Los pescadores amarran las barcas para evitar el contagio
Sin restaurantes ni hoteles, con el precio por los suelos y ante la imposibilidad de protegerse bien, la flota se quedará en casa
Cada día que pasa, salen menos barcas y ayer, fue el último día de pesca para buena parte de la flota que todavía se mantenía activa. “Somos once marineros en una barca de 21 metros... Es imposible trabajar y protegerse correctamente... La salud es lo primero”, opina Josep Miquel Budesca. Entre las cofradías que han tenido que cerrar por cuarentena, la caída del precio y la dificultad que supone mantener las distancias de seguridad faenando, la pesca en la costa catalana se reducirá a la mínima expresión la próxima semana.
El miércoles salió por última vez el armador Josep Antoni Cruz Hijo, nieto y biznieto de pescadores de Palamós. Pocas semanas después de acabar la veda de la gamba, su barco, Juan y Virgilio, vuelve a estar amarrada. Ese último día, uno de sus cinco marineros tuvo que quedarse en tierra para poder garantizar la distancia mínima de metro y medio a la que obliga el real decreto. También los pescadores tienen que protegerse con guantes y mascarillas filtrantes FFP2, “muy difíciles de encontrar”, dice Cruz. Y alcohol o soluciones alcohólicas para limpiarse con frecuencia manos y guantes. Tenían que organizar turnos en cubierta o en la cocina de la embarcación para no coincidir.
“Si estas medidas de protección ya son difíciles de cumplir en tierra, sobre un barco son todavía mucho más complicadas, cuando hace mala mar te agarras adonde puedes”, asegura Antoni Abad, presidente de la Federación Catalana de Cofradías de Pescadores y patrón mayor de la de Roses.
El 80% de la flota pesquera de la demarcación de Girona ya no sale a faenar. En Blanes ayer se celebró la última subasta de pescado hasta nuevo aviso. Palamós decidirá este lunes si cierra definitivamente su lonja, que actualmente solo se abastece de las embarcaciones de artes menores. En Roses, el viernes de los 17 barcos de su flota, solo tres se hicieron a la mar.
Tarragona cerró la cofradía el miércoles y también la de Barcelona ha parado su actividad. En Sant Carles de la Ràpita, el jueves salió la mitad de la flota y ayer más barcas se quedaron en el puerto. “Esto es una rueda, todo va parando, los restaurantes, los hoteles, muchos clientes ya no venían a la subasta... Y aunque decidas jugarte la salud e ir a pescar, los precios están por los suelos”, lamenta Maribel Cera, una de las pescadoras.
“Tendremos que buscar fórmulas para poder sobrevivir si esto se une con la veda de mayo y y junio”, dice Jaume Sans, pescador de Tarragona. Una de las opciones que planea el sector es avanzar la veda para no estar parados tres meses y medio.
En Palamós se planteó otra opción para no frenar totalmente la actividad: en asamblea y por amplia mayoría la cofradía aprobó permitir la pesca sólo un día a la semana. “Pero no nos sale a cuenta trabajar sólo un día, no es viable ni para nosotros ni para la cofradía”, afirma Cruz, que a sus 28 años lleva media vida en el mar. Su embarcación y otras tres donarán al Ayuntamiento los más de 7.000 euros que hicieron en su último día de pesca para destinarlos a fines sanitarios. Durante los últimos días, en las pescaderías y mercados las ventas también han caído y la venta online se ha convertido en una opción para intentar colocar parte del producto.
“Lo primero es la salud; vamos once personas en una barca de 21 metros”, dice Josep Miquel Budesca