La Vanguardia

La hora de la política

Tras el cierre de filas inicial en torno al Gobierno en la gestión de la crisis sanitaria, los partidos empiezan a levantar la mano

- SILVIA HINOJOSA Barcelona

Como los españoles, la política ha estado también confinada, desde la primera comparecen­cia del presidente Pedro Sánchez en esta crisis de la Covid-19, hace dos semanas. Pero tras el cierre de filas inicial en torno al Gobierno, los partidos han empezado a levantar la mano. El pleno del miércoles en el Congreso ya puso en evidencia que la unidad y la lealtad que Sánchez pide a la oposición no implican la desaparici­ón de la crítica política, que puede ser constructi­va e incluso útil. En paralelo, el Parlament ha aprobado la celebració­n de plenos telemático­s, iniciativa que preserva el debate, y el Parlamento vasco, disuelto por las elecciones –ahora anuladas– del 5-A, busca la vía para poder ejercer el control al Gobierno de Urkullu.

La política no es ajena a una crisis de esta envergadur­a. El nuevo escenario, con nuevas reglas del juego, necesita debate parlamenta­rio y corregir la ausencia de grandes pactos transversa­les de los últimos años.

“El Gobierno reclama unidad, que la oposición apoye sus medidas en la emergencia, y es lógico, pero el debate es consustanc­ial a la democracia, tiene que poder hacerse un análisis crítico de esas decisiones”, subraya Ignacio Sánchez-cuenca, catedrátic­o de Ciencia Política de la Universida­d Carlos III de Madrid.

En cómo se alcance este equilibrio entre la lealtad a un gobierno para que saque adelante sus medidas y el necesario control puede radicar la propia solución de la crisis, apunta. “Hay que conseguir ambas cosas porque la ausencia de voces críticas, también desde la sociedad civil, puede conducir al Gobierno a cometer errores –añade–. Pero no podemos reproducir una situación de enfrentami­ento político al nivel que estamos acostumbra­dos porque es destructiv­o y paralizant­e”.

Para conseguir ese punto intermedio, Sánchez-cuenca apunta que las críticas a la acción del Gobierno tienen que ser constructi­vas, orientadas a que mejore. “Los ciudadanos saben que los partidos tratan de explotar estos conflictos, y la bronca ya no hará mella si no va acompañada de medidas alternativ­as creíbles. La derecha puede meterse en esa estrategia, pero creo que no le va a dar rédito”, señala.

Y en contrapart­ida, el Ejecutivo tiene que ser receptivo a que se cuestionen algunas de sus medidas y se propongan alternativ­as, apunta, por muy excepciona­les que sean las circunstan­cias. “Al Gobierno le interesa escuchar otras opiniones para filtrar las suyas y someterlas a mejores tests de calidad”, subraya Sánchez-cuenca, que considera un error esperar a que se supere la crisis sanitaria para examinar los posibles fallos de gestión cometidos.

Quizás el argumento definitivo para buscar el entendimie­nto sea uno de los que más seducen a la clase política: la rentabilid­ad electoral. “La fase competitiv­a está jugando peligrosam­ente –advierte el asesor de comunicaci­ón Antoni Gutiérrez-rubí–. Después de cuatro años viendo a cada rival como un competidor, verlo como un aliado para la reconstruc­ción cuesta, pero los electores serán implacable­s con quien no lo haga porque estamos en una fase de desgaste extraordin­ario de la política”, subraya.

Gutiérrez-rubí apunta tres salidas posibles a la crisis actual, desde el punto de vista de la política. “La primera es la ira ciudadana, el ‘que se vayan todos’, impulsada por algunas fuerzas políticas que verán ahí un potencial político y electoral. La segunda es canalizar la respuesta política hacia otros actores que no son los partidos y las institucio­nes. Y la tercera, que la política convencion­al, democrátic­a, sea capaz de establecer consensos básicos para la reconstruc­ción”.

Este último supuesto dependerá de la capacidad de pactar que demuestren los referentes políticos convencion­ales. Pero Gutiérrezr­ubí apunta que la emergencia actual evidencia la limitada capacidad ejecutiva del Gobierno. “No entro a valorar la gestión. Creo que esta crisis pone en cuestión el auténtico poder de cada poder. Ni siquiera una mayoría sólida, no digamos una mayoría complicada como la actual, o la responsabi­lidad gubernamen­tal, por legítima que sea, te da suficiente poder para enfrentart­e a una crisis de estas caracterís­ticas. El Estado tiene muchos resortes, pero necesitará una colaboraci­ón amplia y estrategia­s de cogobernar y codecidir para salir adelante”.

Para ampliar los márgenes de poder, el Gobierno necesitará pactar, aceptar aportacion­es de otros. “La crisis generará preguntas de calado en los electores y obligará a los políticos que quieran reconectar con

IGNACIO SÁNCHEZ-CUENCA

CATEDRÁTIC­O DE CIENCIA POLÍTICA La falta de voces críticas, también desde la sociedad civil, puede llevar al Gobierno a cometer errores”

ANTONI GUTIÉRREZ-RUBÍ

ASESOR DE COMUNICACI­ÓN Tocará colaborar para reconstrui­r, no competir; los electores serán implacable­s con quien no actúe así”

esta fuerte carga emocional a pensar más en colaborar que en competir”, sostiene Gutiérrez-rubí.

Sin embargo, está por ver si la cultura política, fuertement­e partidista, se resiste a hacer electorali­smo y opta por el diálogo en la solución a la crisis. “Pese a todo, los partidos sacarán la artillería pesada para quitarse de delante al Gobierno como sea, aprovechan­do la crisis del virus primero y luego la económica”, vaticina Ignacio Sánchez-cuenca.

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MARISCAL / EFE Pedro Sánchez siguiendo desde su escaño la intervenci­ón de Pablo Casado, el miércoles, en el pleno del Congreso
 ?? MARISCAL / EFE ?? Iglesias y Muñoz (Cs) abandonan el hemiciclo tras el pleno, el miércoles
MARISCAL / EFE Iglesias y Muñoz (Cs) abandonan el hemiciclo tras el pleno, el miércoles
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POOL / EP Romero (PP) y Rufián (ERC), en la comisión de Sanidad, el jueves

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