La despensa de Fira se reparte en el Raval
Si el coronavirus no hubiese aparecido, los responsables de catering de Fira de Barcelona estarían hoy por hoy ajustando todo para que no faltase de nada en Alimentaria, el congreso de mayor tamaño que se celebra en la capital catalana junto al Mobile.
El aplazamiento de actos y la cancelación total de la actividad ferial durante las próximas semanas han dejado sin utilidad para ellos una gran cantidad de productos con los que se iban a preparar los desayunos y las comidas para miles de asistentes en las cocinas centrales de Gran Via. Son ese tipo de cosas que siempre va bien tener en la despensa, más aún en tiempos de confinamiento. “Leche, mermelada... 2.600 kilos de productos básicos con caducidad a meses vista”, enumera Eduard Ávila, director de operaciones de Gastrofira, el departamento de catering de Fira de Barcelona.
Un grupo de voluntarios de la entidad Nutrición sin Fronteras cargaban ayer en furgonetas todos esos alimentos a los que darán una utilidad antes de que caduquen. La relación entre esta organización y Fira de Barcelona viene de lejos. Habitualmente les hacen entrega de los excedentes de productos frescos que sobran de los congresos y salones, así como de ensaladas a punto para consumir, galletas, zumos y pastelería.
Los destinatarios también serán los de siempre: colectivos vulnerables que viven en el Raval, en infraviviendas o directamente en la calle. Los productos servirán para atender mujeres con problemas de drogodependencia del colectivo Metzineres, a los usuarios del centro de atención sociosanitaria Baluard, del centro de reducción de daños Lluís Companys y de la fundación Àmbit Prevenció. Son entidades que estos días se encuentran con más usuarios pidiendo su ayuda y que, a la vez, tienen menos platos calientes que nunca. Las donaciones habituales de hoteles han desaparecido al estar cerrados los establecimientos, y Nutrición sin Fronteras se ve obligada a explorar nuevas vías para garantizar la alimentación de los más vulnerables.
Nutrición sin Fronteras distribuye 2.600 kilos de productos con los que se iba a cocinar para grandes salones como Alimentaria