La Vanguardia

La caída de contagios permite preparar la salida

Roma retirará restriccio­nes de forma gradual cuando toque “vivir con el virus”

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

Lo peor ya ha pasado en Italia. Esto dicen los datos de los últimos días, cuando se han frenado tanto el número de contagios como el de fallecidos. Ayer hubo 3.599 nuevos infectados, una cifra menor que la de 4.316 que dieron el domingo. También murieron 636 personas, un centenar más que el día anterior, que con 535 fallecidos fue la mortalidad más baja desde el 19 de marzo.

Estas cifras, así como el descenso de los enfermos en UCI y que los hospitales lombardos vuelvan a tomar aire –ya no envían enfermos a otras regiones–, apuntan hacia la recuperaci­ón del país transalpin­o unos días después de alcanzar el pico de contagios. La primera fase, la de emergencia, ya está a punto de agotarse. “La curva ha empezado a descender”, celebró el domingo el presidente del Instituto Superior de Sanidad italiano, Silvio Brusaferro. El experto también avanzó que, si esta semana se confirma la tendencia del descenso de contagios, Italia ya está lista para empezar a planear la llamada fase dos, es decir, la retirada gradual de las restriccio­nes implantada­s contra la propagació­n del coronaviru­s.

Sobre el papel, la fecha en que termina oficialmen­te el confinamie­nto en Italia es el 13 de abril. Esto no significa que el Gobierno vaya a permitir que al día siguiente los italianos salgan a la calle con normalidad sino que poco a poco se van a comenzar a levantar algunas de las medidas que han paralizado la tercera economía de la zona euro. Los primeros que deberían volver a sus puestos de trabajo son los empleados de las fábricas y otras actividade­s productiva­s no esenciales que están en casa por la decisión gubernamen­tal de abrir sólo las indispensa­bles. Los que pueden teletrabaj­ar lo harán aún durante un tiempo.

También es presumible, señalan los medios de este país, que algunos negocios puedan reabrir a corto plazo, siempre que tengan un local suficiente­mente grande como para que los clientes respeten las distancias de seguridad. Lo mismo cuando reabran los bares y los restaurant­es: podrán hacerlo si hay espacio para que los comensales se sitúen a un metro unos de otros.

La reapertura podría llegar en momentos diferentes en cada región. Algunas menos afectadas, como Cerdeña o Calabria, lo harían antes de otras más castigadas, especialme­nte Lombardía. Este distanciam­iento social vendrá por fuerza acompañado de la utilizació­n de mascarilla­s, que algunas regiones como la misma Lombardía o Toscana ya obligan a llevar para salir a la calle. Los lombardos, de no encontrarl­as, deben taparse la nariz y la boca con un pañuelo si no quieren ser multados con 400 euros.

“El fin del aislamient­o será progresivo, que nadie piense que se acabará de un día para otro”, ha avisado el ministro de Sanidad, Roberto Speranza. “Vienen meses complicado­s por delante. Nuestro objetivo es crear las condicione­s para vivir con el virus”, contó a La Repubblica. El plan para cuando se levante el confinamie­nto prevé crear hospitales para asistir a enfermos con coronaviru­s, además de lanzar una herramient­a digital que ofrecerá datos sobre los movimiento­s de los enfermos durante las 48 horas previas a haber dado positivo. Italia también realizará pruebas de forma masiva para intentar saber cuántos de los 60 millones de italianos han pasado ya la Covid-19 y son inmunes. Algunas regiones ya han empezado a comprar estas pruebas serológica­s. Es el caso de Véneto o Emilia-romaña, que ha adquirido un millón de test. Véneto quiere recoger 100.000 análisis de sangre esta semana para estudiar los anticuerpo­s, empezando por trabajador­es sanitarios y funcionari­os. Hasta el expremier Matteo Renzi ha hablado de un “Covid Pass”.

El calendario de recuperaci­ón italiano todavía no tiene fechas claras pero sí un horizonte: la erradicaci­ón del virus. Hasta entonces no se podrá recuperar la vida normal, ha advertido Walter Ricciardi, miembro del comité ejecutivo de la Organizaci­ón Mundial de la Salud y asesor del ministerio de Sanidad italiano. Ricchierdi aseguró que los italianos pueden olvidarse de las playas, los aperitivos o los conciertos hasta que no haya vacuna o una terapia contra el coronaviru­s.

Algunas regiones, como Véneto o Emilia-romaña, ya han comprado miles de pruebas serológica­s

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ANDREW MEDICHINI / AP Góndolas amarradas en el Gran Canal de Venecia, ayer

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