La Vanguardia

Los pescadores amarran las barcas para evitar el contagio

Sin restaurant­es ni hoteles, con el precio por los suelos y ante la imposibili­dad de protegerse bien, la flota se quedará en casa

- SILVIA OLLER SARA SANS

Cada día que pasa, salen menos barcas y ayer, fue el último día de pesca para buena parte de la flota que todavía se mantenía activa. “Somos once marineros en una barca de 21 metros... Es imposible trabajar y protegerse correctame­nte... La salud es lo primero”, opina Josep Miquel Budesca. Entre las cofradías que han tenido que cerrar por cuarentena, la caída del precio y la dificultad que supone mantener las distancias de seguridad faenando, la pesca en la costa catalana se reducirá a la mínima expresión la próxima semana.

El miércoles salió por última vez el armador Josep Antoni Cruz Hijo, nieto y biznieto de pescadores de Palamós. Pocas semanas después de acabar la veda de la gamba, su barco, Juan y Virgilio, vuelve a estar amarrada. Ese último día, uno de sus cinco marineros tuvo que quedarse en tierra para poder garantizar la distancia mínima de metro y medio a la que obliga el real decreto. También los pescadores tienen que protegerse con guantes y mascarilla­s filtrantes FFP2, “muy difíciles de encontrar”, dice Cruz. Y alcohol o soluciones alcohólica­s para limpiarse con frecuencia manos y guantes. Tenían que organizar turnos en cubierta o en la cocina de la embarcació­n para no coincidir.

“Si estas medidas de protección ya son difíciles de cumplir en tierra, sobre un barco son todavía mucho más complicada­s, cuando hace mala mar te agarras adonde puedes”, asegura Antoni Abad, presidente de la Federación Catalana de Cofradías de Pescadores y patrón mayor de la de Roses.

El 80% de la flota pesquera de la demarcació­n de Girona ya no sale a faenar. En Blanes ayer se celebró la última subasta de pescado hasta nuevo aviso. Palamós decidirá este lunes si cierra definitiva­mente su lonja, que actualment­e solo se abastece de las embarcacio­nes de artes menores. En Roses, el viernes de los 17 barcos de su flota, solo tres se hicieron a la mar.

Tarragona cerró la cofradía el miércoles y también la de Barcelona ha parado su actividad. En Sant Carles de la Ràpita, el jueves salió la mitad de la flota y ayer más barcas se quedaron en el puerto. “Esto es una rueda, todo va parando, los restaurant­es, los hoteles, muchos clientes ya no venían a la subasta... Y aunque decidas jugarte la salud e ir a pescar, los precios están por los suelos”, lamenta Maribel Cera, una de las pescadoras.

“Tendremos que buscar fórmulas para poder sobrevivir si esto se une con la veda de mayo y y junio”, dice Jaume Sans, pescador de Tarragona. Una de las opciones que planea el sector es avanzar la veda para no estar parados tres meses y medio.

En Palamós se planteó otra opción para no frenar totalmente la actividad: en asamblea y por amplia mayoría la cofradía aprobó permitir la pesca sólo un día a la semana. “Pero no nos sale a cuenta trabajar sólo un día, no es viable ni para nosotros ni para la cofradía”, afirma Cruz, que a sus 28 años lleva media vida en el mar. Su embarcació­n y otras tres donarán al Ayuntamien­to los más de 7.000 euros que hicieron en su último día de pesca para destinarlo­s a fines sanitarios. Durante los últimos días, en las pescadería­s y mercados las ventas también han caído y la venta online se ha convertido en una opción para intentar colocar parte del producto.

“Lo primero es la salud; vamos once personas en una barca de 21 metros”, dice Josep Miquel Budesca

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PERE DURAN / NORD MEDIA Una de las cuatro barcas que el miércoles salieron a faenar desde el puerto de Palamós

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