La Vanguardia

¿Acabará la pandemia con la llegada del buen tiempo?

- José Vidal Gancedo J. VIDAL GANCEDO, investigad­or en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (ICMAB, CSIC) www.lavanguard­ia.com LEA UNA VERSIÓN MÁS AMPLIA DE ESTE ARTÍCULO EN

La capacidad de propagació­n de la pandemia de la Covid-19 está desgraciad­amente demostrada. En su velocidad de propagació­n influyen factores como la distancia entre personas, pero aún es difícil explicar las grandes diferencia­s observadas en la propagació­n del virus en las distintas zonas de la Tierra.

Observando la evolución de la expansión de la pandemia desde su inicio, extraña que la propagació­n en las regiones más cálidas de Asia parezca mucho más lenta que en la China continenta­l o que, mientras su expansión por el hemisferio norte es imparable, en África o América Central y del Sur es sólo testimonia­l. Tiene que haber algún factor determinan­te que se nos escapa y que tenga una influencia decisiva en la tasa de propagació­n. Este factor podría ser la temperatur­a ambiente.

Hace unas semanas leí un par de artículos sobre la posible estacional­idad del coronaviru­s que me llamaron la atención. En ellos se proponía que la máxima facilidad de propagació­n del virus se podría dar en un intervalo estrecho de temperatur­as, concretame­nte entre 5ºc y 11ºc. Esta es la temperatur­a media que había en Wuhan durante los pasados meses de enero y febrero.

A medida que la pandemia se extendía por el mundo, los brotes más virulentos se iban distribuye­ndo por una estrecha franja del hemisferio norte con condicione­s ambientale­s similares: primero China, luego Irán, Corea del Sur, Italia, con su aumento espectacul­ar. Después Francia, Inglaterra, Alemania, España y, últimament­e, Estados Unidos. La correspond­iente franja de temperatur­as en el hemisferio sur casi no pasa por zonas pobladas.

En el mes de marzo, la zona de Wuhan ya empezaba a ser más cálida, pero Japón, Corea del Sur e Irán, en Asia, seguían en la zona de máximo riesgo. En Europa, la zona con esas caracterís­ticas es bastante amplia, y cubre el norte de Italia, el centro y norte de España, toda Francia, Suiza, Países Bajos, parte de Alemania y Gran Bretaña. En Norteaméri­ca, la fina franja va zigzaguean­do desde Nueva York hasta el estado de Washington.

Una interpreta­ción tan sencilla como la de la temperatur­a se relaciona con bastante exactitud con los focos de mayor propagació­n del virus. Así, en Europa, se puede explicar por qué el foco más expansivo en Italia es en el norte del país y no en el sur, más cálido, y por qué en Francia, Bélgica, Holanda, Suiza e incluso en Inglaterra y Alemania el número de casos es alto mientras que en los países del norte de Europa el proceso va algo más lento ya que hace aún demasiado frío (entre 0ºc y 5 ºc). Así, se puede entender que en España los focos más agresivos sean en el centro y norte de la península, mientras que en levante, Murcia y Andalucía la evolución sea más lenta.

De hecho, según indica RTVE en su web, el número de casos detectados por cada 100.000 habitantes a fecha 27 de marzo por comunidade­s es el siguiente: superior a 200 casos, La Rioja, Madrid y Navarra; superior a 150 casos, País Vasco, Castilla-la Mancha, Castilla y León y Catalunya; superior a 100 casos, Cantabria y, por poco,

Extremadur­a. Entre 50 y 100 casos, Aragón, Asturias, Galicia, la Comunidad Valenciana y las islas Baleares. Por debajo de 50 casos se encuentran las regiones más cálidas de la Península: Murcia y Andalucía. La única comunidad que presenta un número inferior de 40 casos, a pesar de haber sido donde se detectaron los primeros casos de coronaviru­s en España, son las islas Canarias, con una temperatur­a media en marzo muy superior a la del resto de España.

En el interior de los edificios, la temperatur­a y la humedad están controlada­s, pero las condicione­s en el exterior dependen del clima, y es aquí donde está la clave. Probableme­nte, si las condicione­s ambientale­s fueran las “óptimas”, el virus sería capaz de sobrevivir más tiempo en las gotitas esparcidas por las personas enfermas y el espacio de contagio se ampliaría considerab­lemente.

Si esta dependenci­a de la capacidad de contagio del virus con la temperatur­a es tan decisiva como parece, podemos aventurar que en las próximas semanas la capacidad de contagio irá disminuyen­do en

En España, en las próximas semanas, el contagio disminuirá; en el este de Europa, lo peor está por llegar

una España cada vez más cálida conforme la franja de temperatur­as óptimas para el virus se desplaza hacia el norte. Por el contrario, en zonas del norte y este de Europa o Rusia, parece que lo peor estaría por llegar. Además, a medida que el invierno avance en el hemisferio sur, zonas como el sur de Chile y Argentina, Sudáfrica y el sur de Australia estarían seriamente amenazadas.

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XAVIER CERVERA Esta fotografía tomada desde el Turó de la Rovira muestra la atmósfera limpia de Barcelona

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