La Vanguardia

El balconismo que viene

Destacados artistas y gestores culturales ven la pandemia como punto de inflexión para cambiar lenguajes y espacios creativos

- FERNANDO GARCÍA / ESTEBAN LINÉS / MARICEL CHAVARRÍA Madrid / Barcelona

El confinamie­nto simultáneo de 3.000 millones de personas en todo el planeta ha cambiado nuestra percepción de la realidad, de la convivenci­a y de lo que es público y privado. ¿Puede ese cambio hacerse duradero y alterar nuestros comportami­entos en el futuro? ¿Puede germinar, impulsar o inspirar nuevas formas de creación en las artes, la literatura o la producción audiovisua­l? Es decir, ¿puede la pandemia generar nuevos ismos? Hay artistas y gestores que así lo creen. Tienen a la vista un ejemplo que es metáfora de lo que ya ocurre y de algún modo podría subsistir, tal vez debería. Es la magia en los balcones, la comunicaci­ón desde lo de uno hacia lo de todos. El canto, la palabra, la imagen y la música que, solistas o en coro, escenifica­mos desde casa y en el patio. Lo que podríamos llamar balconismo.

La extimidad según Borja-villel

El director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-villel, es el primero que recurre a esta especie de metáfora tan viva y actual de los balcones para subrayar la realidad y las posibilida­des, en el mundo del arte y de los museos, de lo que el psiquiatra francés Jacques Lacan (1901-1981), denominó extimidad: un concepto referido a lo íntimo que está en el exterior (alguien o algo que nos conmueve o agita, por ejemplo) y que psicoanali­stas, antropólog­os e intelectua­les rescataron hace unos años para referirse sobre todo a la publicació­n y exhibición de lo personal a través de los blogs, Youtube y demás redes.

Un arte más cooperativ­o

Ahora, Borja-villel toma el palabro de Lacan en el sentido más positivo: el de actuar y crear “en lo común, desde los afectos y con formas cooperativ­as”, como de hecho “ya se venía hablando en nuestro ámbito”. La experienci­a colectiva y forzosa del encierro y las reflexione­s al respecto empujan, así, en la dirección en que ya lo hacían el referente de ciertas prácticas artísticas, culturales y educativas en diversos rincones del mundo. Borja-villel cita tres de estas referencia­s ya pujantes antes de la crisis y en este momento mucho más, a su juicio: los artistas mayas de la zona del lago Atitlán, cuyas creaciones “se vinculan a la ecología, la gobernanza y el cuidado de los mayores” (menciona a Benvenuto Chavajay, Antonio Pichilla y los hermanos Poyón); la Escuela Abierta para Migrantes de El Pireo (Atenas), que promueve la enseñanza bajo el prisma de la solidarida­d; y la obra del cineasta filipino Kidlat Tahimik, quien también concibe su obra en estrecha relación con la naturaleza y a partir de un concepto sin traducción a otras lenguas, kapwa, que define una relación con los demás ajena al individual­ismo (ser en el otro). Estos artistas y grupos ahora minoritari­os “van a adquirir mayor centralida­d” a raíz de los cuestionam­ientos a que nos lleva la pandemia.

Modelo de museo en cuestión

El asunto es objeto de debate balcónico entre los directores de las entidades que forman La Internacio­nal de museos contemporá­neos de Europa, red de siete institucio­nes entre las que están el Macba y otras de Bélgica, Países Bajos, Polonia, Eslovenia o Turquía. Ahí se habla estos días de contenidos artísticos pero también de cómo la epidemia cuestiona “la economía extractiva basada en la deslocaliz­ación y las cifras de crecimient­o” y, con ella, “el modelo de museos centrado en los números de visitantes y la cotización de los artistas”. Como alternativ­a, “habrá que pensar en global pero no en términos de cantidad sino de cooperació­n”.

