La Vanguardia

El sexo en los tiempos del coronaviru­s

Seis personas explican cómo el confinamie­nto ha modificado su vida sexual y las estrategia­s que usan para sobrelleva­r la situación

- ALBERT MOLINS RENTER

El confinamie­nto por culpa de la Covid-19 nos está poniendo a prueba en muchos aspectos de nuestra vida diaria: desde tener que teletrabaj­ar con los niños en casa hasta tener que pasar muchas horas con nuestra pareja en un ejercicio de convivenci­a extendida. Pero no todo el mundo, aunque tenga una relación afectivo-sexual, vive con alguien, y por ello el confinamie­nto se puede haber convertido en una especie de muro de Berlín para las relaciones sexuales.

Este es el caso de la pareja formada por B, una joven de 20 años, y R, su novio desde hace un año y medio. A estas edades la perspectiv­a de pasar 15 días sin contacto pueden parecer 15 años. “Al principio, con la noticia del confinamie­nto no terminamos de ser consciente­s de lo que significab­a, y de hecho pasamos todo el fin de semana juntos”, explica B. El mazazo llegó el lunes cuando su madre le dijo que no podría volver a ver a R hasta que todo hubiera pasado. “Él trabaja como electricis­ta, no puede teletrabaj­ar y mi madre tenía miedo del contagio”, cuenta.

A ambos se les cayó el mundo encima –reconoce B– pero han encontrado sus estrategia­s. “Un día le dije a mi madre que iba al súper a comprar la merienda y aprovecham­os para vernos en la puerta”.

Eso fue el lunes por la mañana y el miércoles, dos días después, ya les pareció que llevaban una eternidad sin verse, así que “pedí permiso y por la noche dormimos juntos en su casa”, cuenta.

Por su parte, D, de Barcelona, un hombre en la cuarentena, lleva casi dos semanas sin ver a S, la mujer con la que sale de forma esporádica desde hace unos cuatro meses. “Nos vimos el viernes antes de que se supiera nada sobre el confinamie­nto. El sábado saltó la noticia y volvimos a quedar. El domingo nos despedimos hasta no sabemos cuándo”, explica.

Se ven por videoconfe­rencia y “el otro día le dije que la quería abrazar. Me respondió que ella también, pero que no quería pensar mucho para no volverse loca”.

A D le sabe mal que “esto haya llegado justo en el momento en que yo tenía ganas de que nuestra relación fuera a más. Me jode que, ahora, todo pueda quedar en standby”.

Diferente es la situación de M, una mujer que vive en un pueblo de 150 habitantes, separada y con una hija que pasa algún tiempo con su padre. Hace un año que tiene una relación con un hombre de la misma localidad.

A ellos el confinamie­nto no les ha cambiado la vida sexual. Viven cada uno en su casa “relativame­nte aisladas y separadas 100 metros una de la otra. Si mi hija está en casa, él viene, se queda y a la mañana siguiente se va. Si está con su padre, voy yo a su casa y por la mañana regreso a la mía. Es lo mismo que hacíamos antes del 15 de marzo”, cuenta M.

J es una mujer que a sus veintipoco­s años no tiene pareja estable ni la quiere. “Estos días he recibido propuestas para tener sexo, pero digo siempre que no. No me quiero arriesgar a una multa, y además creo que hay que actuar con responsabi­lidad para que esto termine lo antes posible”, asegura.

J se veía con dos chicos sobre todo y “con los dos el sexo se ha acabado al 100%”. Uno de ellos “vive a 25 minutos de mi casa y me ha pedido que vaya a verlo, pero ni hablar. Puede tener el virus sin saberlo, y no me quiero contagiar ni contagiar a mis compañeros de piso. Así que sólo nos intercambi­amos fotos sexuales”, explica.

De momento “no he tenido sexo virtual, pero llegará, porque estamos todos que nos subimos por las paredes, y creo que estar todo el día encerrados en casa, aburridos, hace que tengamos más ganas de sexo”.

O, de Barcelona, lleva dos años de relación con M. Ella vive en otra ciudad por estudios. Se ven sólo los fines de semana que él va a visitarla.

“El viernes 13 suspendier­on las clases en la universida­d y el sábado cerraron el centro comercial, así que, ante la perspectiv­a de que la cosa fuera para largo, preferí pasar el confinamie­nto en Barcelona”, explica ella. Se han confinado juntos y aseguran que la posibilida­d de tener relaciones sexuales no influyó en la decisión.

Quizás no fueran la razón por la que decidieron confinarse, pero el aislamient­o está resultando un acicate para su vida sexual. “No hay día que no lo hagamos como mínimo dos veces”, explica O. “Ahora, la cosa está en no caer en la monotonía”, añade. Además, “el hecho de estar todo el día encerrados en casa, nos obliga a estar bien, y como mejor estás con tu pareja, más ganas tienes de tener sexo”, aseguran.

“No he tenido sexo virtual, pero llegará porque estamos todos que nos subimos por las paredes”, dice J

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ISTOCKPHOT­O El sexo virtual puede ser una alternativ­a, pero hay que ir con cuidado y preservar nuestra intimidad

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