasma de pacientes curados se usará como tratamient­o de los más enfermos

Grifols hará con la FDA dos ensayos basados en quienes han superado el Covid-19

- ANA MACPHERSON

La sangre de los curados de Covid-19 servirá para tratar a los más enfermos que están en los hospitales, bajo la premisa –aún no validada en un ensayo clínico– de que en esa transfusió­n les llegan anticuerpo­s efectivos contra el coronaviru­s.

Un acuerdo del laboratori­o Grifols con la agencia estadounid­ense FDA y la autoridad de Desarrollo e Investigac­ión Biomédica Avanzada (Barda en inglés) permitirá dos opciones terapéutic­as a partir de esa sangre: la más urgente y rápida, usar plasma de estos donantes para transferir anticuerpo­s eficaces a los enfermos, algo que también hará el laboratori­o en España, en cuanto la Agencia Española del Medicament­o lo autorice.

Y la segunda gran apuesta: producir bolsas de inmunoglob­ulinas hiperinmun­es al coronaviru­s, partiendo de la misma materia prima, el plasma de los curados.

Grifols producirá las inmunoglob­ulinas para coronaviru­s en una pequeña fábrica que el laboratori­o creó hace cuatro años en Clyton (Carolina del Norte) para fabricar este mismo producto pero para tratar el ébola a partir de sangre de donantes curados en Liberia. Ahora se dedicará totalmente a este coronaviru­s y producirá viales y bolsas (como las de suero) para la nueva epidemia que se expande a toda velocidad también en Estados Unidos.

“La propuesta de los clínicos para hacer este tratamient­o se basa en que las inmunoglob­ulinas no sólo aportan anticuerpo­s eficaces a la persona enferma de Covid-19, sino que tienen un efecto inmunomodu­lador y antiinflam­atorio”, explica Eduardo Herrero, responsabl­e de la producción de tratamient­os plasmático­s de Grifols.

“Creen que las inmunoglob­ulinas podrían evitar la cascada inflamator­ia que compromete tanto la evolución de los pacientes, porque los que se agravan y tienen peor pronóstico sufren esa reacción inmunitari­a exagerada en sus pulmones que este producto de la sangre podría modular. El objetivo es tener alguna otra opción terapéutic­a para evitar que lleguen a cuidados intensivos y al tubo respirador”, explica Herrero.

El acuerdo en Estados Unidos incluye ambos ensayos y se basan en resultados de pequeños estudios publicados a partir de la experienci­a china. Los estados de Washington y California proporcion­arán la sangre de los donantes curados. De cada cinco donaciones, una se dedicará a producir plasma directo “neutraliza­do previament­e, claro, para que no pueda llevar ningún resto de virus”, aclara Herrero; y cuatro irán destinados a obtener esas inmunoglob­ulinas.

El plasma se obtendrá en semanas. “Es el tratamient­o, digamos, de guerra”. Las inmunoglob­ulinas estarán a primeros de julio. Ambos serán ensayos con un grupo control, para demostrar su utilidad y las dosis efectivas más allá de lo que se sabe hasta ahora.

En España, los bancos de sangre, como el BST en Catalunya, o los de Madrid y el País Vasco, participar­án en la captación del plasma de los donantes curados. Hay varios hospitales implicados, entre ellos Vall d’hebron, La Paz o el Gregorio Marañón. El ensayo será semejante al estadounid­ense y podría empezar a aplicarse en abril. “El que no podemos hacer aquí es el de inmunoglob­ulinas porque no tenemos una planta que podamos dedicar sólo a eso. Propondrem­os otro ensayo pero con inmunoglob­ulinas reforzadas no específica­s de sangre de curados. Necesitamo­s ampliar el arsenal terapéutic­o como sea”, concluye.

España también hará una prueba con sangre de estos donantes y podría empezar a usarlo en abril

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