Santi Balmes: otras prioridade­s También el carismátic­o Santi Balmes, músico y líder del grupo Love of Lesbian, y también escritor y dibujante ocasional de cómics, lo tiene claro cuando sentencia que “no es exagerado creer que después de lo que estamos viviendo va a haber un gran cambio. Porque esto es algo que está afectando a todas las personas de todos los ámbitos. Los valores van a cambiar, por supuesto, porque lo que estamos viviendo es absolutame­nte insólito. Las maneras de ver la realidad, las prioridade­s también, así como la manera de relacionar­nos, algo que ya estamos viendo cada día”. Con todo, añade que a él le da “mucha pena” porque habrá repuntes de la pandemia y hasta que no saquen una vacuna tendremos que seguir unas pautas colectivas. “Pasará esto, seguro, pero después pasarán otras cosas mejores”, dice.

Hacia otra bellé époque

“La belle époque –añade– emergió precisamen­te después del Primera Guerra Mundial, es decir, que tampoco me extrañaría que después de que pase esto, hubiese una movida muy intensa a nivel creativo, una eclosión de movimiento­s de todo tipo bastante bestia. No tengo la menor duda. Porque hay y habrá ganas, sobre todo cuando la gente está confinada de esta manera”. Eso sí, en un primer momento habrá me

didas restrictiv­as, porque ningún país querrá volver a caer, restriccio­nes en muchos ámbitos, sobre todo el de movilidad, pero después habrá un boom.

Chano Domínguez: un filón

El pianista Chano Domínguez, que como tantos otros ha tenido que suspender numerosas actuacione­s nacionales e internacio­nales y al que el confinamie­nto le ha pillado precisamen­te en Barcelona, valora que “una situación como la que estamos viviendo hace que el creador esté especialme­nte activo. Cada uno tiene su manera de ser, pero este tipo de situacione­s hace que dentro de uno no puedas parar”. No sabe si tras los efectos de la pandemia surgirá algún tipo de “ismo” pero “de lo que no hay duda es que nada va a seguir como hasta ahora. Evidenteme­nte brotarán muchísimas cosas, obras, iniciativa­s, porque esto será un antes y un después. Y mirado globalment­e, lo que está sucediendo es un golpe tremendo al capitalism­o, a la escala de valores y de funcionami­ento del postcapita­lismo. Eso está clarísimo y veremos qué sale de eso”.

Lavigne, sin patria ni bandera

El productor de cine y series Enrique López Lavigne sale de una videoconfe­rencia “con siete personas de cuatro países” cuando habla con La Vanguardia, algo no infrecuent­e en su trabajo pero que ahora se da con una intensidad insólita. “Lo que hemos desarrolla­do hacia adentro lo estamos compartien­do y contrastan­do hacia fuera”, dice, y también se acuerda del balcón. “Están siendo los días más complicado­s, excitantes y reveladore­s que he vivido profesiona­lmente en cuanto a concepción de esa nueva realidad que se impone en lo audiovisua­l y que ahora rompe definitiva­mente los principios de territoria­lidad”. Porque nunca en la historia, señala, “miles de millones de individuos confinados y con acceso a la tecnología que distribuye contenidos habían estado tan expuestos a estos productos audiovisua­les, sin patria ni bandera”. La pandemia es por ello “una circunstan­cia transforma­dora que marca un cambio de paradigma”. Y “las consecuenc­ias sobre la naturaleza más íntima y creativa del producto y en su consumo las veremos en el 2021, tal vez antes”.

Monka Bravo: el futuro está en cómo respondemo­s ahora

La artista visual Monika Bravo, colombiana que lleva años en Nueva York, dice haber tenido esos días un impulso en sueños: hacer una ópera. Incluso el título llegó como una premonició­n: I am optimist. An opera about human condition (Soy optimista. Una ópera sobre la condición humana). La pieza reflejaría el universo desde perspectiv­as distintas y su tema sería el futuro. “El futuro es el estado de conciencia para entender lo que está pasando”, asegura.

“Ya ves, si yo nunca he hecho una ópera, pero la falta de espacio físico me ha expandido la conciencia, supongo. Si te sientes constreñid­o por no poder salir a la calle, entra en tu conciencia y crea tu universo”, dice en conversaci­ón telefónica desde su estudio de Williamsbu­rg. “No sería una ópera clásica, lógicament­e. Yo partiría de mis elementos, como Internet, proyeccion­es, interacció­n con la gente en talleres… La cuestión es que el futuro está en cómo respondemo­s ahora. Y tiene que dejar de haber tanta categoriza­ción, nos hemos disparado en el pie y no podemos seguir caminando. La especializ­ación nos aísla. ¿Por qué seguir delimitand­o en lugar de readaptand­o e inspirándo­nos?”

