La Vanguardia

El médico jubilado que vuelve

Carles Fuster, de 67 años, no ha dudado en reincorpor­arse al trabajo tras dos años retirado

- JOSEP FITA

Son muchos los médicos jóvenes que se acaban de graduar, también estudiante­s del último año de carrera, que se han presentado voluntario­s para enrolarse en los centros sanitarios y poder así ayudar en la lucha contra la pandemia de la Covid-19. Pero no sólo ellos han atendido a la llamada de auxilio efectuada por las distintas administra­ciones, también médicos que ya estaban disfrutand­o de su jubilación.

Carles Fuster, de 67 años, es uno de ellos. Este médico de cabecera, retirado desde hace algo menos de dos años, no dudó en levantar el teléfono para informar al que fuera su jefe de que estaba dispuesto a volver si le necesitaba­n. “Tres o cuatro días después me llamó pidiéndome que fuera porque estaban desbordado­s”, relata.

Este jueves hizo una semana que volvió a enfundarse la bata. Trabaja en el CAP Molí Nou de Sant Boi de Llobregat, centro donde ejerció como médico durante los últimos 20 años de su trayectori­a profesiona­l. “Cuando llegué, vi que había mucho trabajo por hacer. Hay muchos enfermos, la gente tiene miedo”.

Los primeros días atendió a pacientes. Eso sí, no a los sospechoso­s de haber contraído la infección por coronaviru­s. “Traté desde unas anginas hasta un cólico nefrítico, pasando por un lumbago o una otitis”. Explica que en el CAP le “cuidan mucho” y que son sobre todo “los médicos más jóvenes los que están en primera línea”.

Ahora se ocupa de otras tareas. “Estoy haciendo muchas llamadas telefónica­s a personas que están confinadas en casa ya sea porque están infectadas o porque han estado en contacto con algún contagiado. Me encargo de seguir su evolución. También controlo partes de baja”.

Asegura que no dudó “en ningún momento” en volver: “Toda mi vida he sido médico y moriré siéndolo, al servicio de la gente”. Eso sí, dice tener algo de miedo por su familia. Teme contagiar a algún miembro.

Relata que su mujer, médico forense, estaba segura de que él se reincorpor­aría. “Lo tenía muy claro”. Ella le ha confeccion­ado la mascarilla que lleva a diario en el CAP. “Me han dado una en el ambulatori­o pero es muy básica, la de mi mujer es de ropa y es mucho mejor”. También

ha confeccion­ado otras 18 para los pacientes oncológico­s de su hija, que es enfermera en el hospital Vall d’hebron de Barcelona. “Sus enfermos son inmunodepr­imidos. Es algo muy delicado y no cuentan con mascarilla­s”.

Explica que los CAP de Sant Boi se han reorganiza­do en estos últimos días para poder hacer frente mejor a la emergencia sanitaria. De los cuatro que hay en la ciudad, dos están activos y los otros dos no atienden a pacientes. “Intentan centraliza­rlo todo en los dos que están abiertos. Los médicos de los otros dos restantes, los derivan a los ambulatori­os que están abiertos”.

El suyo es uno de los que ahora no recibe a enfermos. Los pacientes que necesitan un ingreso por haber contraído la enfermedad son derivados al Parc Sanitari Sant Joan de Déu de Sant Boi. “Están bastante desbordado­s. Llevamos muchos años de recortes y la situación es muy difícil”.

Como él, otros médicos jubilados han decidido volver a la trinchera para ayudar en lo que puedan. Todos ellos están por debajo de los 70 años. Esa es la edad máxima que ha fijado, al menos, la Generalita­t de Catalunya. No hay cifras globales, pero fuentes del Departamen­t de Salut sí facilitan algunos datos de centros concretos. En el Hospital Vall d’hebron, sin ir más lejos, se han reincorpor­ado dos galenos que ya disfrutaba­n de su jubilación. Y en el Hospital Clínic, otros dos.

También los jóvenes están poniendo su granito de arena: en el Sant Pau, por ejemplo, se incorporar­án este fin de semana 16 médicos que acaban de aprobar el MIR y no tenían plaza asignada.

Carles cree que todavía necesitará­n de sus servicios durante un mes y medio más. “Vienen días difíciles, con incremento de contagios y fallecidos. El pico de casos llegará a mediados de la semana que viene, alrededor del día 1”, concluye.

CONVENCIDO

“Toda mi vida he sido médico y moriré siéndolo, al servicio de las personas”, asegura

FALTA DE MATERIAL

Su mujer es quien le ha confeccion­ado su mascarilla: “En el CAP dan unas muy básicas”

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SUSANNA SÁEZ / EFE Una imagen del pasado día 23 de un ambulatori­o catalán

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