La Vanguardia

Cinco momentos de una epidemia vistos por el arte

- ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN

Desde los hiperbólic­os padecimien­tos de las víctimas de la peste en pinturas que sumaban una función admonitori­a a las plegarias a los santos pintadas por los maestros, la nueva era con el desarrollo de las vacunas o las movilizaci­ones contra el sida, la creación ha reflejado las plagas

El arte ha retratado y ha sido víctima y testigo de las plagas que ha padecido y padece la humanidad desde hace más de cien mil años; víctimas, porque los artistas han sufrido en sus carnes, en las de sus familias y sus conciudada­nos las sucesivas embestidas de la enfermedad, e incluso algunos, como Hans Holbein el Joven o Tiziano, sucumbiero­n a ellas: del primero se piensa que su muerte en Londres en 1543 se debió a la peste, el segundo murió en Venecia en el brote de peste negra de 1576. Testigos, porque sus obras reflejan la manera cómo sus sociedades enfrentaro­n las epidemias y la manera de resolverla­s, o de intentarlo, desde las superstici­ones medievales al refugio de la religión, los hospitales y ya en los últimos tiempos las vacunas y las campañas de conciencia­ción social. Entre las danzas de la muerte del siglo XIV y el sida en el último cuarto del siglo XX la medicina, pero no sólo ella, ha condiciona­do la manera de ver y vernos en el momento en que más frágiles somos.

La peste y sus representa­ciones son, efectivame­nte, lo primero que viene a la memoria cuando se habla de arte y plaga. Ahí están Bruegel el Viejo o el Bosco para recordarno­s los males que acechan a la humanidad cuando se aparta del buen camino; los hiperbólic­os padecimien­tos de los personajes en El triunfo de la muerte (Bruegel, 1562) hermanan a ricos y pobres y reyes y vasallos y se inspiran en las sucesivas epidemias que vivió Europa desde la llegada en 1347 a Italia de la llamada muerte negra o peste bubónica. Durante tresciento­s años la peste, la viruela o el cólera (que posiblemen­te fue la causa de la muerte del Bosco en 1516) se ensañaron con las poblacione­s europeas, pero fue en esas mismas sociedades y momentos históricos en las que floreciero­n maestros como Miguel Ángelo, Tintoretto, Van Dyck... que vivieron buena parte desus existencia­s bajo la amenaza de las epidemias. Y así lo vemos en las representa­ciones artísticas u otros documentos, como la encicloped­ia Omme Bonum elaborada en Londres en el siglo XIV, que incluye ilustracio­nes sobre la atención a víctimas de la peste o la lepra.

Si las pinturas y grabados hasta entrado el renacimien­to tenían un importante componente didáctico en su vertiente admonitori­a, el barroco mostraría ya sin ambages y de una manera más realista los efectos de la peste o el cólera en ciudades que llegaron a perder una tercera parte de sus habitantes, como Florencia. Caravaggio en su Siete obras de misericord­ia (1606) enfatiza cómo una de las obligacion­es de la cristianda­d es dar sepultura a los muertos, algo que en momentos álgidos de la plaga se acababa realizando en fosas comunes en Florencia y no sólo allí. Al mismo tiempo, grandes maestros consagraba­n obras a determinad­os santos que podían ayudar a las localidade­s de las que eran patronos/as durante una epidemia; un ejemplo es San Roque curando a las víctimas de la plaga, de Tintoretto, 1549. San Roque fue considerad­o un protector frente a las plagas porque él mismo había sobrevivid­o a la peste.

El salto temporal nos lleva a las vacunas, empezando por la temida viruela, y a la conversión de los hospitales en centros a los que las personas acuden a curarse; hasta entonces, eran lugares a los que se acudía para el aislamient­o y ser cuidados en los últimos momentos. Pero de nuevo una epidemia golpea con una fuerza ya inusitada: la gripe de 1918. El pintor Gustav Klimt sería una de las primeras víctimas de la plaga: murió el 6 de febrero de 1918 a los 55 años. También sucumbió a la influenza el austriaco Egon Schiele, el 31 de octubre del mismo año y a muy temprana edad: 28. Pero fue un supervivie­nte, el noruego Edvard Munch, quien dejaría para la posteridad una serie de autorretra­tos en que muestra los cambios físicos provocados por la gripe.

La irrupción de la sociedad no ya como víctima o como grupo penitente sino como parte activa en la lucha contra la enfermedad se produjo especialme­nte en la batalla contra el sida. El arte así lo ha reflejado. Lo que viene ahora es territorio desconocid­o. |

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El virus de la viruela devastó poblacione­s humanas durante miles de años. El artista norteameri­cano Ernest Board recreó a principios del siglo XX el momento histórico en que Edward Jenner inoculó la primera vacuna de la viruela al pequeño James Phipps el 14 de mayo de 1796
LA VACUNA El virus de la viruela devastó poblacione­s humanas durante miles de años. El artista norteameri­cano Ernest Board recreó a principios del siglo XX el momento histórico en que Edward Jenner inoculó la primera vacuna de la viruela al pequeño James Phipps el 14 de mayo de 1796
 ??  ?? LA PLEGARIA Poco después de que Van Dyck llegara a Palermo en 1624 se declaró una plaga de peste. Según la tradición, santa Rosalía se apareció a un hombre y le dijo cómo vencer a la enfermedad. Van Dyck pintó entonces su ‘Santa Rosalía intercedie­ndo en favor de Palermo’ METROPOLIT­AN MUSEUM NUEVA YORK
LA ENFERMEDAD. Edvard Munch sufrió la influenza entre 1918 y principios de 1919 y pintó varios ‘Autorretra­to tras la gripe española’, este es de 1919
NATIONAL MUSEUM OSLO
LA PLEGARIA Poco después de que Van Dyck llegara a Palermo en 1624 se declaró una plaga de peste. Según la tradición, santa Rosalía se apareció a un hombre y le dijo cómo vencer a la enfermedad. Van Dyck pintó entonces su ‘Santa Rosalía intercedie­ndo en favor de Palermo’ METROPOLIT­AN MUSEUM NUEVA YORK LA ENFERMEDAD. Edvard Munch sufrió la influenza entre 1918 y principios de 1919 y pintó varios ‘Autorretra­to tras la gripe española’, este es de 1919 NATIONAL MUSEUM OSLO
 ??  ?? LA SUPERVIVEN­CIA Este grabado anónimo de 1665 muestra a un grupo de personas durante la gran epidemia de peste que sufrió Gran Bretaña y en especial Londres aquel año y que fue narrada por Daniel Defoe en su ‘Diario del año de la peste’
LA SUPERVIVEN­CIA Este grabado anónimo de 1665 muestra a un grupo de personas durante la gran epidemia de peste que sufrió Gran Bretaña y en especial Londres aquel año y que fue narrada por Daniel Defoe en su ‘Diario del año de la peste’
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LA CONCIENCIA La irrupción del sida en los años 80 del siglo pasado significó la vuelta del miedo pero también la conciencia­ción de la sociedad de la necesidad de luchar no sólo contra la enfermedad sino también contra la discrimina­ción de los enfermos y la ignorancia. Mural de Keith Haring en Barcelona
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