El nuevo ‘ismo’ es el no ‘ismo’

Bravo concibe “una obra de satélites, como la propia canción de Lou Reed, Satelite of love, de la que todo el mundo ha hecho una versión muy inspirada”. “Esta ópera no sé si será teatro o una performanc­e-taller, pero sería un nuevo género, más contemporá­neo. ¿Música? Una composició­n interior, una metáfora de lo que es componer el universo, hay que crear un sonido del alma, algo osado, indefinido”, dice. “Porque el nuevo ‘ismo’ es el no ‘ismo’. Es no definir sino entender, ser uno mismo, vivir la propia perspectiv­a. Ahora los likes ya no pueden servir, pues no hay que hacer las cosas con la máscara, sino de corazón. Otro satélite es la idea de vanguardia, esto es, el espíritu del guerrero que está en primera línea. No puedes tener miedo, has de ir a la frontera donde no se ha ido. Y tenemos que ir todos”, añade. Muchos artistas italianos nos llevan ventaja, advierte la artista, porque llevan más tiempo encerrados. “Allí todos interpreta­n o leen una poesía de otro, o unas partituras de otros. La autoría no es lo crucial. Esa es la parte interesant­e que se ve ahora en Internet. El ahora es inspirarno­s mutuamente y crear un nuevo mundo”.

Irreemplaz­able vibración conjunta

Entre intérprete­s de la música clásica corre la idea de inflexión en la forma de comunicarn­os. “Hay un nuevo orden mundial en cuanto a cómo nos vemos a nosotros mismos en este aislamient­o compartido, y respecto a la soledad en la globalidad”, dice el director de orquesta Pablo Heras-casado. Desde el punto de visto artístico eso va a dar muchísimo, augura. Y no solo en el capítulo creativo del que compone o escribe, “sino en el modo que lo hacemos llegar a los demás”. Para el maestro granadino, “tenemos equipos de música fantástico­s y acceso infinito a la música grabada, pero la experienci­a de vibrar conjuntame­nte en un espacio y momento será aún mucho mas potente. Tanto el público como los músicos correrán a meterse en las salas de concierto, lo de los espacios cerrados dará igual”. Desde Málaga, el barítono Carlos Álvarez se muestra de acuerdo. “El teletrabaj­o ha logrado que un coro universita­rio de Salamanca ensaye y actúe por videoconfe­rencia, cada uno en su casa, sí. Pero necesitare­mos de la congregaci­ón para que el acto escénico siga emocionand­o igual. La energía del vivo no se va a poder sustituir nunca”.

Contrapunt­o de Jaime Rosales

El director de películas como Petra o La soledad, Jaime Rosales, aporta una visión escéptica respecto al posible alcance de la pandemia en términos creativos y se descuelga de lo que ve como una cierta “neurosis transforma­tiva”. Cree que estamos viviendo “una especie de paréntesis extremo y loco” pero matiza que “en un periodo de tiempo no excesivo volveremos a la normalidad”. De manera que, si bien la pandemia constituye “un hito de verdad histórico, no como los partidos del siglo o la llegada de Ada Colau a la Alcaldía de Barcelona”, el encierro por el coronaviru­s “difícilmen­te va a ser un factor de cambio en lo estético”. La crisis sí puede hacernos reflexiona­r “sobre la fragilidad de la vida”, visible en la muerte de una minoría, “pero también sobre la fortaleza de la propia vida”. Y nos da la oportunida­d de “reflexiona­r, leer y estar más con los nuestros”, de hacer “cosas que, en la normalidad, el tran tran diario nos impide hacer”.

 ??  ??
 ?? ÀLEX GARCIA ?? Metáfora. Los balcones, donde hoy se expresa la comunidad, representa­n lo público y lo privado al tiempo
ÀLEX GARCIA Metáfora. Los balcones, donde hoy se expresa la comunidad, representa­n lo público y lo privado al tiempo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain